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Temor al fraude ante las elecciones bolivianas del domingo

En Bolivia está prohibida desde ayer la venta y consumo de bebidas alcohólicas y llevar armas de fuego o blancas. La vigencia de estas medidas durará hasta el lunes próximo, veinticuatro horas después de que hayan finalizado las elecciones generales, unas elecciones de las que la mayoría de la población piensa que serán fraudulentas.

A estas disposiciones, contenidas en decretos firmados por las primeras autoridades regionales, se suman otras que, de cumplirse, paralizarán virtualmente el país en los próximos tres días: no habrá espectáculos públicos, sólo podrán circular los vehículos autorizados y no se permitirán reuniones ni manifestaciones.El Gobierno pretende con este paquete garantizar una votación sin incidentes. Ayer, las últimas concentraciones políticas en la capital boliviana acabaron en enfrentamientos entre grupos opuestos. Militantes del MNR, de Paz Estenssoro, y del Partido Socialista- 1, de Marcelo Quiroga, chocaron en las calles.

Adolescentes de uno y otro bando, armados con palos, formaron auténticas barreras de seguridad en torno a las concentraciones de sus partidos. Hubo piedras contra los automóviles y autobuses que transportaban a los simpatizantes de Victor Paz y el servicio de orden del MNR utilizó pulverizadores tóxicos contra militantes de la Unidad Democrática y Popular (UDP), que intentaban sabotear el acto final de la campaña del MNR.

Durante las últimas horas de propaganda política, las empinadas calles de la ciudad han sido escenario de mítines de las diversas candidaturas a la presidencia de Bolivia. En casi todos ellos, la claque era más numerosa que el público que acudía a escuchar a los candidatos. Y eso, a pesar del aderezo folklórico de las concentraciones, en las que la actuación de bandas musicales se mezclaba con el último disco de Julio Iglesias o Angela Carrasco.

A pesar de que el escrutinio del domingo va a ser realizado electrónicamente, el presidente de la Junta Electoral Central declaró ayer que sus resultados no se conocerán antes de diez días. Las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos han declinado la invitación para observar la realización de las elecciones. La psicosis de manipulación de los resultados, presente en todas las conversaciones, ha recibido un respaldo preocupante en forma de encuesta publicada por el más influyente periódico de La Paz. Según este sondeo, el 78% de los preguntados están convencidos de que habrá fraude. «¿Y cuándo no ha sido así?», responde a este enviado especial un funcionario.

Una economía postrada

El clima electoral ha relegado por unos días a segundo plano lo que, sin duda, es la preocupación mayor de ciudadanos y Gobierno: la magnitud de la crisis económica, que amenaza con llevar a la bancarrota a este país andino. Ayer se anunció la concesión de. tres préstamos, por un valor conjunto de noventa millones de dólares, facilitados por el Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo, destinados a diversos proyectosSi en Bolivia toma posesión un nuevo presidente el día 6 de agosto, su objetivo casi exclusivo no va a ser de índole política, sino económica. El sistema democrático en Bolivia, el país más pobre de Latinoamérica, está sobre todo directamente amenazado por la situación que revelan algunos datos recogidos al azar: inflación del 50% durante los primeros seis meses de este año, descenso del nivel productivo de la minería del estaño (70% de los ingresos totales del país), caída en picado de las reservas monetarias (de 175 a 95 millones de dólares a lo largo de 1980), una deuda externa que roza los 4.000 millones de dólares y un paro que alcanza niveles alarmantes. Todo ello en un país donde el 40% de la población trabajadora percibe el 13% de la renta, y donde el 83 % de los salarios oscila entre las 3.500 y las 10.000 pesetas mensuales.

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