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La agitación social surafricana se extiende al sector automovilístico

Unos 3.000 trabajadores negros se manifestaron ayer en los suburbios de Port Elizabeth, a setecientos kilómetros de Ciudad del Cabo, en demanda de aumentos de salario en el marco de una creciente expansión de la inquietud laboral.

A causa de la prohibición gubernamental que pesa sobre la Prensa para dar información de incidentes y disturbios, los periodistas no pudieron acercarse al lugar de la manifestación, aunque desde lejos pudieron observar el uso de gases lacrimógenos por la policía y, al parecer, se oyeron disparos.Las huelgas afectan, principalmente, a la industria automovilística y otras empresas anejas. Son en total más de 7.500 los obreros en huelga, y los aumentos que piden sobrepasan en muchos casos el 80% de los sueldos actuales. Ello se explica por los bajos salarios, que oscilan en un equivalente de las 10.000 a 15.000 pesetas.

Después de las plantas Wolkswagen y Ford de Uitenhage y Port Elizabeth los trabajadores de otras cuatro empresas, Good Heau, de neumáticos; Nacional Standard, de acero; Gubb And Higgs, procesado de lana, y Guestro, de componentes para automóviles, también se han declarado en huelga.

Las detenciones de trabajadores responsables de los débiles e incipientes sindicatos negros han sido numerosas.

Por otra parte, el boicoteo a las clases por escolares, otra de las escasas formas posibles de expresar la rebeldía, es considerado hoy más amplio que nunca. El Gobierno, que había ordenado la expulsión sumaria de todos los alumnos que boicoteen las clases, aceptó ayer la readmisión incondicional de los cerca de 100.000 estudiantes indios de Ciudad del Cabo en huelga.

En este país, donde las restricciones asociativas son enormes y donde los sindicatos se encuentra a merced del Ejecutivo, que en virtud de una ley sobre la recaudación de fondos puede prohibirlos en cualquier momento, como ahora es el caso, las diferentes iglesias están jugando un importante papel social.

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El obispo negro Desmond Tu, secretario general del Consejo Surafricano de las Iglesias, detenido hace una semana y liberado poco después, dijo ayer que la coyuntura actual es mucho más explosiva y tensa que en 1976. Para el obispo, nunca hubo tanto que temer por el futuro de su país. La única solución, añadió, es que el Gobierno se decida a eliminar de una vez por todas y de verdad el sistema imperante de segregación racial.

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