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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Martín Villa

Martín Villa estudió toda la vida para cisne del Seu, pero luego se quedó en el patito feo de la transición. Lo ha dicho hace muy poco Jesús Aguirre, duque de Alba, en un lúcido y abroquelado artículo: -La moda es siempre un valor francés.

Bueno, pues hoy el hombre de moda es Martín Villa. La ucedé esa de la cosa, que necesita hacer una movida política ya mismo, eso está claro, puede coger la fruta en su propio huerto o en el huerto de al lado. El huerto de al lado (breve, pero peligioso, como el de Melibea) es de Fraga Iribarne. Dentro del propio huerto, que más bien es una granja en rebelión orwelliana., la ucedé tiene a Martín Villa. Fraga significaría la vuelta de Franco sin franquismo. Martín Villa puede significar la vuelta del franquismo sin Franco. O sea que estamos todos en la UVI, con Paco Camino, ay blanco muro de España, ay negro toro de pena. A Martín Villa le hice una entrevista radiofónica, finalizando los cincuenta, en su / mi tierra leonesa. La catedral de León es lo más francés del gótico español, porque los del siglo pasado, que no eran tontos, pese a vivir con un siglo de retraso, le quitaron toda excrecencia o adherencia barroca, todo lo que no era limpiamente gótico. Rodolfo Martín Villa, leonés de bien, le ha quitado al franquismo toda excrecericia de Franco, o sea de personalismo, toda adherencia de barroquismo (o sea de fascismo: ver ensayo verbal de Tierno, invisible, sobre la política barroca como política de hombres, no de ideas). Lo que queda, una vez hecho el burilado, no es la pulchra leonina o catedral de León, sino Alcalá, 44: el Movimiento.

Por ahí venía ya Martín Villa, hace veinte años, cuando era nada menos que el cisne del Seu estudiando para patito feo (y eficaz) de la transición. Lo que pasa con los patitos feos, según la literatura infantil que ahora venden en la Feria del Libro, es que un día crecen y se ve que eran un cisne infiltrado, incubado, empollado y empollón. Fraga vuelve como Fragabarne, pero Martín Villa vuelve como cisne secuísta que quiere pasarse por el esmeril, en plan alegoría, a la Leda democrática, que pudiera ser Carmen Díez de Rivera si no estuviera siempre bañándose en Almería. Poco antes de dejar el Ministerio, Martín Villa nos dio una cena ministerlal a Meneses, Moncho Corral, algún otro periodista y yo, pocos. Yo llevaba una gran cartulina enrollada que me habían dibujado y entregado los niños rojos de Vallecas, anticipándose al Libro rojo del cole y mejorándolo, porque los niños españoles son muy intuitivos y podrían aprender muchas cosas si no fuera porque tienen que ir a la escuela. Me olvidé la cartulina, recibida aquella misma tarde, en el Ministerio, y espero que no haya llegado a manos de los servicios especiales, agentes/Bond e intelligentsias diversas que, estudiando bien el dulce jeroglífico infantil, pueden saber ya, a estas horas, cuántos abrigos de piel tiene mi santa esposa.

- ¿Y por qué hay zonas de Madrid por donde uno ya no puede pasear ni ligonear? -le pregunté aquella noche a Martín Villa.

-En seguida vas a poder.

Pero le quitaron de la cosa. Ahora vuelve, atravesando la puente soriana que aún no han tendido en Soria, sobre el Duero, y puede ser la alternativa al Movimiento dentro de la ucedé o la alternativa a la ucedé dentro del Movimiento. Parece que Fraga viene más, porque es más grande, pero el que viene, quizá, es el otro. En cuanto a su esteticién, o sea Rafansón, como dice Pedro Rodríguez, yo he sido a mi vez el esteticién de Rafansón, aconsejándole que a Inmaculada, su señora, la retrate Alvaro Delgado, después que ha pasado por la prueba de Revello de Toro. O sea que si los servicios secretos trabajan un poco, al final salgo yo, más la prueba irrefutable del pergamino rojoinfantil vallecano y los tres abrigos de piel de mi santa esposa, que están en el tinte. A mí, esto de que vuelva Martín Villa, con su Movimiento y su pato, la verdad., me quita veinte años.

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