La ilustración en la literatura infantil, analizada en la Semana Socialista de la Mujer
La jornada de ayer, tercera dentro de la I Semana de la Mujer organizada por el PSOE, a través de su colectivo Mujer y Socialismo, estuvo dedicada a la literatura infantil y, más concretamente, a la ilustración de libros para niños. Los problemas específicos femeninos quedaron en un segundo plano para dar paso al mundo de la educación de los niños a través de los dibujos, cuestión de la que hablaron dos ilustradoras: Asun Balzola y Carmen Solé.Asun Balzola, ilustradora de libros en eusquera y castellano, comenzó hablando de su triple faceta de «mujer profesional, mujer vasca y mujer minusválida», y se confesó «profundamente unida a mi pueblo y testigo de la represión que ahora hay allí. Me doy cuenta», afirmó, «de que las mujeres de Euskadi lo pasan muy mal y que en Madrid se recibe una información fragmentada. No pertenezco a ningún partido y hablo sólo como mujer, pero pedimos más medidas políticas y menos leyes antiterroristas».
Asun Balzola se rompió el cuello en un accidente de coche cuando tenía veintidós años, «mientras esperaba al príncipe azul, que me habían dicho que aparecería en cualquier esquina», como todas las mujeres. Explicó que no se proponía «volver a caminar, pero si mover los dedos de la mano derecha para poder coger un lápiz: y lo conseguí». Contó también que la imagen de una mujer minusválida no es precisamente la estipulada por los cánones tradicionales.
Sobre los libros de niños, la ilustradora vasca dijo que había que plantearse qué se pretendía obtener, si un juguete de plástico o un vehículo de cultura, y añadió que si se quería esto último no había que considerar al niño como a un subadulto. Defendió los cuentos de hadas «porque tienen una mecánica muy rígida y el niño la aprende por los elementos del lenguaje», y dijo que «los dragones, princesas, hermanastras y enanitos no harán de un niño un iconoclasta ni un reaccionario, y ejercitar la fantasía es fundamental para formar individuos completos». También aludió a la necesidad de que «los niños expelan toxinas televisivas y que vean las ñoñas tomaduras de pelo que les hace el aparato».
Carmen Solé habló de los problemas de los ilustradores en España, que no tienen derechos de autor, están mal pagados y, en la mayoría de los casos, se ven privados de sus originales, que acaban en casa de los editores. Esta situación, según explicó, lleva a los ilustradores a buscar trabajo fuera de su país, aunque «ves que los niños aman lo que tú estás haciendo». Habló de las dificultades para que una ilustración pudiera ser universal, «porque yo pinto los colores y la nitidez de formas que da la luz del Mediterráneo, y los dibujantes belgas suelen hacer sus ilustraciones con gran presencia de niebla».
Carmen Solé dijo que en Cataluña la mayoría de los ilustradores son mujeres, «no sé si será por lo mal pagados que estamos», y acabó pidiendo que se potencie la imaginación en los niños y que se denuncie «el poco servicio que hace el Gobierno al libro infantil».
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