El sobrero escamoteado por arte de birlibirloque
Aires de tragedia teníamos en el primer toro, y en el segundo, pánico, porque dos toreros, Bernadó y Ortega Cano, habían ido a la enfermería tras sendas cogidas impresionantes. Y cuando Manili echó las dos rodillas a tierra para recibir al siguiente toro, a algunos les saltó el corazón y muchos huyeron de la plaza. Parecía que estábamos en la corrida apocalíptica. Nadie podía imaginar entonces, en aquella espesa negrura que se enseñoreó de Las Ventas, que de súbito aparecería la claridad, habría orejas, un pollo, risa, y acabarla el festejo con un escándalo mayúsculo a causa de un sobrero que escamoteó la empresa por arte de birlibirloque.Los toros de Hoyo de la Gitana (hoy, Pilar Población) eran aquellos cuyo anuncio nos hacía echarnos las manos a la cabeza. Tienen tragedia en su palmarés. Fieles a sus principios, los dos primeros salieron pegando tornillazos por los dos lados. Duros y broncos, dieron guerra durante la lidia, y el que abrió plaza se descompuso con los poco diestros pero muy numerosos capotazos que recibió en el tercio de banderillas. Bernadó se echó la muleta a la izquierda y en terrenos del siete: instrumentó media docena de pases, sin temple, hasta que consiguió fijar la embestida y ligar dos naturales limpios. Sólo eso, porque al tercero el toro le pegó la cornada, echándoselo a los lomos, y luego le vapuleó con saña. La impresión era que uno de los derrotes había ido al cuello. El torero tenía literalmente bañados en sangre cara, pecho y manos cuando las asistencias lo trasladaron a la enfermería.
Plaza de Las Ventas
Vigésima corrida de feria (Domingo). Cinco toros de Pilar Población, bien presentados, broncos. Sexto, sobrero de Marín Marcos, inválido y protestado. Joaquin Bernadó, cogido en el primero. Ortega Cano: tres pinchazos y media atravesada, de la que sale revolcado (silencio). Estocada (oreja). Manili: pinchazo y descabello (palmas.). Pinchazo y estocada (oreja). Estocada, rueda de peones y tres descabellos (ovación y salida al tercio). Estocada (aplausos). Parte facultativo: Bernadó sufre cornada de quince centímetros en tercio inferior del muslo izquierdo, que produce grandes destrozos en vaso interno. Pronóstico menos grave. Ortega Cano, cogido en el segundo, pasó a la enfermería, de donde volvió a salir para matar el quinto. Tenía ligera conmoción cerebral.
«Suspense» y suerte
Afortunadamente la sangre era del toro y en el cuello no había herida, pero eso lo supimos después. Ortega Cano, al matar a este primer toro sufrió un revolcón y un corte en la mano, del que se fue a curar a la enfermería, de donde salió en seguida. Y se encaró con el segundo de la tarde, al que sacudió con excelentes verónicas cargando la suerte. Sin embargo, era incierto y tan peligroso como el anterior, ya no admitió más florituras, y Ortega Cano, que le daba distancia con la muleta como si fuera buena, salió cogido de mala manera al ejecutar el toreo en redondo. Dio la sensación, cuando lo retiraban del ruedo, de que llevaba una cornada gravísima a la altura de los riñones. De nuevo estábamos equivocados, para suerte de todos.Solo ante el peligro quedó Manili, que acabó con el segundo: al tercero le recibió con una larga de rodillas. se ciñó en las verónicas, hizo dos quites y, como el enemigo daba trazas de cierta manejabilidad, bulló en una faena de muleta muy tosca, muy larga, pero también muy valentona, que remató eficazmente con la espada y le valió una merecida oreja.
El cuarto ejemplar llevaba en sus delanteras defensas la bandera pirata y quería coger, pero Manili es mucho Manili y se fajó con él, expuso el físico muy cerca de los pitones, aguantó achuchones y coladas sin volver la cara y sin desistir en el empeño de hacer faena. Una lección de pundonor dio este torero, que se ganó a pulso el aliento del público, y hubiera cortado otra oreja si no llega a fallar con el descabello.
Y en esto que salió Ortega Cano, tan fresco y repeinado, para matar al quinto, un galán cornalón y astifino ovacionado de salida, cuyas condiciones para la lidia resultaron buenas, aunque parezca raro. La faena del reaparecido torero resultó excesivamente larga, con demasiados enganchones, pero estuvo construida con valor y tuvo momentos importantes, principalmente en dos series de derechazos en los pases de pecho, y en la estocada final ganó la oreja.
Del pollo al escándalo
Aquí lo del pollo, que obsequió al torero uno del tendido durante la vuelta al ruedo, y aquí las risas que provocó la captura del corretón, huidizo y pimpante pollo por todo el redondel. Y de aquí al escándalo, porque, devuelto el sexto al corral salió un sobrero de Marín Marcos, cuando estaba anunciado oficialmente uno de Torrestrella, ganadería de lujo si las hay. La bronca, el altercado, el lanzamiento de almohadillas, alcanzaron caracteres bélicos y la protesta se acentuó aún más, si cabía, al dar señales de invalidez total el sobrero colado por arte de birlibirloque. Y a todo esto, en el palco, zaherido de palabra con los más gruesos vocablos de la lengua castellana, nada: allí, sordos, ciegos, mudos y mancos. Con hacerse los sordos, los ciegos, los mudos y los mancos cubren el expediente, mientras el público -en este caso el torero también- queda burlado. Manili terminó pronto con el sobrero del engaño y nos fuimos a casa. La corrida, que había empezado apocalíptica, terminaba con tomadura de pelo. Alguien nos comentó que el reglamento de régimen interior que firmaron en su día la diputación y la empresa prevé que... No seguimos: ese papel es de tanta risa como lo del pollo.
Babelia
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