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Boskov: "Mucho más bonito que la final de Copa de Europa"

Boskov se hizo ayer hincha de Victorino y de Ruiz Miguel. Era su tercera experiencia en los toros y disfrutó como nunca: « Espectáculo grande, mucho más bonito que final Nottingham-Hamburgo». También su mujer lo pasó en grande, pero la hija de ambos, que estudia en un intemado de Ginebra y pasa unos días de vacaciones en Madrid, lloró cuando vio picar el primer toro, apenas fue capaz de mirar al ruedo y prometió no volver.El matrimonio Boskov había asistido sólo un par de veces a los toros, una en Zaragoza y etra en Madrid, pocos días atrás. Las dos experiencias fueron decepcionantes: «El otro día vinimos ilusionados a ver a Curro Rornero, pero no hizo nada». Daba la impresión de que con otro fracaso la fiesta perdería definitivamente dos clientes.

La presencia de Victorino junto al vomitorio del tendido dos despertó el interés de Boskov, por los corrillos que se forman a su alrededor: «Es la estrella de la fiesta», le explican. «Donde van sus toros se llena la plaza, porque sin toros no hay corrida». Una vez acomodado tiene la sorpresa de ver a su díscolo y vivaz extremo Juanito subir por las escaleras: «El y Angel son los que más hablan de toros en la plantilla. Claro, como son andaluces».Un buen aficionado (un asturiano que consiguió dejar al margen su resentimiento por la eliminación del Spórting ante el Castilla) le explica que ninguno de los toreros es figura, porque las figuras no quieren toros difíciles: «Claro, como en fútbol. La estrella quiere el balón al pie, pero alguien tiene que buscarlo».Al poco de saltar el primer toro comienza el calvario para la hija de los Boskov, que llora en cuanto ve el primer puyazo. Su madre trata de consolarla, pero no es fácil. Ella opta por mirar casi continuamente hacia el suelo, y sólo de cuando en cuando prea, unta con curiosidad por qué el caballo tiene un ojo tapado, o quién hace los trajes de los toreros, o cuánto pesa un toro.

El matrimonio Boskov, sin embargo, se mete de lleno en la corrida, y el hincha asturiano se multiplica para satisfacer su curiosidad: «¿Qué es casta?», «Qué es derrotar?», «¿A quién pitan?», «¿Por qué aplauden?» Les parece aplastantemente lógico que los tres espadas sean andaluces.

El cárdeno que sale en cuarto lugar les entusiasma hasta el punto de que cuando duda si acudir o no al caballo Boskov le elogia: «Toro listo». Ruiz Miguel les entusiasma en este toro, e incluso la hija es incapaz de apartar su mirada de la brava faena del gaditano. Se entusiasman cuando cae el toro y la plaza se puebia de pañuelos. Por pudor de principiantes no exhiben los propios, pero miran con anhelo al palco y suspiran aliviados cuando el presidente concede la segunda oreja.

Les aburre Galán, del que comentan: «No tiene clase, no se queda quieto y el toro se le escapa ». Campuzano vuelve a elevarles el ánimo, aunque a Boskov le desagrada un desarme que sufre nada más empezar la faena; pero aprecia algunos de sus movimientos, y cuando Agapito le levanta el toro con la puntilla se lleva un pequeño disgusto, porque piensa que puede perder la oreja.

La apoteosis final llena sus ojos y sentencia: «Mucho mejor espectáculo que la final de Copa de Europa». En la calle, camino del coche, comentan alegres lo que han visto, pero el aficionado asturiano les desanima: «No es fácil volver a ver una corrida así». Sin duda, la hija de los Boskov no regresará «Es cruel tratar así a un animal, y e toro es un animal prec.ioso», perc sus padres se marcharon decidido a repetir experiencia. Victorino y Ruiz Miguel ganaron dos hinchas.

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