_
_
_
_
Tribuna:SPLEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los pensionistas

Este es un país de pensionistas y de mancos. Aquí, en seguida te jubilan o te dejan manco. Como yo ahora me he roto un brazo y no puedo escribir, me doy una vuelta por la cola de los pensionistas de la Administración local, que es una cola de medio luto y medio pelo, melancólica en apariencia, pero que en seguida se me encampana y se pone muy tarasca en cuanto me acerco a preguntar:-Mire usted, don Francisco, que estamos aquí haciendo cola desde 1974, para cobrar los atrasos de todo este antaño.

Siete años de cola, siete años llevan en la cola los de la Hermandad de Pensionistas de la Administración local de España, viudos, viudas, jubilados, retirados, bronquíticos, enlutados, enlunados, lunáticos y devotas de santa Gema Galgani. De vez en cuando se muere alguno, claro, o se marea, se cae una señora de buena familia, le da la alferecía a la viuda de un jefe de negociado que tuvo don Emilio Castelar, o se van unos cuantos pensionistas a ver una película «S», para hacer tiempo, y vuelven a la cola. O sea, que_todo lo que llevamos de democracia lo llevan de cola estos españoles marginales, estos viceespañoles, este remanente marengo y melancólico de un pasado que está presente.

-Y luego está, don Francisco, el incremento de pensión 1980, pendiente de la OM, del BOE del DGAL, del ST, de la AT, Oficialía Mayor, Presidencia del Consejo y todo el rollo. A primeros de junio, si todas esas siglas se ponen de acuerdo, nos pagan el incremento con los atrasos desde enero. ¿Usted cómo lo ve, don Francisco?

Víctimas de este siglo de siglas, como diría Dámaso Alonso (a quien: sólo el talento y Góngora han. salvado de esta cola), los pensionistas son también víctimas de la Munpal, que no sé lo que es, pero que ellos consideran una discriminación «absurda, injusta y bárbara». Si uno no fuera un escritor manquito, como Cervantes y Valle, como todo escritor español que quiere escribir a derechas desde la izquierda, uno podría hacer algo por estos pensionistas hermanados, a quienes ahora, para más sadoca, les mandan a hacer la declaración de impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, lo cual que no se aclaran cómo se redacta esa planilla, que viene a mermar sus inexistentes ahorros y a fatigar su ya oxidado pendolismo.

-Si hasta Suárez necesita un asesor para la declaración de la cosa, don Francisco.

Cuando el régimen, algunos ministros de Hacienda, encargados en hipótesis de trabajo de revisar las cuentas de los grandes bancos, pasaban luego, después de la pasada del motorista, a los consejos de administración de esos mismos bancos, Los pensionistas y mutualistas se han pasado la vida sombría aforando una pasta para el retiro y la vejez, pero ahora se ven en la cola y la intemperie, desde 1974 los más ternes, y la pastizara no aparece por parte alguna, que siendo pura abstracción el ahorro que hicieran, sólo parece realidad el descuento que les hacen. Hay privilegiados que sobrepasan las 11.000 pesetas mensuales, lo cual que es un delirio y una ordalía, pero los que han muerto últimamente en la cola de la ventanilla de la cosa no saben que Hacienda ha disminuido bárbaramente su sobre, como consecuencia de una reforma fiscal que Paco Ordóñez, yo bien lo sé, no quería llevar por ahí.

Son cinco millones de pensionístas, familiares y amigos, que han entregado dossiers y cosas a los partidos políticos y a la prensa, que tienen prevista la asistencia médico/ farmacéutica desde 1960 y llevan veinte años esperando, no la aspirina para dos de Woody Allen, sino la aspirina para dos millones de viudas y otros dos de viudos, refirados y reumáticos de alma. España, país de grandes mancos con pena y pequeños pensionistas sin gloria, es una sociedad de colas y colistas, pero nada como esta cola de jubilados, que lleva siete años bajo la cellisca democrática con el cazo puesto, y de la que me alejo tomando el chapeo y guardando la espada, porque no hubo ni hay nada que hacer. Manco ya y pronto viejo, me salvaré de esta cola porque no estoy apuntado a nada. Puede uno morirse de hambre sin hacer cola.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_