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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Hay que pagar

En la edición del día 10 inserta EL PAÍS una carta al director bajo la rúbrica de «No pago», firmada por B. R. O.El firmante anónimo declara, por si acaso con sólo las iniciales, pero con admirable intrepidez, que no pagará sus impuestos. El es demócrata, estricto demócrata, «fiel y cumplidor», y por eso mismo no pagará, pues no quiere contribuir a la corrupción de TVE y, además, él no ha votado al partido que está en el Gobierno. La actitud de este demócrata concuerda con la de no pocos que son todo lo contrario, según pública confesión, y con otros muchos que se aprovechan de la crisis económica para no pagar sus deudas y del guirigay político para evadir al fisco. No pago es el grito unánime. Tales coincidencias pueden darse precisamente porque la evasión y el fraude fiscal nada tienen de demócratas. Son un modo de estafar a la comunidad y a los que pagan por honradez o por necesidad. Efectivamente, B. R. O. no es demócrata y por no serlo camina en amigable compañía con toda esa gente. Será, en el mejor de los casos, un egócrata, que viene a ser lo mismo que «autócrata».

¿Corrupción? Yo, que he vivido inuchos años en el extranjero -fui exiliado casualmente del anterior régimen-, puedo asegurarle a B. R. O. que España, justamente, no se caracteriza por la corrupción. Es de lo más decente del gremio en cualquiera de sus regímenes (o, sí usted lo prefiere, lo menos indecente). Tiene otros pecados, me temo que peores, como acredita el propio B. R. O. Por lo demás, si en las mejores democracias no se pagaran los impuestos porque se dilapida el dinero público y hay corrupción, no existiría en el mundo ninguna democracia. Pues, ¿qué se ha creído? La única ventaja de las democracias es que suelen airear sus pecados en vez de tapujearlos.

No sorprende que un innominado B. R. O. diga lo que dice. Pero sí nos aflige que un gran diario responsable, obligado al magisterio, del que estamos todos muy necesitados, publique el mal ejemplo cívico en una carta anónima. ¿No tendrá esto algo que ver con el fracaso de todo intento de democracia en España? Se suele echar la culpa a la intolerancia y a la agresividad, incluso criminal, de la derecha, extrema y aun menos extrema, y no hay en el aserto nada calumnioso. ¿Y la izquierda? ¿No es, en todo caso, actualmente, menos sino más críminal aún? Pero es peor su estúpida demagogia, fatal para la democracia, desde el pronunciamiento de Riego -La Fontana de Oro- hasta la Segunda República, un necio sectarismo, estéril, unido a una total impotencia revolucionaria (no fue capaz de haber hecho una revolución en serio ni hizo sino revultosiomes verbalizantes y turbulentas). Son los eternos «jabalíes» de la España invertebrada, que diría Ortega./

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