Energía y empleo, claves económicas del debate del martes
La aceleración y el reforzamiento del Plan Energético y una política racional y estricta en el sector público son las dos consecuencias económicas más importantes que se derivan del texto remitido por el Gobierno a las Cortes para el debate del próximo martes, informa Efe.Después del debate parlamentario es previsible, según fuentes de la vicepresidencia Económica del Gobierno, que se dé urgencia a las previsiones contenidas en el programa energético, incluso reforzando algunos sectores de producción de energía, pese a la impopularidad que resulte de algunas medidas.
En cuanto al sector público, el Gobierno continuará con una política de austeridad, atendiendo a la eficacia y racionalización de la gestión de las empresas del sector público y a una contención de las demandas salariales de la Administración y de la Seguridad Social.
La actual situación económica requiere una serie de acciones necesarias para establecer las bases de nuestro relanzamiento económico. Según manifestaron las referidas fuentes de la vícepresidencia, es necesario, en primer lugar, una mayor concienciación de los ciudadanos ante el hecho de las últimas elevaciones de los precios del petróleo; ello requiere, como consecuencia, que el Gobierno se exija a sí mismo un cumplimiento estricto de los puntos establecidos en el Plan Energético Nacional.
Necesario control del sector público
Otro elemento indispensable es el control del sector público, que se vería complementado con la mejora de las relaciones laborales. Mejora que ha comenzado por la firmadel acuerdo marco entre UGT y CEOE, hecho que fue calificado hace una semana por el vicepresidente Abril Martorell, con ocasión de la asamblea de la patronal madrileña (Ceim), como el acontecimiento más importante del año en materia económica. Como complemento se valoran positivamente las últimas decisiones en cuanto a estrategia sindical de Comisiones Obreras.«La nueva subida de los crudos tendrá una repercusión sobre la economía mundial superior a la que se experimentó como consecuencia de la crisis de 1973-1974», afirma el documento remitido al Congreso.
Según la misma fuente, hay que considerar la crisis de la energía como «un elemento permanente en la situación económica mundial». De no haberse producido esta nueva escalada de precios de los productos energéticos, nuestra inflación se hubiera reducido en cinco o seis puntos, la tasa de desempleo probablemente se hubiera estabilizado y la tasa de crecimiento estaría situada en alrededor de un 4%. A este respecto hay que señalar que, mientras en 1978 nuestra factura por productos petrolíferos era de 4.000 millones de dólares/año, este año ha pasado a 12.000 millones de dólares, lo que supone unos 70.000 millones de pesetas mensuales.
Ante esta situación, el documento señala que la crisis energética y la atención al empleo son, en este momento, las únicas prioridades que puede contemplar una política económica.
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