Cuatro policías, heridos en París en un nuevo atentado de un comando corso
La escalada de la violencia que viene observándose en este país empieza a inquietar a los franceses que, hasta el presente, se han considerado al abrigo «del mal de nuestro tiempo». Un joven muerto, en París, como consecuencia de una confrontación entre los estudiantes y las fuerzas del orden, y cuatro policías heridos, también en la capital, por un comando de los separatistas corsos del Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), hacen temer que el «engranaje de la violencia» se instale en Francia.
Ayer, al alba, un comando del FLNC, el movimiento independentista de Córcega disparó desde un coche, con un arma automática, contra la policía que vigilaba la Embajada de Irán. Hirió a cuatro números del Cuerpo, a tres de ellos en las piernas y a uno en la cabeza. Según un comunicado difundido pocas horas después, el FLNC respondía así a las penas de prisión contra siete militantes procesados los últimos días.Anteayer el Tribunal de Seguridad del Estado condenó a esos militantes a penas que van de ocho a tres años de cárcel. Unas horas antes, el mismo FLNC había depositado un artefacto explosivo en el palacio de Justicia parisiense que causó algunos destrozos.
Es la primera vez que este movimiento independentista, desde que fue fundado en 1976, ataca a las personas. Hasta la fecha, todos sus atentados fueron contra los bienes. Por ello, se estima que el FLNC ha dado un paso «histórico» en su lucha por la independencia de la isla. Desde hace varios meses «el Frente», como se le llama en Córcega, debatía sobre la conveniencia de inscribir a las personas entre los objetivos de su lucha armada. .
Como en el caso del País Vasco francés, aunque muchísimo más agudo, debido a la concienciación de los corsos, París entiende que el único problema actual de esta región francesa es económico. La mayoría de los corsos, por el contrario, estiman que se trata de un problema político e institucional.
Por otro lado, el martes, en la universidad parisiense de Jussieu, en el Barrio Latino, volvió a respirarse el clima de mayo de 1968. La policía invadió el campus universitario para expulsar a los estudiantes que ocupaban los locales; un obrero parado, Alain Begrand, de treinta años, forzado por la carga policial, saltó desde una terraza y murió instantáneamente. Desde hace varias semanas se multiplican los incidentes en esta universidad (la segunda del país con 30.000 estudiantes) y en otras de provincias.
La razón de los disturbios es una ley gubernamental que se refiere a la «selección» de los extranjeros que deseen estudiar en Francia. Esa normativa se considera «racista», ya que tiene en cuenta la ideología, el país y la condición de los eventuales aspirantes a estudiar en este país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.