El Papa finalizó su gira africana
«Adiós, África. Me llevo todo lo que me has dado con tanta generosidad, todo lo que me has revelado a lo largo de este viaje. Que Dios bendiga en cada uno de tus niños y que te haga gustar la paz y la prosperidad». Con estas palabras, Juan Pablo II se despidió de estas tierras antes de iniciar el viaje de regreso a su residencia del Vaticano, adonde llegó ayer por la noche.
El Papa, que ha pasado tantas horas bajo este ardiente sol africano, estaba rojo como una langosta y parecía menos cansado que en otros viajes. Su «guardaespaldas», el gigantesco arzobispo Marcinkus, que no le perdió de vista ni un instante durante todo el viaje, nos aseguró: «Este Papa no confesará nunca que está cansado».El último encuentro del Papa en África fuera para vosotros, en sos: «He querido», les dijo Juan Pablo II, que mi última visita en África fuera para vosotros, en quienes quiero abrazar a todos los leprosos y enfermos de África».
Esta declaración del papa Wojtyla de que en sus viajes «se encuentra especialmente con los dirigentes de la sociedad, ha sido considerara muy importante porque confirma la impresión, que existía entre los observadores, de que es voluntad del Papa entablar relaciones con los hombres del poder y no, como se había dicho, que era algo que tenía que soportar en su calidad de jefe de Estado.
Durante este viaje, por primera vez ha ocurrido que entre algunos miembros de la misma representación oficial vaticana que acompaña al Papa ha empezado a manifestarse una cierta perplejidad, y hasta malestar, por esta actitud del Papa de dedicar tanto tiempo a los actos oficiales y por los numerosos encuentros con los jefes de Estado de cada país visitado.
Por ejemplo, durante su última etapa del viaje africano, Costa de Marfil, en menos de dos días de estancia, el Papa se ha encontrado exactamente siete veces con el presidente de la RepúbIica, Huphuet Boigny, el cual, como el general Mobutu, en Zaire, se había casado horas antes de que llegara el Papa para legitimar su situación como católico y poder recibir públicamente la comunión de manos del Papa.
Hay quien intenta justificar esta actitud del Papa diciendo que Juan Pablo II, que había mantenido siempre relaciones muy tensas y dialécticas con las autoridades civiles en Polonia, ahora desea mantener relaciones cordiales con todos los jefes de Estado, convencido profunda y sinceramente de que esto podrá ayudar al desarrollo de la Iglesia y a quitar hierro a las tensiones internacionales.
A los 100.000 jóvenes, durante la misa en Yamussiukro, el Papa les dijo que debían construir una sociedad «original y típicamente africana»; pero conciliando la fidelidad a las tradiciones con los valores de la civilización moderna. Les aseguró que la fe cristiana no es sólo para gente sencilla y para niños y acabó diciéndoles que debían huir «como de la peste» de los modelos de sociedad «fundados sobre el bienestar individual, el dios dinero, la lucha de clases, el materialismo y la violencia».
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