Nuevas medidas represivas contra la huelga de metalúrgicos brasileños
«Nuestra legislación sindical necesita una alentadora modernización», dijo el presidente brasileño, Joäo Batista de Figueiredo, en su discurso a los trabajadores el 1 de mayo del pasado año, dando a entender que la democratización podía extenderse al campo social. Un año después, el contexto es totalmente diferente: para contener la huelga de metalúrgicos de los suburbios industriales de Säo Paulo -que dura desde hace un mes-, el presidente Figueiredo ha aplicado las disposiciones más represivas de esta legislación.
Este año, rompiendo con la tradición, el presidente brasileño ha preferido abstenerse de dirigir discurso alguno a los trabajadores y se ha limitado a celebrar la fiesta del trabajo asistiendo en Brasilia a un partido de fútbol, organizado apresuradamente a tal efecto. Por su parte, el Gobierno prohibió a las organizaciones sindicales cualquier acto conmemorativo del Primero de Mayo.La jornada fue, pues, tensa. Todas las vías de acceso a Säo Bernardo, barrio industrial de la periferia de Säo Paulo, fueron bloqueadas por la policía militar. Las arterias principales de la ciudad fueron ocupadas desde la noche anterior por fuerzas de choque.
Manifestación del Primero de Mayo
Sin embargo, estas medidas intimidatorias no lograron impedir que decenas de millares de trabajadores se dirigieran hacia la príncipal iglesia de Säo Bernardo, donde se celebró una misa, seguida de un desfile por las calles de la zona industrial.Los incidentes estallaron delante de la misma iglesia, a la salida del acto religioso. Pero ante la auténtica marea humana que confluía en el lugar, la policía se vio obligada a retirarse, dejando la vía libre al cortejo, que concluyó con un mitin, en el que estuvieron presentes cerca de 90.000 personas.
La capacidad de movilización que demostraron los metalúrgicos de Säo Paulo, el Primero de Mayo puede dar renovado vigor a su movimiento, que empezaba a dar señales de agotamiento. Los huelguistas temen que los empresarios apliquen ahora una disposición legal que les permite despedir en masa a los trabajadores, después de treinta días de «abandono del trabajo ». El ministro de Industria ha afirmado que, «a partir de hoy, no habrá más huelguistas, sino únicamente despedidos».
Mientras tanto, la represión sigue golpeando a los dirigentes sindicales. La DOPS (policía política) de Säo Paulo ha pedido oficialmente a los tribunales militares la prisión preventiva para 18 líderes sindicales -la mayoría de los cuales se encuentran detenidos desde el 19 de abril- y que sean juzgados por la ley de Seguridad Nacional.
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