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Las principales fuerzas de Euskadi respaldan al empresario que se niega a pagar el impuesto revolucionario

«Este gesto nos lava la cara frente al clima de cobardía colectiva que se está apoderando de Euskadi». Así resumía ayer Juan Manuel Epalza, veterano dirigente nacionalista y director general hace unos días del Departamento de Interior del Consejo General Vasco, su impresión ante la carta abierta a ETA difundida la víspera por el industrial guipuzcoano Juan Alcorta, anunciando públicamente su intención de no pagar el «impuesto revolucionario».

Mientras en los medios políticos vascos se resaltaba la personalidad del empresario Alcorta, los dirigentes de la mayoría de los partidos, incluyendo Garaikoetxea, se expresaban también en términos de admiración ante «la valentía y coraje» del industrial guipuzcoano.Juan Alcorta, hermano del que durante mucho tiempo fuera popularísimo mentor del boxeador Urtain, Patxi Alkorta -suegro, a su vez, del militante de ETA Mikel Gardoki, muerto a tiros por la policía en 1975-, es una persona muy conocida en San Sebastián, de cuyo equipo de fútbol, la Real Sociedad, fue directivo hasta hace dos años. Políticamente se le considera próximo al PNV. Su hijo mayor, Juan, es militante de la coalición abertzale Izquierda de Euskadi (EE) y está casado con Maite Moreno Bergareche, hermana del dirigente de ETApm Pertur, desaparecido en Hendaya en julio de 1976 en circunstancias nunca suficientemente aclaradas.

Se supo ayer, por otra parte, que el consejo nacional del PNV (EBB), reunido durante el último fin de semana en Pamplona, dedicó la mayor parte del tiempo de la sesión, celebrada por primera vez bajo la presidencia de Xabier Arzallus, a discutir precisamente el tema del «impuesto revolucionario» y sus repercusiones de todo tipo sobre la convivencia social en Euskadi. En la reseña facilitada al final de la reunión se hacía una referencia expresa a la voluntad nacionalista de defender «los bienes y las personas» frente a quienes «no están dispuestos a respetar el funcionamiento democrático de la sociedad vasca y pretenden imponer otros cauces».

Juan Manuel Epalza, que desde su puesto en el Departamento de Interior del CGV tuvo conocimiento de numerosos casos de extorsión económica similares a los denunciados por el señor Alcorta, reveló ayer, ante varios periodistas asistentes al acto de la toma de posesión de los consejeros del Gobierno vasco, que el envío de cartas de ETA exigiendo el pago del «impuesto revolucionario» se había extendido últimamente a gentes de toda condición, incluyendo pequeños industriales y profesionales. «En este contexto», añadió, «resulta digno de resaltar el hecho de que en el mismo día se hayan producido dos actos de valentía que merecen todo nuestro respeto y son dignos de resaltar: el de Juan Alcorta y el del policía que se enfrentó a los del comando en el autobús de Oyarzuri».

Por su parte, Carlos Garaikotxea, que prometió una declaración oficial de la presidencia, rindió también tributo al valor del industrial guipuzcoano y consideró que la acción «encaja perfectamente con lo que yo dije en Guernica sobre la necesidad de que cada ciudadano asuma su cuota de riesgo a la hora de oponerse al macabro negocio del impuesto revolucionario.

El presidente de la UCD del País Vasco, Jesús María Viana, insistió, por su parte, en el «valor ejemplar, como acción ciudadana del gesto de Alcorta». Dicho gesto tiene, en opinión de Viana, «doble significación y credibilidad, por cuanto no procede de un político, sino de un ciudadano normal». Para el socialista García Damborenea, es «admirable el coraje de Alcorta al hacer pública su convicción, que, por otra parte, es una evidencia de que, ni a nivel individual ni a nivel colectivo, se resuelve el problema cediendo».

Para Juan Infante, de la ejecutiva del Partido Comunista de Euskadi, la carta debe considerarse una «llamada a que no sólo los partidos políticos, sino «todas las instituciones y organismos colectivos del País Vasco asuman claramente el problema».

Por otra parte, el comité de empresa de Koipe, a una de las entidades que gestiona Alcorta, pide que «dejen en paz a este empresario, amigo y compañero, que tanto bien está haciendo por la economía de nuestro país, por los trabajadores y por la sociedad».

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