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La CEE reitera su apoyo a Estados Unidos en su crisis con Irán

Soledad Gallego-Díaz

Los jefes de Gobierno de los nueve países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE) acordaron ayer, en la reunión celebrada en Luxemburgo, expresar su solidaridad con «el Gobierno y el pueblo norteamericanos» y reafirmar su voluntad de adoptar serias acciones económicas contra Irán si el 17 de mayo próximo no se ha producido ningún avance significativo en la situación de los rehenes estadounidenseses. Los nueve, en un gran esfuerzo por restañar las heridas que en la imagen y prestigio de su mayor aliado ha causado el fracasado intento de rescatar a los rehenes de Teherán, así como de volver la atención internacional sobre la Unión Soviética, relanzaron inesperadamente el tema de Afganistán.Los acuerdos de la cumbre de Luxemburgo serán comunicados a la Administración Carter por el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Emilio Colombo, quien viajará próximamente a Washington con este objetivo. Según fuentes oficiosas, el señor Colombo solicitará también garantías de que Estados Unidos no promoverán ninguna otra acción militar en el golfo Pérsico.

La repentina dimisión del secretario de Estado norteamericano Cyrus Vance, acaparó todos los comentarios en los pasillos del centro europeo de Kritberg.

Fuentes oficiosas belgas resaltaron, por su parte, que la dimisiói no podía producirse en peor momento, desde el punto de vista de los aliados: «Precisamente cuando Europa va a expresar su apoyo a Carter, su secretario de Estado expone públicamente sus diferencias con él ».

Siempre oficiosamente, puesto que se trata de «un asunto interno de Estados Unidos», los aliados europeos recuerdan que el ex secretario de Estado ha sido uno de los más decididos defensores de la vía diplomática en cooperación con Europa. «A él se debieron», explicaron diplomáticos franceses, «las fortísimas presiones recibidas por los ministros de Asuntos Exteriores para que el pasado día 21 los nueve adoptaran medidas de boicoteo contra Irán ».

Reforzar a Carter

Las decisiones del Consejo Europeo respecto a la crisis de Irán no se han separado un ápice de lo previsto. Los nueve estaban obligados, ahora más que nunca, a expresar públicamente su solidaridad con Norteamérica, a fin de no deteriorar más la imagen de su principal aliado y de no aumentar el clima de nerviosismo que parece rodear al presidente Carter, en plena campaña electoral.

La absoluta necesidad que tiene Europa occidental de evitar un enfrentamiento armado en el golfo Pérsico, del que recibe la mayor parte de sus aprovisionamientos energéticos, quedó de manifiesto desde el primer momento. El propio presidente de Francia, Valery Giscard d'Estaing, a su llegada aLuxemburgo el pasado domingo, declaró públicamente: «Debemos proseguir nuestros esfuerzos en solidaridad con Estados Unidos para lograr la liberación de los rehenes. La acción de Irán constituye una flagrante violación del derecho internacional».

Las moderadas declaraciones de Giscard, uno de los más duros críticos de la política exterior norteamericana, reflejaban claramente la situación de los países miembros de la CEE: apoyar a Carter reforzando, ante la Unión Soviética, la imagen de un Occidente auténticamente unido en las grandes crisis, y exigir, al mismo tiempo, al presidente norteamericano que actúe en colaboración con sus aliados, olvidando la idea de una iniciativa militar en la zona.

Los nueve desean distraer la opinión pública mundial de los efectos de la desastrosa aventura militar estadounidense en Irán, y dirigirla, por el contrario, hacia la invasión soviética de Afganistán, mucho más importante -afírman- desde un punto de vista internacional, que la retención de los rehenes norteamericanos. Los esfuerzos por desviar la atención de Irán no se dirigen sólo hacia la opinión pública de sus respectivos países, sino, muy especialmente, hacia la opinión pública y el propio presidente norteamericano.

A fin de relanzar la problemática de Afganistán, los jefes de Gobierno reunidos en Luxemburgo han acordado modificar algo su propuesta de Roma, relativa a la neutralidad de es te país asiático. En el acuerdo de Luxemburgo, los nueve hablan de un Afganistán «neutral y no alineado» y aseguran que su propuesta no es rígida ni cerrada, sino que, por el contrario, está abierta a todas las sugerencias que puedan formular los países islámicos y el movimiento de los no alineados.

La Comunidad Europea responde así al anuncio formulado por Irán de que solicitará una cumbre de no alineados para para tratar «de la agresión imperialista norteamericana en su territorio» y advierte a la URSS que, caso de celebrarse, el tema de Afganistán saltaría a la palestra.

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