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Reportaje:

La Bolsa puede recuperarse si existe voluntad de cambio

Hoy se cumple el sexto aniversario de la caída de la Bolsa. El 25 de abril de 1974, y coincidiendo con la revolución de los claveles portuguesa, las bolsas españolas iniciaron una trayectoria descendente ininterrumpida de la que aún no han sido capaces de salir.Con motivo de este triste aniversario, EL PAIS ha invitado a reflexionar sobre los antecedentes, situación actual y previsiones de futuro de la Bolsa a varios expertos. El grupo de discusión ha estado compuesto por el ministro de Economía, José Luis Leal; el subgobernador del Banco de España, Mariano Rubio; el director general de Política Financiera, Vitorio Valle; los directores de los servicios de estudios de las bolsas de Madrid y Valencia, Bias Calzada y Ernest Sena; el secretario general del Instituto de Analistas de Inversiones, Eduardo Cebollero, y tres agentes de Bolsa de los tres colegios nacionales, José M. Núñez Lagos, de Madrid; José A. Aguirre, de Barcelona, y José M. Baldasano, de Bilbao.

Todos nuestros invitados dieron en aceptar tres razones como determinantes de la actual situación de los mercados de valores. La suma de factores de tipo técnico, político y económico, provocaron la crisis bajista, en la que aún nos vemos envueltos.A las razones técnicas de un principio se sumó la inestabilidad política previa a la aprobación de la Constitución. En los últimos tiempos, además, la conciencia de que las empresas tienen muchas dificultades para ganar dinero está llegando al gran público, según apuntó Blas Calzada.

Razones técnicas

En una Bolsa como era la del año 1974, donde las cotizaciones de bastantes valores superaban hasta en 35 veces los beneficios de las empresas, según Eduardo Cebollero, y las rentabilidades por dividendo eran tan bajas que por sí mismas no justificaban la reinversión, todos los estímulos venían por el lado de las continuas y hasta en algunos casos superpuestas ampliaciones de capital, como señaló Baldasano, La Bolsa se vio conmovida por la crisis mundial que siguió a los primeros reajustes en los precios del petróleo, allá por el año 1972. De hecho, los mercados de valores nacionales dieron el toque de alerta en el mes de noviembre de 1973, y sólo la autorización para constituir doscientas sociedades de cartera en las postrimerías de este año inyectó la suficiente demanda al mercado como para retrasar el principio de la baja en seis meses.Aquella primera crisis trajo consigo un cambio radical en la política de tipos de interés, pasando de una situación de estabilidad a experimentar una serie de convulsiones cuya traducción inmediata fue una serie de oscilaciones al alza, que acabaron desembocando en la auténtica escalada de tipos de interés que hoy conocemos. Este factor determinó la aparición de serios competidores para la Bolsa tradicional, que, en definitiva, no era más que un mercado de acciones, en la forma de extratipos en las cuentas bancarias y en la generalización de bonos y obligaciones, que ofrecían una rentabilidad aceptable, pero que además contaban con un atractivo adicional: su convertibilidad en acciones, al llegar a su vencimiento a precios inferiores a los del mercado, lo cual ayudó a bajar aún más los precios.

De alguna manera esto supuso el inicio de un largo proceso de cambio, del que aún no hemos salido, y en el que el concepto de seguridad, de rentabilidad por la percepción de dividendos, prima sobre los anteriores criterios, basados en unas políticas de crecimiento ininterrumpido de las empresas y que representaban las ampliaciones de capital.

Tal como apuntó José A. Aguirre, nos enfrentamos a un nuevo concepto de Bolsa, en el que se han variado los criterios de selección de las inversiones, y que exige la incorporación de nuevos activos y de nuevas fórmulas de contratación y de acercamiento a los potenciales inversores.

La credibilidad de la propia Bolsa como institución se encuentra en estos momentos en entredicho, comentó Ernest Sena, y este es un factor más a sumar a la pérdida de expectativas de beneficios de las empresas.

Condiciones políticas

Los problemas políticos también tuvieron, y tienen, en opinión de Núñez-Lagos, una importante incidencia en el comportamiento negativo de nuestras bolsas. La Bolsa pertenecía a una organización social propia de épocas pretéritas, que en muchos casos no ha sido capaz de asimilar el cambio político, y que, despreciando las consideraciones de tipo técnico y económico, mantiene con empeño la vista, puesta atrás,considerando con una simpleza poco propia de inversionistas expenmentados que todo tiempo pasado fue mejor. Además, hay que tener en cuenta, conforme apuntó Baldasano, que la mercancía que se negocia en los mercados de valores, es dinero, y éste siempre se ha caracterizado por sus temores y cautelas a la hora de asumir cualquier cambio, sobre todo si en la situación anterior gozaba de una posición de privilegio. La Bolsa del régimen anterior era una Bolsa ficticia, señaló Aguirre, porque era la del derecho de suscripción. Los que mantienen los viejos resabios son absolutamente incapaces de incorporarse a los actuales esquemas que apunta la organización bursátil, y que son, sobre todo, mucho más racionales.José Luis Leal se mostró especialmente interesado en dejar bien claro que la transición había terminado, ya que las posturas nostálgicas no pasan de ser puramente testimoniales y que el sistema democrático está definitivamente instalado.

Realidad económica

En destacar la incidencia en el proceso regresivo de los mercados de valores que habían tenido los condicionantes económicos puso un énfasis especial Mariano Rubio, quien comentó que la Bolsa no hace sino recoger una situación empresarial difícil. Es un mercado, donde se corren riesgos a cambio de percibir beneficios, y cuando en este momento las expectativas de beneficios, en la mayor parte de las empresas del país, son mínimas, tiene, lógicamente, que estar orientada a la baja. A la deficiente estructura financiera de las empresas nacionales, ya tradicional, se suman los acelerados procesos de endeudamiento que han tenido que realizar para mantener su capacidad productiva. El endeudamiento se ha realizado en unas condiciones muy poco favorables, por cuanto la actual situación de carestía del dinero, y la brevedad en los plazos de amortización de los préstamos, condicionan negativamente la actuación de las empresas. Además, los empresarios se encuentran, según apuntó Cebollero, en un dilema. hamletiano: por una parte son incapaces, en las actuales condiciones de elevadísimas tasas de inflación y alto coste del dinero, de expansionarse, pero, por otra, deben seguir creciendo, pues sus deficiencias estructurales no les permitirían sobrevivir.Este fenómeno interesa incluso a las eléctricas, ya que, a pesar de su elevada rentabilidad por dividendo, están sometidas a una serie de incertidumbres sobre su futuro, que determinan negativamente al inversor a la hora de elegir el activo en que materializar sus ahorros, porque, rentabilidad por rentabilidad, prima siempre la seguridad, y en este caso los flujos compradores acostumbran a desviarse hacia la deuda pública o los bonos del Tesoro.

El único sector que parece escapar a este análisis, por lo que a su capacidad de generar beneficios se refiere, es el bancario. No obstante, se apuntó un dato interesante, y es que en las cuentas de resultados de estas entidades no se dotan reservas destinadas a complementar las pensiones por jubilación de sus empleados hasta dejarlas a los niveles del sueldo real, conforme recogen los convenios colectivos del sector. El problema no es acuciante en estos momentos, pues la edad media de los trabajadores de banca es joven, pero precisamente por esta circunstancia los procesos de jubilación serán más acelerados que en otros sectores.

Este tema de las pensiones es delicado, y, en general, corresponde a una fillosofia propia de las sociedades desarrolladas. Hasta hace poco tiempo, las previsiones para casos de enfermedad y vejez se realizaban individualmente, indicó José. Luis Leal, pero en la actualidad se tiende a que estos dos riesgos sean asumidos colectivamente. Con ello el individuo no se siente amenazado en el futuro, y posiblemente pierde una importante motivación para el ahorroprevisión.

Este problema de las pensiones, matizó Blas Calzada, cobra una especial dimensión, porque representa una buena parte del incremento en el gasto público, sin que se proceda a la instrumentación de otro estímulo alternativo que supla la superación del ahorro como factor de previsión.

La necesidad de que las empresas doten unos fondos a este respecto fue apuntada por Mariano Rubio.

La reforma

A lo largo de todo el coloquio se encontró latente el problema de la reforma de la Bolsa. Los representantes de la Administración, que venían mostrando unos criterios muy semejantes en casi todos los temas que se trataron, se mostraron decididamente partidarios de llevar a cabo una reforma profunda de las actuales estructuras, aunque con cautela y aprovechando los momentos más oportunos. La necesidad de ofrecer otra imagen distinta de la Bolsa, el evitar que se reproduzcan los fraudes, controlando las cotizaciones y dotando de transparencia al sistema, y el llevar la disciplina a los mercados de valores fueron las necesidades más acuciantes que destacó Mariano Rubio.Las modificaciones en el procedimiento para acceder a la cotización calificada, la mejora del marco jurídico y de los sistemas de información y la obligatoriedad de hacer públicas tanto las ventas de paquetes importantes como de las emisiones de renta fija, fueron señalados por Vitorio Valle como los cambios que ya están en marcha. La necesidad de la creación de un mercado a plazo, que prácticamente existió hasta la implantación, hace pocos años, del nuevo sistema de liquidación de operaciones, debido a demoras que se producían en la liquidación de las órdenes, fue apuntado por Baldasano, con quien disentía Aguirre por considerar que este mercado a plazos está íntimamente ligado al mercado de acciones y que las posibilidades de este último serán muy reducidas en el futuro.

Un punto en el que coincidieron todos los asistentes fue en la necesidad de desarrollar un mercado secundario efectivo de títulos de renta fija, que permita dotar de liquidez a las obligaciones, bonos y cédulas, con lo que venga a cumplirse una de las máximas de-todo mercado de valores que se precie, y que es garantizar la liquidez de los activos en él contratados. La creación de unos intermediarios especializados en este campo y que tuvieran acceso al mercado monetano para su financiación, fue señalada por Marlano Rubio como una solución a considerar.

Optimistas expectativas de futuro

En lo que respecta a las expectativas de futuro del mercado de valores, todos los asistentes al coloquio se mostraron optimistas. La necesidad de realizar reformas sustanciales en las estructuras de los mercados no sólo bursátiles, sino financieros, fue una constante en todos los juicios emitidos. Pero la necesidad de la Bolsa dentro del contexto de una economía de mercado fue ampliamente puesta de manifiesto, incidiendo Núñez Lagos, una vez más, en la necesidad de olvidar la Bolsa franquista del pasado, que posiblemente va a guardar escasas semejanzas con la que nos espera.Con el fin de la crisis económica renacerá la atención de los inversionistas por el mercado de valores, e incluso quedará más de manifiesto la necesidad de una Bolsa moderna, seria y plural, que sirva para canalizar los excedentes de ahorro de las economías domésticas hacia los grandes sectores productivos del país.

Los representantes de la Administración coincidieron, una vez más, a la hora de señalar que la situación presente es mejor que la de hace sólo unos pocos años y que con el desarrollo de un mercado hipotecario, la transparencia informativa de las empresas que coticen en Bolsa, la instrumentación de un mercado secundario de la renta fija más eficaz, la posible incorporación de nuevos activos, e incluso del mercado a plazo, se dotará a la Bolsa de los instrumentos suficientes como para cumplir el papel que le corresponde en una sociedad de economía libre y dentro de un sistema político plural y democrático, que, en palabras de Núñez Lagos, es el amito propio de cualquier Bolsa.

Los agentes y especialistas señalaron en sus conclusiones la dificil recuperación del mercado de acciones, la necesidad de una reforma a fondo del sistema y, en cualquier caso, se refirieron a que con las actuales tasas de inflación y elevados precios del dinero, la recuperación de los mercados bursátiles es cuando menos muy problemática. Mostraron un moderado optimismo, cuya expresión correspondió al comentario de Sena: «Se puede ser optimista en relación a los mercados de valores, si realmente existe una voluntad de cambio».

Aunque resulte un tanto paradójico, todas las opiniones se mostraron coincidentes en que los incentivos fiscales no supondrían una solución definitiva al problema porque, como señalaba Maria.no Rubio, el regalar dinero es absurdo, máxime cuando lo único que se consigue es aumentar el déficit presupuestario.

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