Subasta de don Fernando
La Sotheby's Londres/Madrid es otro peñón de Gibraltar que nos ha salido a los españoles. Algo así como una chamarilería ilustre o tienda de antigüedades españolas en el pico de The Rock, con sucursal en la madrileña calle del Prado. Cada semana subastan un cuadro español, un documento, una cosa. A mí es que me tienen en un grito. Acabarán subastando el Peñón mismo, que es ya una curiosidad para los estudiosos del Derecho Internacional, o subastando España entera, que toda ella es pieza de arte, o subastando a don Marcelino Oreja como versión portátil y democrática de Castiella y Martín-Artajo. Dicen que Franco se lo decía a Castiella:-Pero qué pesado se pone usted, Castiella, con eso del Peñón.
Ahora la Sotheby's subasta un importante documento de Fernando el Católico, en relación con el testamento de Reyna Ysabel de Castilla. La papela está firmada «Yo, el Rey», lo cual mola, y saldrá a subasta el 29 de este mes -april-, con un lote de cartas autógrafas y manuscritos. Es el lote 93 y puede llegar a las 300.000 púas, o sea una pela larga, que el Gobierno español debiera disponer ya mismo para que el autógrafo no vaya a una biblioteca universitaria nor teamericana a distraer la atención, pecosa de vagos y futuros hispanistas. Esto se lo escribió don Fernando, el 20 de marzo de 1505, a Sancho de Paredes, y trata de las disposiciones en el testamento de la difunta reina sobre la venta de sus propiedades en Segovia, así como todas las demás, salvo las donadas a la iglesia de Granada y «las que Fernando escoja». El testamento establece que el rey debe seleccionar y guardar ciertos objetos como una continua memoria del singular amor que a Su Señoría siempre tuve y aun porque siempre se, acuerde que ha de morir y que lo espero en el otro siglo y con esta memoria puede más santamente y justamente vivir».
Dios, y qué bien escribían el castellano en el siglo XVI, incluso los reyes. Eso del otro siglo por el otro mundo es un hallazgo de la reina que sólo igualarla Quevedo siglo y medio más tarde. Al final del texto está el inventario detallado de los objetos que Fernando escogiera. Franco y los llamados nacionales hicieron una guerra para conservar España, porque eran conservadores, pero luego, curiosamente, no conservaron nada, de modo que la España histórica por la que habían luchado y muerto anda dispersa en lotes, subastas, evasiones artísticas y de las otras. No les reprocho nada, ya hoy, salvo que no fueron consecuentes consigo mismos. Quiere decirse que hicieron -los que la hicieron- una política de mala fe (que era la expresión utilizada por Sartre para designar a veces la moral de la derecha). Mucho «Gibraltar español», cuando la posguerra, pero había y hay otro Gibraltar que nos duele más a los letraheridos de la Historia y la cultura. La Roca no es más que un montón de rocas, después de todo, pero hay un montón de estatuas, ángeles, cuadros, nombres, reyes, documentos, retablos, cosas, que es el Gibraltar por donde se desangra el ser de España. Dice Pierre Drieu la Rochelle: «Amo a Francia como a una mujer encontrada por la calle». Yo amo a España como a una mujer encontrada en la Sothebys de Londres en una subasta. La noche en que llegué al Café Gijón un escritor ministerial me pegó la bronca:
-Si fuérais españoles de verdad, los jóvenes escribiríais de Gibraltar.
-¿Y entonces de qué iba a escribir García-Serrano?
Hoy cumplo aquella conminación franquista y digo que España, si es algo, es ese algo que se despieza mensualmente, semanalmente, en subastas como la de la Sotheby's, para decoración y confort de coleccionistas, millonarios o, en el mejor de los casos, hispanistas. El Gobierno tiene que mangar esa papela real, pagando lo que sea, para empezar a hacer la que no ha hecho: una democracia ilustrada.
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