María del Mar Bonet, la magia es la voz
María del Mar Bonet ha estado actuando el jueves y el viernes en el teatro Alcalá Palace, de Madrid. Entre otras cosas que ocurrían al margen del recital, es cuestión de comentar los precios que se piden por ese local y que han llegado al ¡medio millón! de pesetas por un sábado cualquiera. Así, de verdad, no vamos a ninguna parte, y es que, con esos precios, las entradas para ver a un grupo de segunda se iban a poner por las nubes. Sacar los pies del tiesto se le llama a esa postura.María del Mar Bonet es uno de esos valores que tiene la cançó, capaces de resistir el paso de todos los tiempos, precisamente porque no ha identificado su música con situaciones coyunturales, por muy agrias que éstas fueran. Pero ella misma afirma que «las cosas parecen haber cambiado mucho, pero después del caso Joglars, a mí no me da la impresión de que hayamos llegado a una nueva situación. Ahora se ha extendido la idea de que hay que dejar de hacer canción reivindicativa, y, sin embargo, yo, que casi nunca la he hecho, pienso que es un error, que todavía quedan las mismas cosas por denunciar, los mismos atentados contra la libertad que combatir».
Pero, lo cierto es que esta mujer, puede hacer lo que le venga en gana, sencillamente porque su reivindicación es la música. Su voz es de una pureza casi asustante, una de esas voces que transfiguran al cantante, que le superan para hacerse independiente y provocar una caricia sensual, que de puro tenue nunca llega a una explosión orgasmática. Eso es su voz, acompañada con buena técnica por las guitarras de Lautaro Rosas. Ocurre, sin embargo, que la estética sobre la cual se apoya esa voz tiene unas características muy determinadas, hasta el punto de que impiden el desarrollo más amplio de la capacidad vocal de María del Mar. Y es una estética nada ciudadana, referida de manera constante al folklore de las islas y a sus connivencias y fusiones con la música árabe.
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