Cubanos anticastristas asesinaron al arzobispo Romero
Las autoridades policiales salvadoreñas, que, con la colaboración solicitada de la Interpol, tratan de esclarecer el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero, han recibido informes fiables, por parte de servicios norteamericanos de inteligencia, que el grupo cubano anticastrista Omega 7 habría sido el contratado para acabar con la vida del prelado.Uno de los integrantes de dicha organización, al parecer de nacionalidad venezolana, que ya está prácticamente identificado a través de las fotografías que tomó un reportero local, aunque se desconoce su paradero, fue el autor material del asesinato. Según las mismas fuentes, Omega 7 recibió por su siniestro trabajo la cantidad de 50.000 dólares (más de tres millones de pesetas).
Expertos extranjeros en balística, contratados por el arzobispado de San Salvador, examinan en estos momentos las esquirlas de la bala que mató al obispo. La versión más generalizada es que el disparo fue hecho con un arma de alto alcance y potencia, posiblemente un fusil Galil, desde treinta metros de distancia, y por alguien que estaba a más altura que la del prelado, pues el impacto del proyectil siguió una trayectoria de arriba abajo.
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El asesinato del arzobispo fue planeado con anticipación
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Ha circulado la especie, sobre la que no ha habido pronunciamiento oficial, de que los servicios de seguridad salvadoreños habían detectado la presencia en el país de un grupo de cubanos que infundió sospechas al Gobierno. Se dice también que las autoridades de la Junta estaban a punto de tomar medidas para aclarar las razones de la estancia en El Salvador de dicho grupo. Esta versión confirma la tesis de que la muerte de Oscar Arnulfo Romero estaba planeada con bastante anticipación y que solamente se estaba a la espera del momento oportuno para materializarla.
La muerte del arzobispo ha provocado, paradójicamente, una abrupta detención del ritmo de víctimas que la violencia política y la represión estaban produciendo en el país. Durante el día de ayer, las autoridades judiciales solamente tuvieron que reconocer el cadáver de una persona muerta a balazos.
Existe el temor, sin embargo, de que la prevista concentración masiva de personas en la plaza de la catedral, en cuyo interior se celebrarán las exequias y será inhumado el cuerpo del prelado, pueda ser aprovechado por provocadores para crear una situación de caos.
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