Medio ambiente
En relación con la carta de Pedro A. García y doce firmas más, aparecida el pasado 13 de marzo, quisiera hacer algunas matizaciones.En primer lugar, quiero manifestar, en contra de lo que se afirma en la carta, que soy catedrático numerario de Sociología, rama de Ecología Humana, en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense desde diciembre de 1975, habiéndolo sido de Sociología en la Universidad de .Málaga desde julio de 1971. Además de no haber dejado de dar mis clases nunca, dirijo el departamento de Población y Ecología de dicha facultad de Políticas.
Respecto a las relaciones de esta subsecretaría con grupos ecologistas, puedo decir que se planteó, con motivo de la discusión en la CIMA de la ley del parque nacional de Doñana, conveniencia de que al movimiento ecologista lo representara un representante miembro fijo en el pleno, en contra de los variables con que contaba hasta el momento.
A raíz del I Congreso sobre Espacios Naturales se iniciaron las gestiones con la Federación del Movimiento Ecologista, que nos comunicó que el secretariado provisional lo asumiría la asociación DEPANA, con la que desde entonces mantuvimos todos los contactos sobre los plenos de la CIMA.E
s por ello que en noviembre de 1979 remitimos el borrador de la ley de Medio Ambiente a dicho secretariado, poco antes de ser informado en el pleno, sin que ninguna representación del movimiento ecologista asistiese a la reunión.
Siempre ha sido difícil saber quién representa en realidad a las cerca de doscientas asociaciones que tenemos detectadas, ya que no se encuentran federadas en una sola organización. Pienso que los dirigentes de Amigos de la Tierra estarán de acuerdo conmigo en que hay muchas organizaciones que no están integradas en ella.
Por otra parte, yo no dije en mi entrevista que fuese la Federación de Amigos de la Tierra la que se había invitado, sino la del Movimiento Ecologista.
Tampoco es cierto que pertenezca a ningún grupo ecologista ni que haya pertenecido, cuando es posible que, precisamente ahora, me haga miembro de dos o tres.
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Finalmente, respeto totalmente las opiniones en contra de este o cualquier otro proyecto de ley de medio ambiente, pero, por las mismas razones, creo que también tengo derecho a defender mis opiniones, entre las que reitero la de pensar que, independientemente de las intenciones, las consecuencias objetivas de la oposición al proyecto de ley (cuando exista realmente) por parte de algunos grupos pueden ser muy beneficiosas para ciertos intereses económicos que se oponen a una mayor intervención y unidad gestora de la Administración para proteger, restaurar y mejorar el medio ambiente.
Aprovecho, no obstante, esta ocasión para reiterar nuestra continua disposición al diálogo con los diferentes grupos ecologistas.
(subsecretario de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo)
Madrid
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