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Juan Pablo II, profundamente impresionado

Juan Arias

El asesinato del arzobispo de San Salvador ha causado profunda impresión al Papa. La noticia se la comunicó a Juan Pablo II su secretario particular apenas se despertó. El Papa, después de haberse recogido en oración, escribió un mensaje en español dirigido al presidente en funciones de la Conferencia Episcopal salvadoreña.Juan Pablo II afirma que, al conocer la noticia del «sacrílego asesinato», no ha podido dejar de expresar su más profunda reprobación de pastor universal «ante este crimen execrable que, además de flagelar de manera cruel la dignidad de la persona, hiere en lo más hondo la convivencia de comunión eclesial y de quienes abrigan sentimientos de fraternidad humana». El Papa añade que pide para que los «queridísimos hijos de El Salvador, deponiendo para siempre todo atisbo de violencia o de venganza mezquina, logren hacer cada vez más asequibles las vías de la fe y del amor cristiano, cuya fuerza es garantía de auténtica salvación y de justicia».

Precisamente, el papa Wojtyla había recibido hace sólo unas semanas a monseñor Romero en audiencia privada, para informarse personalmente de la situación en San Salvador.

EL PAIS conversó con el arzobispo asesinado en Puebla, México, con ocasión de la Conferencia Episcopal de América Latina. Acababan entonces de matar a dos sacerdotes de su diócesis: « Los han acusado de ser marxistas revolucionarios, pero no es cierto. Eran dos sacerdotes ejemplares, que se habían puesto abiertamente de la parte de los oprimidos y que predicaban el Evangelio sin miedo.» Y añadió: «Claro que en un pueblo como el mío, donde la mayor parte son aún analfabetos y donde la riqueza está en manos de unos cuantos y la miseria es de todos, decir, por ejemplo, que Dios ha creado la tierra para todos y no sólo para las multinacionales es considerado subversivo.»

Hablando de los peligros que corría, dijo: «Tengo miedo como todos los humanos, pero cuando se ha abrazado la radicalidad del Evangelio es una contradicción aceptar escoltas o protecciones. Son privilegios que no se puede permitir quien tiene la obligación de predicar la justicia y la verdad. Yo tengo que arriesgarme como cualquier otro ciudadano de mi pueblo en la lucha por la libertad.»

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