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Asesinado el conde de Aresti, directivo de dos empresas vascas

Tres personas fueron asesinadas en el País Vasco durante las últimas 48 horas, sin que hasta ahora tales muertes hayan sido reivindicadas por sus autores. No obstante, todo parece indicar que la tregua observada por ETA militar durante la campaña para las elecciones vascas se ha roto, cuando falta una semana para la constitución de¡ Parlamento de Euskadi. El único asesinato de ETA militar antes de las elecciones, fue cometido el día 20 de febrero pasado, mientras ETA (p-m) ha reivindicado el atentado dirigido en Madrid contra el general Esquivias, el pasado día 18 de marzo, en el que resultó muerto un soldado.

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Un único disparo, con entrada por la nuca y salida por la frente, acabó ayer con la vida de Enrique Aresti Urien, conde de Aresti, cuando poco después de las ocho y media de la mañana ascendía por las escaleras que conducen a las oficinas de las dos empresas en que trabajaba, situadas en el mismo edificio, en el centro de Bilbao. El calibre de la munición empleada y las circunstancias de¡ atentado apuntan hacia ETA militar como más probable autora del hecho.El señor Aresti, algunos de cuyos familiares aseguraron no tener noticia de la existencia de amenazas previas a la víctima, hacía una vida muy regular, recorriendo siempre el mismo itinerario entre su domicilio, en la Gran Vía bilbaína, y la sede de la compañía de seguros La Unión y el Fénix, situada en el paseo de El Arenal, de la que era subdirector. Cada mañana, a las ocho y media en punto, entraba en el portal del viejo edificio de la compañía de seguros, donde también se encuentra la sede de la consignataria de buques Maura y Aresti, de la que era director gerente.

El apellido Aresti aparece ligado, desde comienzos de siglo, a las familias más, representativas del capitalismo minero siderúrgico vasco. El abuelo de la víctima, Enrique de Aresti y de la Torre, fue presidente de la Diputación Foral de Vizcaya entre 1898 y 1902 y gobernador civil de la provincia entre 1907 y 1909, puesto para el que fue nombrado por el entonces presidente del Consejo, Antonio Maura. El titulo nobiliario de conde le fue concedido a Enrique de Aresti por el rey Alfonso XIII en 1908, y desde 1950 una plaza bilbaína lleva su nombre.

Se da la circunstancia de que José María Maura, socio del padre de la víctima y fundador de Maura y Aresti, fue asesinado hace 45 años en el mismo edificio donde se produjo el atentado de ayer. El asesinato de 1935 fue protagonizado por un individuo que se hizo pasar por paralítico. Una vez en presencia del señor Maura, sacó de debajo de la manta con que cubría sus rodillas un arma, disparando repetidamente contra la víctima antes de levantarse de la falsa silla de ruedas y darse a la fuga.

El atentado de ayer se produjo en el primer tramo de la escalera que conduce a las oficinas de la companía de seguros. Enrique Aresti estaba a punto de llegar al primer rellano, cuando un desconocido efectuó a sus espaldas un único disparo, en trayectoria de abajo hacia arriba. El proyectil, tras atravesar la cabeza de la víctima -que falleció en el acto- quedó incrustado en la pared frontal, a una altura de unos dos metros, dada la trayectoria seguida por el mismo.

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Una persona, que al parecer llegó a cruzarse con el autor de los disparos antes de que éste saliese nuevamente por el portal de la casa número 1 del paseo del Arenal, subió al primer piso, donde comunicó a los empleados de la compañía de seguros que en el descansillo había un hombre caído en el suelo.

Varios empleados de la empresa que dirigía el señor Aresti encontraron a éste semiarrodillado en los últimos escalones anteriores a dicho rellano, con la cabeza caída hacia adelante y un agujero en la nuca del que manaba un hilo de sangre. Aunque no presentaba signo alguno de vida, fue inmediatamente trasladado al servicio de urgencia del Hospital Civil de Basurto, donde sólo pudo certificarse su muerte. El portero del inmueble se encontraba en esos momentos cargando las calderas de la calefacción, por lo que nada pudo ver. Tampoco observaron nada anormal lo dos guardias municipales que a unos seis u ocho metros del portal regulaban la circulación en el cruce situado frente al teatro Arriaga.

Enrique Aresti contaba 62 años de edad, estaba viudo desde 1962 y era padre de cinco hijos, la mayor de 27 años y la menor de diecinueve. Las primeras versiones que circularon por Bilbao, relacionando el asesinato con una presunta negativa del señor Aresti a pagar el «impuesto revolucionario», no fueron posteriormente confirmadas por datos fehacientes y, de hecho, personas relacionadas familiarmente con la víctima negaron a varios periodistas conocer tal circunstancia.

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