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Setecientos muertos en un nuevo episodio de guerra, civil en Chad

En setecientos muertos se estima el primer balance del nuevo episodio, iniciado el viernes pasado, de la guerra civil que arrasa Chad desde que accedió a la independencia hace dos años. Francia intenta esta vez ejercer de árbitro y se dispone a repatriar a los setecientos franceses residentes en este país-cerrojo entre las dos Africas, negra y musulmana. Carter ordenó ayer la evacuación de los veinte funcionarios de la embajada norteamericana en Yamena.

La última batalla sangrienta, entre el sur cristiano de Chad y el norte musulmán, se desarrolló durante los meses de febrero y marzo de 1979. Ahora la guerra religiosa ha cedido el paso a la guerra por el poder entre las dos tendencias nordistas teóricamente más fuertes: por un lado, la que encabeza el jefe del Gobierno, Gukurii Ueddei, y la que sigue al ministro de la Defensa, Hissene Habre.Durante todo el fin de semana los combates han sido muy duros. El embajador francés consiguió lograr el domingo un alto el fuego, pero un tercer ejército, sudista, dirigido por el vicepresidente del Gobierno de Yamena (capital de Chad), se pensaba ayer en París que lo habría violado.

Las autoridades francesas mantienen en Chad 1.100 soldados, que, por ahora, no han intervenido.

El embajador, como el Ejército galos, tras haber ayudado al Sur contra el Norte, intentan ejercer un papel mediador entre las diversas tendencias, sin apoyar explícitamente a una de ellas. Hasta la fecha, su diplomacia se ha revelado ineficaz.

Chad es un país de cuatro millones de habitantes que, desde hace dos años, busca y no encuentra su equilibrio, quizá por su carácter artificial. La primera división está significada por el norte musulmán y el sur cristiano. En total, once tendencias, étnicas, militares y políticas.

Los intereses franceses en Chad son más políticos que económicos. Chad es un país-cerrojo entre las dos Africas, musulmana y negra. La diplomacia gala estima que si el país se abandona a las querellas linternas, alimentadas por las once tendencias político-étnico-religlosas, la desestabilización sería el resultado cierto que aprovecharían las naciones fronterizas (Libia, Nigeria, Sudán). «Así empezaría la explosión generalizada del continente», creen las autoridades francesas.

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