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La situación de los rehenes, complicada por la decisión de Reza Pahlevi

El secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, declaró ayer en Nueva York que la salida del ex sha de Irán de su refugio panameño hacia Egipto podría ser un elemento que complicara aún más las negociaciones para la liberación de los cincuenta rehenes norteamericanos detenidos en la embajada de EEUU en Teherán desde hace 142 días. En medios de la ONU se espera que la comisión internacional encargada de investigar el pasado político del ex sha de Irán viaje en fecha próxima otra vez a la capital iraní.Por otra parte, en Washington, un portavoz de la Casa Blanca recordó que Estados Unidos incluso habría aceptado un regreso del ex sha de Irán a territorio norteamericano «por razones humanitarias». Recordó que Hamilton Jordan, jefe del gabinete de la Casa Blanca, viajó a Panamá para mediar entre el Gobierno panameño y el ex sha de Irán, a propósito de una eventual intervención quirúrgica del ex monarca, afectado de cáncer, en el hospital militar de EEUU en la zona del canal de Panamá, hecho que el Gobierno de Torrijos habla aceptado, pero entre tanto el ex sha decidió buscar un nuevo refugio en las cercanías de El Cairo.

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A nivel político, la Administración Carter negó que el ex secretario de Estado Heriry Kissinger y el banquero David Rockfeller hayan intervenido en la salida del ex sha de Panamá, donde existía el temor de que pudiera ser extraditado hacia Irán.

Sin embargo, los observadores políticos opinan que Washington habría preferido dejar al ex sha en su exilio panameño, ante las repercusiones internas que podría provocar en Egipto la presencia del «Hitler de nuestra época», según calificativo de los estudiantes revolucionarios islámicos iraníes que continúan exigiendo el regreso del ex sha de Irán a Teherán, como condición previa para la liberación de los cincuenta cautivos norteamericanos detenidos desde el pasado 4 de noviembre último.

El factor islámico, común entre los pueblos de Irán y Egipto, podría llevar a los egipcios a criticar la acogida del ex sha en su territorio. El presidente, Anuar el Sadat, que viajará a Washington a mediados del próximo mes de abril, para hacer un balance de los acuerdos de paz egipcio-israelíes firmados hace un año en Camp David, «ha tenido que recibir al ex sha presionado por Washington y Tel Aviv», dicen en Teherán. La presencia del ex sha en Egipto, sumada a la indecisión de Israel de cumplir los compromisos de Camp David en lo que concierne a la autonomía palestina en CisJordania y Gaza, podrían ser dos elementos de estímulo para una oposición más radical del mundo árabe al régimen de Sadat, e, incluso, un factor de desestabilización interna de incalculables dimensiones. Esto explica que Washington habría preferido dejar al ex monarca «indeseado» en su refugio tropical de Panamá

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