Polémico centro para emigrantes españoles en París
La Escuela de Formación Profesional para la Mujer es el único centro existente en la Europa de la emigración hispana. Fue creado en París por iniciativa personal de Francisca Calleja, su directora, y desde 1975, como indica su razón social, funciona con el fin de promocionar a las mujeres españolas emigrantes.
Al cabo de esta primera etapa, frente a quienes defienden el centro, subvencionado por los Gobiernos español y francés, surgen quienes lo denuncian como «una trampa cuyas víctimas son las españolas» y los que criticándolo más moderadamente, se preguntan igualmente por su rentabilidad, es decir, si promociona o no a la mujer emigrante.La escuela se ha acogido a la ley francesa de asociaciones de 1901 y, por ello, es una institución privada. La señora Calleja, su fundadora y directora, mediante convenios con los Gobiernos español y francés, consigue las subvenciones necesarias para asegurar el funcionamiento de dicho centro. El año pasado recibió veinte millones de pesetas de ambas administraciones y unos dos millones de los miembros bienhechores, más doscientos francos anuales pagados por cada alumna.
La señora Calleja afirma que trescientas alumnas cursan sus estudios en el centro, en el que se imparten enseñanzas de peluquería, taquimecanografía, estética y corte y confección. El curso pasado, de 87 matriculadas para el título final lo consiguieron nueve.
La directora, a partir de estos datos, estima que «la escuela tendrá defectos, como todo; pero que hagan otra mejor. Las alumnas están contentas, como usted puede comprobarlo. Rindo cuentas meticulosamente y no es posible decir cuántas muchachas, pero muchas están trabajando gracias a sus estudios en el centro. Algunas de las ex alumnas que lo critican lo hacen por despecho, porque fracasaron por falta de cultura».
Quienes denuncian el funcionamiento de la escuela, e incluso su existencia, establecen ambigüedades de todo orden que les incitan a interrogarse sobre la efectividad de un centro privado subvencionado por el Estado. El Ministerio francés de Trabajo hace poco más de un año realizó un estudio sobre la escuela. Este trabajo resalta «la heterogeneidad de la edad (entre catorce y 51 años), de la antigüedad de residencia en Francia y del nivel de escolarización». El mismo estudio señala que la dirección debe hacer un esfuerzo «para que se definan mejor las condiciones de admisión y los objetivos».
La Asociación de Mujeres Españolas Emigrantes en Francia (AMEEF), según declararon varias portavoces a EL PAIS, es mucho más radical al denunciar «los equívocos de todo orden: la enseñanza, por necesidad, dada la desigual formación de las alumnas, es ineficaz. La señora Calleja, respaldada por el carácter privado del centro, no aclara ni la administración, ni el número de las españolas emigrantes, a quienes demagógicamente se les hace creer que van a encontrar empleo. Por otra parte, el Gobierno español subvenciona para que las españolas se queden aquí y, por el contrario. los franceses ponen dinero para que se vayan a España». Sobre este punto, el equívoco parece evidente: el estudio oficial francés ya referido explícita «el principal objeto, de acuerdo con la vocación de la escuela, consiste en facilitar el regreso a España mediante el aprendizaje de un oficio calificado».
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