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Rafael Escuredo acusa a UCD de devaluar la Junta de Andalucía

El presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, suspendió ayer la reunión del consejo permanente del organismo preautonómico ante la ausencia injustificada de cuatro de los seis representantes de UCD. Escuredo decidió, asimismo, no volver a convocar el consejo en tanto el partido centrista no aclare cuál es su posición real en la Junta y quiénes son sus portavoces en ella.

Para justificar su decisión, Escuredo señaló por la tarde, en conferencia de prensa, que desconocía oficialmente si Miguel Sánchez Montes de Oca es o no portavoz de UCD en el pleno de la Junta, si José Sánchez Faba lo es o no en el consejo permanente y quién ha de sustituir al dimitido consejero de Agricultura, Pedro Valdecantos, también de UCD. Aclaró igualmente que la reunión del consejo prevista para el pasado viernes había sido retrasada precisamente a petición del partido centrista, con objeto de que pudieran asistir sus seis representantes.«No estoy dispuesto a consentir que se juegue a la ceremonia de la confusión con el pueblo andaluz y que se olvide a dos millones y medio de ciudadanos que votaron el 28 de febrero por una autonomía con el mismo techo político que la recogida en los Estatutos de Sau y Guernica», declaró Escuredo, quien añadió que la actitud de UCD no es seria y que en un momento tan trascendental como el que vive Andalucía cada partido debe asumir sus responsabilidades y no permitir que la Junta se devalúe.

Tras señalar que el presidente en funciones de la UCD andaluza, Félix Pérez Miyares, había mantenido con él una entrevista en la misma mañana de ayer y que en ella le manifestó su voluntad de recuperar la política unitaria que se venía practicando en la Junta hasta la espantá centrista de finales de enero, el presidente denunció que «en política ya no valen ni las palabras ni las buenas intenciones, que no se correspondan luego con actuaciones reales».

Escuredo criticó duramente las declaraciones del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, en el sentido de que el problema andaluz hay que despojarlo de la pasión que ahora lo envuelve para resolverlo racionalmente, «como si fuésemos niños pequeños que hemos cogido una rabieta y hay que dejar que nos cansemos de llorar y nos durmamos».

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