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El PNV se perfila como el partido ganador, aunque en minoría, en las elecciones al Parlamento de Euskadi

El parte meteorológico anuncia lluvia para hoy en Euskadi. Como suele ser costumbre, el dato, de confirmarse, será resaltado el lunes por los partidos cuyos resultados electorales hayan quedado por debajo de sus expectativas. Pero, de momento, los chubascos contribuyeron ayer a enfríar una jornada de reflexión que siguió a la subida de temperatura que caracterizó los últimos días de la campaña para la elección del Parlamento vasco.

Un millón y medio de vascos han sido convocados para dotarse a sí mismos, por primera vez en la historia, de un órgano legislativo común. Entre ese millón y medio de personas mayores de dieciocho años que tendrán la oportunidad de emitir su voto no figurará aquel que, según todos los indicios, está llamado a presidir en los próximos cuatro años el Gobierno que surgirá del Parlamento que se elige hoy: el navarro Carlos Garaikoetxea no podrá hacerse la típica foto con la papeleta en la mano. El dato no dejará, sin duda, de ser resaltado por quienes ya han anunciado que no participarán en un Parlamento que, por no representar a Navarra, califican despectivamente de «vascongado» e incluso «vascongadillo». El calificativo, habitual en los mítines de Herri Batasuna, acaba de provocar una polémica histórico-lingüístíca, iniciado por el miembro de la Academia de la Lengua Vasca y candidato de Euskadiko Ezkerra, José Luis Lizundia, para quien la expresión «vascongado» ha sido utilizada hasta principios del siglo XX para designar, precisamente, al conjunto de los cuatro territorios de habla euskérica, Navarra incluida.El Parlamento que se elige hoy en estas dos provincias y en Alava será, por tanto, el primer órgano político común a los tres territorios.

El Parlamento vasco estará formado por veinte representantes de cada una de las tres provincias. Este criterio de representación igualitaria fue motivo, durante la elaboración del Estatuto de Guernica, de los más enconados debates. Las fuerzas de izquierda, partidarias de un sistema de representación proporcional esctricta, reprocharon al PNV pretender imponer, mediante este sistema, y con la excusa de su filosofía confederal, un criterio que en la práctica se traduzca en una sobrerrepresentación de hecho de las zonas rurales respecto a las urbanas.

Según establece la disposición transitoria primera del Estatuto vasco, el actual Consejo General deberá convocar al Parlamento electo en un plazo máximo de treinta días. En dicha reunión constitutiva, el Parlamento tendrá, como primera misión, la de nombrar el presidente del Gobierno vasco, que designará, a su vez, los componentes de su Gabinete. Se abre, pues, un plazo de negociaciones durante el cual, y en función de los resultados de hoy, deberán ponerse las bases para el establecimiento de una mayoría parlamentaria que permita gobernar.

Carlos Garaikoetxea, indudable candidato número uno para tal puesto, advirtió al comienzo del período electoral contra «las brechas que los excesos verbales de la campaña pudieran abrir entre partidos que pueden verse obligados a colaborar al día siguiente». La advertencia, a la luz de los últimos sondeos conocidos, no parece exenta de realismo. Si se repitieran los resultados del 1 de marzo de 1979, el PNV, que sería la minoría mayoritaria, obtendría no más de. dieciocho o diecinueve escaños. Pese a la insistencia de este partido en la necesidad de «una mayoria fuerte para una crisis fuerte », ni los más optimistas de entre sus miembros piensan en la posibilidad de obtener los 31 diputados que garantizarían la mayoría parlamentaria.

En cualquier caso, todo depende de la capacidad negociadora que los resultados de hoy otorguen a cada partido. Y demasiadas incógnitas penden todavía sobre la situación política vasca -tan parecida a un laberinto- como para adelantar pronósticos más allá de la evidencia de que el PNV seguirá ocupando la primera plaza. Como para ilustrar esta fluidez de la situación, un circunspecto ciudadano bilbaíno comentaba ayer en voz alta cuando, poco antes de las ocho de la noche, se dirigía al estadio de San Mamés: «Como esta noche pierda el Athlétic, mañana voto a Herri Batasuna.»

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