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Vapuleo mutuo entre Ricardo de la Cierva y los socialistas

El Gobierno tiene en proyecto revisar las disposiciones que han impedido la exhibición en España de la película El crimen de Cuenca; la falta de protección a la película El proceso de Burgos no se extenderá a la pérdida del beneficio de cuota de pantalla y exhibición cineinatográfica; hay programados diversos actos oficiales para conmemorar el primer tentenario de Pablo Picasso, y es posible todavía que RTVE adquiera la película El Misteri de Elche. Estas fueron las novedades más sobresalientes expuestas por el ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, ante la Comisión de Cultura del Congreso, en una sesión que se inició con un vapuleo mutuo de la izquierda y el señor De la Cierva.

La exposición inicial del ministro sobre el programa de actuación cultural del Gobierno, basada en la declaración de Adolfo Suárez en el acto de investidura y en la concepción de UCD, que, según Ricardo de la Cierva, sitúa a la cultura por encima de la política, no fue bien recibida por socialistas y comunistas. La enumeración de una serie de proyectos de ley y de decretos, así como la exhibición de los propósitos ministerialei de coordinacion y revitalización cultural, dentro de la « flagrante » escasez del presupuesto anual -unos 20.000 millones de pesetas-, que obliga a su departamento, por ahora, a una función casi puramente testimonial, fueron condenadas por el socialista Rafael Ballesteros por confusas, incoherentes, desordenadas y carentes de filosofía política.El diputado socialista valoró la intervención como dadaísta, surrealista («no estamos en este país para actitudes lúdicas en materia cultural», dijo) y entró en un terreno de ataque personal al ministro (aludió a su nombramiento como «consolación política» y a las pre vias maniobras dentro de UCD) que no quedó sin respuesta por parte de Ricardo de la Cierva.

"Condena sectaria"

Ricardo de la Cierva explicó que su exposición («impresionista, no dadaísta», puntualizó) no había sido más amplia y concreta para dejar paso a las preguntas precisas de los diputados y que no esperaba «condenas sectarias» ni acusaciones basadas en la traslación de los propios deseos de estar en el Gobierno, y fruto de la «espantosa inmadurez» del Grupo Socialista y, en el caso del señor Ballesteros, de su carácter infantil, que le inclinaba al pataleo, a pesar de que «la inteligencia del señor Ballesteros es mayor de lo que se ha empeñado en demostrarnos». Ballesteros se revolvió contra la ironía sobre su inteligencia y atribuyó a Ricardo de la Cierva haber asumido «lo peor del franquísmo» y no estar acostumbrado a la libertad y a la democracia.

Más pacífico y menos apasionado fue el ataque al ministro protagonizado por la comunista Pilar Brabo, quien se unió a los socialistas en la sorpresa ante la exposición del señor De la Cierva y en su imposibilidad para formular preguntas concretas. Pilar Brabo recordó las intervenciones de los anteriores ministros, Pío Cabanillas y Manuel Clavero («sistemáticas y con un plan cultural detrás, aunque no estuviéramos de acuerdo con él»), y echó en falta la explicación del contenido de las futuras leyes enumeradas, una alusión a los Medios de Comunicación Social del Estado y la posición ministerial sobre los graves problemas de la libertad de expresión.

El andalucista Juan Carlos Aguilar criticó el «feroz enfrentamiento verbal» producido, que, según dijo, no impide los consensos. Aguilar aprovechó para preguntar al ministro, entre otras cosas, sobre las ayudas para el congreso de cultura andaluza. El ministro premió el tono «serio y constructivo» del diputado del PSA con el anuncio del incremento de la ayuda para el congreso andalucista, lo que suscitó reticencias de los diputados socialistas.

El ministro de Cultura anunció el apoyo centrista a la moción de Antonio de Senillosa sobre los archivos de NO-DO, detalle que agradeció el diputado de CD, quien atribuyó a la generosidad y espontaneidad de Ricardo de la Cierva su «caótica y poco sistemática» intervención. Senillosa aprovechó para preguntar al ministro por el proyecto de ley de información y el consabido carné de prensa que ni el franquismo se atrevió a consagrar. El ministro contestó que esta materia no es de su competencia, si bien a nivel personal su posición está próxima a la de Senillosa.

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