Barjola: "Soy un pintor heterodoxo y no me gusta repetirme"
El pintor extremeño Juan Barjola (1919) inaugura esta tarde, en la madrileña galería Biosca, una nueva exposición que comprende más de sesenta cuadros y ocho dibujos. Hay una gran expectativa ante esta muestra, dado que el artista no exponía individualmente desde hace ocho años. El propio Barjola, hombre cordial y de pocas palabras, nos habla sobre el significado especial de esta reaparición.Este hombre apacible, solitario y austeramente comunicativo presencia con serenidad el montaje de sus pinturas más recientes. Quisiera que sus personajes desgarrados ahora hablasen por él. Son fantasmas de carne y hueso, pintados con cariño intensamente sobrio, sorprendidos en ese turbio instante en que el dolor se funde con la verdad. Hay en Barjola una mirada mansa y compasiva hacia esos hijos ciegos de su clarividente pincel. Hay un calvario nunca estéril de estilos muy diversos que conducen a una meta presente, donde todo se clarifica a través del recuerdo de la infancia.
Acerca del motivo de tantos años de espera para exponer, Baijola se limita a decir: «Es preciso que todo madure lentamente. En realidad, parezco muy pacífico y, por consiguiente, capaz de no ir a contrapelo de esa moda de exponer año tras año. Pero, en el fondo, soy un heterodoxo y no me gusta repetirme. Quisiera que cada reaparición mía estuviese motivada por una novedad real en mi quehacer.» Bajo la máscara de una expresión pictórica desenfadada, el pintor ha ido creando espacios de magistral latido, signos originales, imágenes rotundas: «El extremeño es un hombre de síntesis.» Y lúcido a la hora de analizar su aportación: «He conseguido una dicción más plana que antes. Me parece, asimismo, que hay más riqueza de color. Y pienso que el grafismo ha ganado en potencia.»
Se le cuelga a Barjola con frecuencia el sambenito de lo baconiano. El no rechaza el tema: «Parto del hecho de que Bacon es un gran pintor. De todas formas, y aunque parezca petulancia, pienso que su mundo es mucho más limitado que el mío. Yo puedo ser sensible a cierta gestualidad suya, pero sin renunciar a mi propia estética. Una estética que, en última instancia, sería más deudora del colorido de Matisse o del aspecto gráfico de Picasso.» Vamos mirando cuadros, a manera de ilustración tangible. Y Barjola añade: «Es muy peligroso el eclecticismo que predomina en nuestra época. Pero yo no tengo nada contra el edecticismo si uno sale elegir lo bueno de cada tendencia. A la postre, las obsesiones personales son las que predominan en la obra de todo buen pintor.»
Vive Juan Barjola lejos de Madrid, no frecuenta cafés, escucha música, pinta en solitario o pasea por el campo: «Sólo veo a los amigos de tarde en tarde. Y no es que no me guste la ciudad ni que me pase todo el día pintando. Ocurre así...» Hablamos de la joven pintura española y de si es tolerante ante sus frutos: «Soy tolerante con todo lo bueno, sea abstracto o figurativo, joven o viejo. Además, ¿quién no ha digerido ya la vanguardia americana, que fue vanguardia hace más de treinta años?»
Para Barjola, la modernidad es muy antigua: «A mí me fascina el Renacimiento. Supuso una inmensa revolución en todos los campos. Y es una revolución no superada. Cuando uno está pintando un cuadro y coloca una figura en un ángulo, mal puede olvidarse de la lección renacentista. Todas las estéticas posteriores le son deudoras y, en los momentos de crisis, el Renacimiento reaparece a la manera de un espejo providencial.»
Babelia
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