El referéndum andaluz

«Los andaluces fueron llamados, el jueves 28 de febrero, a manifestar si querían acceder inmediatamente a una autonomía plena y entera. Ha faltado poco para que los partidiarios del sí obtuviesen la victoria. Han sido mayoritarios en seis de las ocho provincias meridionales. Pero el obstáculo había sido colocado muy alto: era necesaria la elección en cada provincia de la mayoría de los electores inscritos. Para la izquierda y los nacionalistas, que propugnaban el sí, era un riesgo, pues la abstención no ha cesado de progresar en la España del desencanto democrático. Por otra parte, tuvo un aliado inesperado: el partido gubernamental mismo, que ha pedido a sus partidarios que no votaran o que votaran en blanco. ( ... )Esta consigna ha sorprendido a todo el mundo. ¿Se ha visto jamás un Gobierno boicotear un referéndum que ha organizado él mismo? ¿No es adoptar la actitud que los centristas han reprochado a los separatistas vascos, cuando han desertado de las urnas en consultas precedentes? ( ... )

Inflación del censo electoral -debido a la emigración importante de Andalucía-, hermetismo a la pregunta planteada al electorado, limitación del tiempo de la campaña electoral y de posibilidades de propaganda, hinchazón artificial a última hora del número de electores en dos provincias: los partidarios del sí podrán acusar al Gobierno de no haber desempeñado un papel muy honesto en el referéndum andaluz.

Ahora bien, la prueba tenía su importancia. Andalucía representa el 17% del territorio y de la población española. Es una de las regiones con mayores contrastes del país; una zona de transición hacia Africa, el centro de una cultura original. (...)

Los partidarios del sí han presentado la autonomía como uno de los medios de resolver los males tradicionales de la región, debidos al desigual reparto de la tierra y al atraso industrial. Temen que el fracaso del jueves radicalice aún más a una fracción de la población.

1 de marzo