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La producción es el gran "pozo sin fondo"de las cuentas de RTVE

Para los responsables de Radiotelevisión Española, producir programas constituye el objetivo del trabajo de la casa. A esta función se dedica gran cantidad de fondos. Pero estos gastos no están controlados, según los interventores; se producen con gran discrecionalidad por parte de los responsables de cada producción y, en general, se ignora cuál es el coste real de cada producto. Las ideas que se ofrecen a RTVE se contratan en muchos casos sin concreción en un guión que a última hora tiene, en muchos casos, que improvisarse.

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La programación es en Radiotelevisión Española algo así como la columna vertebral de su actividad, y su elemento medular, los programas que la integran. De ahí que los interventores del Ministerio de Hacienda que recibieron el encargo gubernamental de realizar una auditoría del organismo contemplaran el apartado de la producción de programas como una parte esencial de su informe. «El objetivo de RTVE», escriben, «es la emisión de programas. La existencia de los mismos supone su producción, y para ésta se requieren medios tanto materiales como personales. En consecuencia, la existencia de una planificación en la emisión traería consigo una planificación en la producción y, por ende, en las áreas suministradoras de los medios que aquélla requiera.»El empleo del condicional induce ya a prever que la conclusión de que tal planificación no existe es inminente y que, por tanto, la utilización de los abundantes medios materiales y personales de RTVE deja mucho que desear, haciendo prácticamente inevitable la contratación -ya se verá en qué condiciones- de otros ajenos a la voluminosa y costosa estructura del organismo, que permanece así en una inexplicable infrautilización permanente.

Dicho de otro modo, resulta que en el capítulo de la producción Radiotelevisión Española sólo aporta de modo invariable el dinero -mucho dinero-, sin someter a control la utilización de los fondos, sin exigir un compromiso previo respecto del producto final y, como ya se ha señalado en el capítulo anterior, sin extraer posteriormente la adecuada rentabilidad a la inversión realizada. En definitiva, un absoluto caos, en el que una parte -RTVE- pone y los demás -el resto de las partes- recogen todos los frutos.

Planificación al trimestre

El informe de la intervencion define así ese caos: «Sólo existen previsiones de emisión para tres meses; es decir, en el primer trimestre se elabora la previsión de lo que va a emitirse en el segundo, y así sucesivamente. Y aun así, en la mayoría de los programas se desconoce con la antelación suficiente el contenido de los mismos, ya que no hay guiones.»

A pesar de la pluralidad de departamentos, comisiones, juntas y deliberaciones previas, el camino que recorre cualquier productor o promotor de programas con destino a la programación de Radiotelevisión Española tiene muy poco de complicado. Lo único que se examina es una -por lo general, vaga- idea; todo lo más, un título. Más recientemente se ha comenzado a exigir presupuestos, pero los propios directivos de RTVE reconocen su escasa fiabilidad y, en la mayor parte de los casos, las previsiones de gastos se incumplen generalmente para sobrepasarlos Antes de aprobar o rechazar un proyecto de programa, los responsables de RTVE no exigen una previsión de necesidades, y mucho menos, un guión. Los esquemas de programación que se aprueban sólo son teóricos, ya que los títulos que en ellos figuran suelen ser exclusivamente genéricos.

«Pocos días antes de la emisión», dicen los interventores, «aparece, por regla general, el guión. Por la premura del tiempo, en un pasillo o en un despacho, o en donde sea, se ponen en contacto el productor y los responsables de proveer los medios, y establecen las necesidades para ese programa concreto, sin tener en cuenta otros programas. En consecuencia, al no existir una planificación ya desde el principio, el sector de la producción de programas no puede elaborar su plan de trabajo.»

Tras la descripción de la realidad, que los interventores no excluyen pueda ser, en cierto modo, interesada, aparecen enunciadas las «graves consecuencias que se derivan: imposibilidad de elaborar planes de producción; imposibilidad de conocer si se han alcanzado los objetivos propuestos (puesto que no existen planes); imposibilidad de elaborar un minimo plan de utilización de medios; deficiente utilización de los recursos (tanto propios como ajenos); es imposible identificar las responsabilidades y en consecuencia, tomar medidas oportunas para corregir las actuaciones deficientes, ya que no permite la existencia de un mínimo control de gestión».

Admitida la realidad de que RTVE no contrata guiones cuya existencia fisica esté probada, sino simples y con frecuencia difusas ideas, los interventores estiman que los -sistemas de selección actualmente seguidos pueden ser válidos. Lo que no quiere decir que lo sean en la actualidad, precisamente porque «se están comprando unos guiones que fisicamente no existen, con las consecuencias que de ello pueden derivarse. El pago no se realiza hasta que no se reciben y se otorga la conformidad a cada uno de ellos. Sin embargo, las posibilidades de rechazar estos guiones quedan mermadas, ya que, en muchas ocasiones, se reciben con un plazo mínimo de cara a la grabación del programa para una emisión ya prevista, por lo que su rechazo supondría la no emisión del programa. Todo, lo dicho anteriormente se agrava por el hecho de no figurar en los contratos fechas, límites de entrega ni cláusulas de penalización en caso de demora».

Para corroborar las apreciaciones respecto al tratamiento, aprobación y contratación de los guiones, los interventores citan un caso concreto, el de la serie Barrio Sésamo. «En el año 1977 se aprueba un presupuesto de 60.144.440 pesetas para la producción de 65 capítulos de la serie Barrio Sésamo, en base al cual sé procedió a la contratación de una serie de colaboradores, entre los que se incluye el formalizado con la guionista Dolores Salvador Maldonado, por un período de un año y con una cantidad estipulada de 1.950.000 pesetas. Cuando tuvo lugar la firma de este contrato, los guiones no existían y cuando se presentaron no fueron aceptados por la directora del programa (Blanca Alvarez). En consecuencia, aun cuando el decorado para la realización del programa estaba preparado (obsérvese que hasta es posible construir un decorado sin tener el guión), así como todos los restantes elementos humanos y materiales, no pudo comenzarse el rodaje. Es más, como los colaboradores fueron contratados por el tiempo que dure la producción, también fue necesario pagar las colaboraciones durante ese período de tiempo y las cantidades estipuladas con la sociedad norteamericana coproductora de la serie, la CTW, propietaria de los derechos del programa.» Pero la historia, ya de por sí ilustrativa, tiene su continuación. «Al término del contrato con la guionista primitiva (1 de agosto de 1978), se formaliza un nuevo contrato para la realización de guiones con José Hernández Miguel, por un importe de 292.000 pesetas por cada uno. El citado colaborador debía tener terminados esos guiones el día 10 de septiembre de 1978, hecho que no ha podido ser comprobado, ya que esta información, entre otras, fue solicitada y hasta la fecha no ha sido recibida. Por último, diremos que la cantidad inverlida en este programa asciende a 25.084.646 pesetas y que, según los datos suministrados por la dirección adjunta de medios técnicos, durante el último trimestre de 1978 no se ha llevado a cabo ninguna grabación en estudios para este programa.» En la etapa a la que alude el informe, el subdirector de TVE para programas infantiles era Mariano Peña. Pocos meses después de concluida la auditoría, en el verano de 1979, se inició la grabación de algunos capítulos de Barrio Sésamo.

Los directivos, no saben o no contestan

Otro apartado que pretendían desarrollar los interventores, el denominado «utilización de los guiones adquiridos», pretendía poner de manifiesto varios aspectos: verificar la existencia del denomina do «registro de proyectos», donde al parecer tienen entrada todas las ideas o guiones que afluyen a RTVE; verificar el stock de guiones que posee RTVE; verificar su fecha de entrada y si posteriormente han sido o no aprobados; poner de manifiesto cuál ha sido la inversión realizada en ellos, y, finalmente, cuáles han sido los guiones e ideas que, una vez adquiridos por RTVE, se han plasmado en programas. Sobre este importante apartado, los interventores escriben: «Ninguno de estos datos ha sido posible, ya que la información solicitada al director de TVE y posteriormente reiterada al director general de Radiotelevisión Española no ha sido recibida, contrariamente a lo dispuesto en el decreto sobre las facilidades que se han de prestar al equipo que realice el control financiero». El registro de proyectos o guiones de RTVE se abrió en febrero de 1978. Posteriormente, la Dirección General decidió amortizar el puesto, pasando sus competencias a la secretaría técnica de dirección, dependiente en la actualidad de Angel Pérez Bahón.

Tampoco tuvieron suerte los interventores en su intento de examinar los «informes previos a la aprobación de los programas por las juntas de programación». Estos informes, elaborados por las respectivas subdirección de áreas temáticas, considerados «pieza clave» para la toma de decisiones, «no han sido recibidos», dice el informe, «a pesar de haber sido reiterada al director general de Radiodifusión y Televisión la petición hecha en su día al director de TVE». No les fue, por tanto, posible a los autores del informe constatar su existencia física, ni evaluar la profundidad del tratamiento otorgado y las características de las estimaciones de costes que deberían incorporar.

Doblar, más caro que comprar el programa

El apartado de producciones ajenas, es decir, aquellas que RTVE adquiere para su emisión, ofrece también datos significativos. Normalmente, las producciones ajenas corresponden a largometrajes o telefilmes, adquiridos a otros productores (habitualmente extranjeros), cuyos precios vienen fijados por las distribuidoras internacionales, de acuerdo con unas tarifas normalizadas en los países de origen. Por término medio, un hora de telefilme cuesta entre 150.000 y 200.000 pesetas, pero su doblaje al castellano rebasa las 400.000 pesetas, por hora, en costes de 1979. La contratación del doblaje se realiza directamente con las diecisiete empresas españolas dedicadas a estas tareas y que, a juicio de los interventores, constituyen en la práctica un oligopolio «Las tarifas que cobran quedan, por tanto, al arbitrio de las casa suministradoras y a la mayor o menor fortuna en la negociación por parte de los responsables de RTVE. Posibilidades de negociación tanto o más reducidas en cuanto que determinados actores posean la exclusiva del doblaje de otras tantas figuras del cine y se encuentran vinculados con estas empresas de doblaje. Esta es la razón fundamental de la poca viabilidad que tendría la instalación de las salas de doblaje propiedad de RTVE.»

El caso de los productores independientes

El mayor cúmulo de curiosidades relatadas por los autores del informe se incluye en el epígrafe dedicado a las llamadas «producciones independientes». Bajo él se agrupan aquellos programas coproducidos entre RTVE y empresas privadas (nacionales o extranjeras) y los que producidos íntegramente por empresas privadas (nacionales) son financiados en su totalidad por Radiotelevisión Española. Hay que señalar que en estas condiciones se encuentran la mayoría de las producciones denominadas propias en la programación de RTVE.

Antes de iniciar la valoración de los contratos, sus condiciones económicas y las causas que determinan la elección de la fórmula «producción independiente», los interventores insisten una vez más en la existencia de importantes limitaciones «dada la escasez de datos suministrados». En una valoración inicial se reconoce la existencia de «una mejora en el caótico campo de la formalización de los contratos». pero se denuncia la persistencia de importantes irregularidades: «firma de contratos con posterioridad a su producción: en algunos casos, los contratos ya firmados carecen de fecha. teniéndose que tomar como referencia la del registro en el servicio antes mencionado de Registro de Proyectos; de todos los contratos observados, salvo uno, todos carecen de un presupuesto escandallo elaborado por la productora, en el que se desglosen las partidas y se justifiquen las cantidades pactadas en el contrato».

Especialmente ilustrativo resulta el ejemplo de la serie titulada La Barraca, basada en la novela de Blasco Ibáñez y ya emitida por RTVE. El contrato fue suscrito con la productora Aldebarán y, según se escribe en el informe, el entonces subdirector de programas dramáticos, Gustavo Pérez Puig, remitió un oficio al subdirector de gestión económico-administrativa, relacionado con la exigencia de un presupuesto previo de la productora, antes de formalizar el contrato, en el que dice: «Naturalmente, insisto en que no me parece lógico que a una productora que nos presta un servicio y nos produce una serie se le pida un presupuesto, puesto que es gana de que nos engañe y saberlo de antemano.» Afirmaciones de este tipo, en boca de directivos del organismo, no merecen especial comentario de los autores del informe, salvo que «se comentan por sí solas». Pese a todo, La Barraca resulta ser el único proyecto presupuestado previamente que encuentran los interventores, «aunque no físicamente, ya que después de haber sido solicitado verbalmente y dos veces por escrito, no lo hemos recibido». Esta serie, presupuestada por la productora Aldebarán en 81 millones de pesetas, constó de nueve capítulos de 55 minutos cada uno y «entre sus partidas no incluye el beneficio industrial, de lo cual cabe deducir que, si los costes son de 81 millones de pesetas y esa es la cantidad que RTVE paga por los nueve capítulos, la productora no gana una peseta por realizarlo; cosa harto dudosa».

La contratación de producciones independientes se debe, a Juicio del informe, a los derechos de propiedad de algunos particulares. «Cuando algún particular acreditado en RTVE presenta una idea o proyecto, o incluso los guiones, supone, en caso de interesarle a RTVE, la producción independiente.» Posteriormente, los hechos curiosos se suceden. Entre ellos, la «constitución de sociedades por los inspiradores del programa sólo a efectos de producirlos. Puede citarse como ejemplo la productora Cine Central, creada una semana antes de la firma del contrato para la realización del programa Esta noche....fiesta o Martes fiesta, cuyo principal accionista, presidente del consejo de administración y presentador del programa fue José María Iñigo Gómez». En otros casos, los contratos incluyen claros ejemplos de imposición de condiciones. «La serie titulada Un mito llamado..., en contrato celebrado el 23 de marzo de 1977, por un importe de 11,2 millones de pesetas por capítulo, con la productora Filmes 77, creada el 19 de enero de 1977 y cuyo presidente del consejo es Juan Guerrero Zamora, que es asimismo el director, realizador y autor de los guiones. Guiones que cobra independientemente de este contrato, al precio de 60.000 pesetas cada uno. Asimismo, se impone a la protagonista de los diez episodios de que consta la serie, Nuria Torray, según se estipula en la cláusula séptima del contrato.»

«Un grave error de TVE», escriben los interventores, «es el de pensar que el productor es la persona que realiza el control económico del programa. Con esto se está identificando a la persona que realiza el gasto con la que lo controla, lo cual es reprochable desde cualquier planteamiento mínimo de control interno.» Los restantes controles, y concretamente el que efectúa la subdirección de gestión económica de la producción, «es insuficiente. ya que se trata de un control a posteriori y exclusivamente documental».

Las irregularidades en la gestión de los programas son evidentes, según se desprende de los ejemplos aportados por la auditoría. En algunos casos, se tiene noticias de actuaciones de la Inspección de Servicios, pero no se tiene «conocimiento de que de éstas hayan derivado las correspondientes responsabilidades».

Algunos «casos»

Se han detectado numerosos casos. El informe cita: «Firma de contratos sin capacidad legal para ello. El suscrito por Enrique Martí Maqueda y José Joaquín Marroquí con Televisa (México) para la realización de dos programas de la serie 300 millones (22 de septiembre de 1978).»

«Contratación de personal colaborador sin autorización. También se cita a José Joaquín Marroquí, en su programa 300 millones.»

«Venta de bienes sin capacidad legal para ello. Los vehículos adquiridos para el programa La segunda oportunidad fueron vendidos posteriormente por el productor del programa y aplicados a cancelación de anticipos del productor y que, como consecuencia de las actuaciones verificadas por este equipo de control financiero, fueron aplicadas como ingresos de RTVE.»

A los autores del informe no les pasa desapercibida la gran concentración de irregularidades concurrentes en el programa 300 millones, creado por el entonces director general de RTVE, Rafael Ansón, y encomendado para su gestión al más alto nivel al subdirector general del Ministerio de Cultura, Luis Ezcurra, bajo la «pintoresca denominación Unidad Autónoma de Producción 300 Millones».

Presupuestos incompletos e inflados

Los presupuestos de producción de programas de RTVE son incompletos e inflados. Es decir, no recogen la totalidad de los gastos que ocasiona la producción del programa. Los interventores echan en falta varias partidas, después de formular una consideración irónica: «Aun a pesar de parecer ociosa la siguiente observación, debemos decir que el presupuesto debe recoger todos y cada uno de los conceptos del gasto inherentes a la obtención de un programa. Esta circunstancia no ocurre en realidad en RTVE».

Los presupuestos que elabora RTVE no incluyen las cantidades que se han de satisfacer al personal fijo de RTVE asignado al progra ma. Ni las retribuciones que se satisfacen a determinados colaboradores, en virtud de contratos personales y por tiempo determinado. Tampoco se incluyen los gastos que se derivan de la utilización de estudios, amortización de medios propios de RTVE y, en general, cualquier otro tipo de coste imputable a más de un programa. Como ejemplo se cita el programa Su

(Pasa a página 46) (Viene de página 45)

marísimo, «en cuyo presupuesto no se incluía la cantidad que percibió el realizador, Valerio Lazarov».

La inflación de costes está también a la orden del día. «El productor, al elaborar el presupuesto, estima los medios, tanto materiales como profesionales, que serán necesarios para la realización del programa. Sin embargo, desconoce si estos medios, en el momento de empezar la producción, podrán ser atendidos por RTVE o tendrá que acudir a la utilización de medios ajenos. Este hecho da lugar a que las necesidades que en principio pudieran ser las reales se inflen, al tiempo que se favorecen las continuas transferencias entre conceptos presupuestarios.»

RTVE posee un departamento cuyo cometido es verificar el seguimiento de cada una de las partidas del presupuesto de una determinada producción, pero «este seguimiento es incompleto ya que no se lleva a cabo en todas las partidas (...), sólo en aquellas que representan costes externos; es decir, cantidades gastadas en la utilización de medios ajenos y que no son propiedad de RTVE». Este sistema de control, de cuyas deficiencias se ocupa también el informe, deja fuera de su alcance multitud de conceptos que intervienen en la producción de un programa. El informe cita: «sueldo de directores, productores y otros; plus de programas que, en algunos casos, alcanza las 113.000 pesetas; y, por supuesto, en el caso de programas en vídeo, el coste total de estudios (material y personal), lo que permitiría que su simple conocimiento e información determinara si un programa debe realizarse de esta forma o sería más conveniente filmarlo».

Un estudio sobre este último punto fue ordenado en su día por el director adjunto de TVE, Feliciano L. Gelices (el informe no hace mención de ello), pero la dirección de TVE no ha difundido su contenido y el señor Gelices fue cesado poco después de haberse concluido el trabajo.

La conclusión de los interventores es que resulta imposible saber cuánto cuesta un programa producido por RTVE, cualquiera que sea la modalidad de producción elegida. «Los directivos de RTVE consideran la confección de un presupuesto como un mero trámite para la producción de un programa. En Barcelona, este hecho es aún más notorio.» Según comprobaciones efectuadas, las transferencias entre conceptos presupuestarios, no es que no se realicen, sino que es imposible que se lleven a cabo, primero, porque no llevan seguimientos presupuestarios de ningún tipo, y porque los conceptos presupuestarios no corresponden a la realidad. En consecuencia, «la cantidad asignada a un programa puede gastarse sin sujeción a ningún presupuesto, ya que éste es meramente indicativo, e incluso puede sobrepasarse, siempre y cuando el montante total asignado a todos los programas no sobrepase el límite total del crédito concedido a Barcelona.»

La conclusión del informe, relativa a la presupuestación de los programas, no puede ser más pesimista: «Si el presupuesto de un programa no recoge todos sus inputs y, si los recoge, no se conoce de todos ellos lo que realmente se ha invertido, ya que muchos de ellos escapan al seguimiento analizado. Si, además, añadimos las continuas transferencias de unos conceptos a otros, podemos afirmar nuestro escepticismo acerca de la utilidad actual de los presupuestos de programas.

Utilización de medios propios y ajenos

Todo en RTVE parece previsto para que la utilización de los medios propios sea difícil, cuando no imposible, y sea preciso recurrir al alquiler o subarriendo. No existe coordinación entre los departamentos de producción y la Dirección de Medios Técnicos y Operación. La antelación con que se solicitan los medios necesarios es variable, pero a veces se hace de un día para otro. «Esta premura hace que las demandas de medios alquilados sean mayores y que la solicitud se verifique de manera informal, sin que exista constancia escrita de ello.»

El funcionamiento de los factores y medios técnicos de RTVE que intervienen en la producción física de los programas es considerado deficiente en términos generales por el informe, con la excepción de los talleres de construcción de decorados.

La carencia de determinados equipos en RTVE determina la inclusión de costosos alquileres en la realización de programas, especialmente en el apartado de filmación. El informe cita varios ejemplos de relación entre el número de alquileres y el total de utilizaciones: accesorios y objetivos especiales de dieciséis milímetros (50%); ,accesorios cámaras sonoras, formato 35 milímetros (50%); accesorios cámaras insonoras, formato 35 milímetros (50%); cámaras de alta velocidad, 35 milímetros (100%); trípodes fluidos, de dieciséis y 35 milímetros (100%). También se ocupa de la contratación de salas privadas de sonorización. «Las cantidades satisfechas por RTVE son de gran cuantía, ya que no dispone de estudios de grabación musical, por lo que cualquier programa que incluya espacios musicales con determinadas exigencias de calidad ha de requerir los servicios de empresas privadas.» Otro tanto ocurre con las grúas para rodajes exteriores. «A lo largo de 1978, de un total de 204 servicios de este tipo, alrededor de cien (49%) se contrataron a la casa Valero, en Madrid. Por lo que se refiere a Barcelona, cabe citar el hecho de que sólo poseen una grúa, pero no puede utilizarse en exteriores, por ser imposible sacarla del edificio en que está situada. Ello obliga a cubrir siempre el servicio por alquiler.»

Finalmente, se citan dos casos de infrautilización de medios propios. «El personal fijo de animación está parado por falta de trabajo. Se podría eliminar la contratación de servicios privados de truca si se atendieran, con personal fijo, mediante la implantación de un turno de tarde.»

Contratación de personal

Los contratos denominados artísticos carecen de límite en RTVE. Su única limitación es la disponibilidad presupuestaria. Así, la oficina correspondiente de contratación carece de un baremo y fija las condiciones a su libre albedrío, sin que existan especificaciones normalizadas para la formalización de contratos. Así, la intervención detectó todo tipo de situaciones atípicas en su investigación. «La inexistencia de baremos escritos, la independencia de que gozan estos equipos de contratación, las exigencias de determinados realizadores y directores de programas y, en general, la problemática inherente a la producción de programas, unidas al complejo mundo del espectáculo, con sus representantes, casas discográficas, etcétera, dan lugar a situaciones como las que se citan a continuación.

1.º Cantidades satisfechas contraviniendo lo estipulado en contrato. Se comprobó en Barcelona que en la producción de la novela Padres e hios, los actores percibieron cantidades en concepto de dietas y gastos de locomoción. De esta manera se contravenía lo dispuesto en el apartado C, cláusula séptima, ya que la contratación se había realizado en Barcelona, y el programa, grabado en Hospitalet.

2.º Contratos formalizados en fecha posterior al día de grabación. Se han detectado varios casos, siendo de destacar el programa Cantares.

3.º Artistas que perciben, además de la remuneración estipulada, una gratificación por vestuario. A la vista de algunos contratos, pudiera pensarse que RTVE contrata al artista desnudo (hecho que no se especifica en ninguna cláusula). Tal es el caso de Maruja Ruiz, conocida artísticamente por Marujita Díaz, que percibió 75.000 pesetas por el concepto de vestuario, independientemente de las 109.890 pesetas correspondientes a su actuación en Cantares.

4.º Determinados realizadores y directores de programas exigen que los coreógrafos sean extranjeros. Ello implica, por exigencia del Sindicato de la Danza, la contratación simultánea para el mismo programa de un coreógrafo español. Podemos citar los programas Sumarísimo y Aplauso como ejemplos de esta situación.

Otro ejemplo aportado por los interventores, esta vez de contratación para cometido distinto del realizado, es el de los dos presentadores del programa 625 líneas, dedicado por RTVE a la promoción de sus propios programas. «Maira Gómez Kemp y Juan Santamaría, según se establece en su contrato artístico, interpretan el papel de actriz-presentadora y actor-presentador, respectivamente. Esta función se encuentra recogida en la ordenanza laboral. Es decir, se está encubriendo un contrato de colaboración mediante una contratación artística, para poder acceder a un nivel de retribución mucho más elevado que el que les correspondería. Según contrato de 27 de diciembre de 1978, Maira Gómez Kemp percibía la cantidad de 49.451 pesetas por cada programa semanal. Y según contrato del día siguiente, Juan Santamaría percibía 43.956 pesetas, también por programa semanal.

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