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La "cuestión comunista", tema central del viaje del jefe del Gobierno italiano a Washington

Juan Arias

Francesco Cossiga, presidente del Consejo de Ministros de Italia, se entrevistará en Washington con el presidente norteamericano, Jimmy Carter, del 23 al 26 próximos. El día 1 de febrero se abrirá en Roma el congreso nacional de la Democraciá Cristiana, que se presenta como uno de los más importantes de su historia. Y lógicamente, los observadores políticos no han dejado de subrayar inmediatamente la importancia de este encuentro de Cossiga con Carter en vísperas del congreso, con una situación internacional tan tensa y compleja y con la variante del triunfo de la izquierda del Partido Socialista italiano (PSI) sobre las tendencias moderadas de su secretario general, Bettino Craxi. Ya el nuevo presidente del partido, Riecardo Lombardi, partidario de la alternativa de izquierdas, ha anunciado que será un presidente imparcial, pero no neutral, porque neutral no lo ha sido nunca en su vida.

El sector más aperturista de la Democracia Cristiana, que se reúne en torno al actual secretarío, Benigno Zaccagnini, ha declarado confidencialmente que dependerá mucho «de lo que Carter diga a Cossiga la semana que viene» el que los comunistas puedan entrar o no en próximo Gobierno. Sobre todo, después de que los socialistas, con el documento aprobado ayer por el comité central, han declarado que consideran finalizada la «tregua» que se había abierto con el Gobierno Cossiga, y que después del congreso democristiano deberá crearse un nuevo Gobierno de solidaridad nacional, sin excluir a ningún partido.

Partidos intermedios

El resultado del comité central socialista, que según la prensa de ayer «ha hecho ganar una batalla a Craxi, pero le ha hecho perder la guerra» por no haber querido seguir la línea de Felipe González de retirarse, convocando un congreso extraordinario, ha asustado a los partidos intermedios, creando nuevos problemas a la parte más progresista de la Democracia Cristiana. De hecho, socialdemócratas, liberales y republicanos, con tonos distintos, han declarado ya «que no participarán en ningún Gobierno que comprenda los comunistas».No se excluye que también Craxi haya aceptado las duras condiciones de la izquierda del partido, esperando también «las noticias que lleguen de Estados Unidos».

Como afirman muchos expertos políticos, es un hecho que en Italia los grandes cambios politicos se han verificado después de viajes de personajes democristianos importantes a Estados Unidos con «audiencia presidencial», como la que espera a Cossiga.

En 1947, el encuentro de Alcide de Gasperi con el presidente Truman fue, la preparación para echar a la izquierda del Gobierno, como ocurrió exactamente cuatro meses después de su viaje. El no a la unidad nacional con comunistas y socialistas, nacida de la resistencia, fue el precio que pagó Italia por los millones del «plan Marshall» norteamericano.

En 1961, Amintore Fanfani aterrizó en Washington la noche del 11 de junio, llevando en la maleta el proyecto de «centro-izquierda». Después de cuatro días de coloquios con John Kennedy, éste se convence que los socialistas son de verdad «hermanos separados» de los comunistas y que se podía intentar una alianza entre católicos y socialistas. Y así fue.

En 1973, el presidente Nixon, cuando recibió a Giulio Andreotti en la Casa Blanca, le dio la investidura para el Gobierno de «centro-derecha» y fue entonces calificado como el «hombre fuerte» que necesitaba Italia.

En 1975 estalló la «cuestión comunista». Moro y Zaccagnini, después del triunfo del PCI del 15 de junio, se abrieron al diálogo con los comunistas. Fue también esta vez Andreotti quien voló. en noviembre, a Washington para «presentar» ante los norteamericanos a los comunistas italianos. En el grupo que le acompañó figuró el líder comunista Sergio Segre. Hasta aquel momento, ningún comunista italiano había podido entrar en Estados Unidos.

En diciembre de 1976, Andreotti dijo al presidente Ford y a Kissinger: «Creedme, los comunistas italianos han aceptado ya la lógica del sistema capitalista.» Cinco meses más tarde se crea el primer ejecutivo con los comunistas en la mayoría parlamentaria.

El último viaje importante, en 1977, es el de Zaccagnini, que recibió una carta personal de Carter considerándolo su hombre de confianza. Le siguió Andreotti. Desde entonces, Zaccagnini y Andreotti se han visto siempre unidos a favor de un diálogo cada vez más estrecho con los comunistas.

Ahora se espera con expectación el viaje de Cossiga. Es un hombre de total confianza dentro del partido. Goza también de fama de moralidad, por haber sido el primer ministro que presentó la dimisión el día que Moro fue asesinado. Además es primo de Enrico Berlinguer.

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