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Reafirmación oficial yugoslava de los principios políticos del "titismo"

Francisco G. Basterra

Yugoslavia anunció ayer que es un país fuerte que no necesita protección ni tutela de nadie, al tiempo que un escueto comunicado médico informaba que no hay cambios «esenciales» en el estado de salud del presidente de la República, Josip Broz (Tito), de 87 años, Cinco días después de que fracasara el intento quirúrgico realizado para desbloquear de un trombo una arteria de su pierna izquierda.Al absoluto mutismo de los medios oficiales en Belgrado, que interpretaron el parte clínico como «Optimista», respecto al emitido el jueves, no puede hacer olvidar la gravedad de la salud del mariscal y el continuo deterioro de su pierna, que podría provocar un proceso de gangrena y la inevitable amputación, a la que, al parecer se opondría el líder yugoslavo.

Las autoridades, que no califican la situación como especialmente seria, se están dedicando. sin embargo, a reafirmar los principios políticos del titismo frente a cualquier eventualidad. El Ministerio de Asuntos Exteriores, a través de su portavoz oficial. Mirko Kalezich, dijo ayer que Yugoslavia es un «país socialista, democrático y autogestor, sólido y estable, que no necesita protección o tutela». Esta declaración fue interpretada por los observadores como una respuesta a las especulaciones occidentales sobre un cambio de rumbo a la muerte de Tito, para dulcificar el socialismo, en lo que nadie piensa hoy aquí.

Yugoslavia -añadió el portavoz oficial- rechaza cualquier competencia de bloques en relación con su posición interior o exterior, «reitera los principios de la distensión y no alineamiento y se considera como un factor importante de paz y estabilidad en Europa y en el mundo». Las eventuales ayudas por parte del Este son también así rechazadas firmemente. Se detecta en Belgrado un gran recelo ante la posible utilización de la posición europea, balcánica y mediterránea de este país en el contexto de «guerra fría» desencadenado otra vez por las crisis de Irán y Afganistán.

La coincidencia de la enfermedad de Tito con la grave situación internacional es probablemente la mayor preocupación del Gobierno yugoslavo, a las consecuencias internas de la sucesión. fácilmente controlables en un principio, dado que el mariscal ha dejado todo «atado y bien atado».

Junto a estos temores, que hacen más vital que nunca para los yugoslavos la presencia de Tito, cabe destacar la gravedad del problema económico, en parte alimentado por la crisis energética mundial. pero también con connotaciones nacionales, que colocan al país en una situación delicada cara a la sucesión política. El Gobierno está a punto de lanzar un plan de estabilización para evitar el estancamiento del país, todavía en vías de desarrollo.

El vicepresidente del Consejo Ejecutivo Federal, Zvone Dragan, presentó ayer, en rueda de prensa, los resultados económicos del pasado año y las perspectivas para éste. Con un ligero triunfalismo, similar, sin embargo, al de todos los rectores de las políticas económicas, dijo que en 1979 el país prosiguió un desarrollo ecenómico acelerado (un 7% de crecimiento global) y unos resultados que calificó de positivos. Pero la realidad es más dura, y Yugoslavia, con un 24% de inflación oficial, 720.000 parados de una población activa de 5.5 millones, una deuda exterior de 20.000 millones de dólares, una política de ingresos inflacionista y un fuerte déficit comercial, atraviesa un momento delicado.

Dragan fue mucho más crítico a la hora de enjuiciar el año actual y reconoció la escasez de divisas, la falta de productividad y disciplina en el trabajo en algunos sectores, así como que el consumo global del país ha sobrepasado los límites de las posibilidades reales. Reconoció que difícilmente aumentará el nivel de vida en 1980 (tampoco lo hizo el pasado año), y estimó un crecimiento posible del 5% y una reducción de la tasa de inflación al 20%.

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