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Primeras negativas de atletas norteamericanos a participar en Moscú

La posibilidad de un boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú continúa latente en Estados Unidos, donde, a la espera de una postura oficial del Gobierno Carter, y con la oposición del Comité Olímpico nacional -todos los organismos deportivos internacionales se oponen al boicot-, se ha sugerido ya la celebración de los Juegos en otra sede. En este sentido, el Gobierno británico se ha dirigido a Canadá para que sea Montreal. A nivel deportivo norteamericano destaca especialmente la decisión tomada por el club Muhammad Alí, en el que se integran atletas de primera categoría, de no acudir a Moscú en cualquier caso.

Los Gobiernos norteamericano y británico se han erigido en líderes del boicot, aunque ello perjudicaría los siguientes Juegos de Los Angeles-84. El primero desearía responder a la agresión soviética en Afganistán con la celebración de unos Juegos «libres», a ser posible en un país tercermundista. De todas formas, las ciudades que más suenan como sede son Montreal, que lo fue en 1976, y México, donde se disputaron los Juegos de 1968. Respecto a la capital canadiense, el Gobierno británico de Margaret Thatcher se dirigió al de Ottawa en ese sentido, tras la declaración de la primera ministra en el Parlamento a favor del boicot.El boicot ha comenzado su camino deportivo en Estados Unidos con la decisión unánime de los diecisiete atletas de primera categoría y quince boxeadores pertenecientes al Club Muhammad Alí de no acudir a Moscú bajo ningún concepto. Muhammad Alí, ex Cassius Clay, que profesa la religión de los musulmanes negros, fundó este club, una fundación en la que acogió primeramente a Houston Me Tear, uno de los mejores sprinters mundiales, así como al vallista Greg Foster.

De cualquier forma, la decisión oficial aún no se ha tomado a niveles gubernamentales, y el Comité Olímpico norteamericano protestó ayer oficialmente ante la Casa Blanca por la postura oficial, apoyada ya por numerosos medios políticos y sindicales, entre los que se encuentra la poderosa confederación AFL-CIO, que agrupa a cerca de catorce millones de miembros. Tal actitud, en cambio, contrastó con la del senador Edward Kennedy, que en un discurso pronunciado en Keen (New Hampshire) indicó que lo mejor era participar y llevarse el mayor número de medallas posible, aunque no se opondría a un boicot si éste se adoptaba. Al parecer, Jimmy Carter se pronunciará sobre el tema el próximo miércoles por la noche, cuando presente al Congreso su mensaje anual, especie de programa legislativo. En medios oficiales se especula con que, salvo Gran Bretaña y Canadá -aunque Joe Clark, primer ministro, aún no ha hecho declaraciones al respecto-, el resto de países occidentales no parecen dispuestos a apoyar el boicot.

Paradójicamente, los atletas soviéticos participantes en los irtmediatos Juegos de Invierno de Lake Placid han comenzado a llegar ya a Estados Unidos. Youri Kraisev, representante en Nueva York de los Juegos de Moscú, comentó que el Gobierno norteamericano no tiene autoridad sobre el Comité Olímpico Internacional para cambiar la sede, y añadió que, si el pretexto de Afganistán puede provocar un boicot, el único resultado sería la muerte de los Juegos Olímpicos.

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