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CIENCIA

El éxito parcial de la droga Norgamem abre una nueva vía en la lucha contra el cáncer

El descubrimiento de un nuevo producto, Norgamem, de resultados todavía insuficientemente probados, aunque altamente esperanzadores, en la lucha contra el cáncer, por parte de un científico español, Mario Gosálvez, ha suscitado un elevado interés de la opinión pública española y mundial. Los laboratorios Roche ya han adquirido los derechos del producto, estando dispuestos, al parecer, a potenciar la investigación sobre el mismo. Pero lo importante de la cuestión estriba no en el mayor o menor éxito de este nuevo producto, sino en el revolucionario cambio en la metodología de la lucha contra la enfermedad del siglo XX.

El doctor Gosálvez me recibe en su domicilio. entre un asedio de periodistas y llamadas. Suena el teléfono: «Sí, soy el doctor Gosálvez..., ¿qué tipo de cáncer es? ¿Qué tipo de tumor tiene?... No; no vale. Nuestra droga no sirve para ese tipo de cáncer. Sólo sirve para piel...» Cuelga el aparato con gesto sereno, cansado.La gente se está enterando de la noticia Y se dirige al salvador. «He recibido llamadas de personas, periódicos, emisoras de radio y televisión de Canadá, México, Colombia», me dice. «Todo esto, debido a ustedes, los periodistas. No esperaba que un manuscrito tan prelíminar, el resultado de una experiencia en sólo 34 casos, desencadenase todo esto ... ».

The Lancet es una prestigiosa revista británica, «de una categoría indiscutible a nivel mundial», en palabras de un destacado oncólogo español consultado. Y ha sido precisamente The Lancet la publicación que ha lanzado al mundo la noticia de que un científico español, Mario Gosálvez, jefe del servicio de experimentación bioquímica de la clínica Puerta de Hierro, de Madrid, al frente de un equipo de investigación constituido por dieciocho biólogos y químicos, acaba de experimentar un producto en el Hospital General de Asturias, con la colaboración del doctor Brugarolas, que ha supuesto la curación de algunos casos de cáncer, concretamente de carcinoma epidermoide de cabeza y cuello. Pero, ¿cómo evaluar esas curaciones? ¿Qué significa eso?

«La curación en el cáncer», me responde el doctor Gosálvez, «no se puede detectar hasta que transcurren cinco años sin existencia de tumor. La evaluación de las drogas anticáncer se hace, pues, sobre la disminución del tamaño del tumor. Si esta reducción es menor del 50% de la masa, es denominada remisión menor; si supera el 50%, es calificada como remisión parcial, y, si es del 100% de la masa cancerosa, hablamos de remisión total. » De los 34 pacientes con los que ha sido llevada a cabo la experiencia en el Hospital General de Asturias, la respuesta objetiva en catorce casos ha sido de remisión total y, en el resto, de remisión parcial; es decir, superior al 50 % de la masa tumoral.

Esta droga «es diferente», según el doctor Gosálvez, «de las demás drogas anticancerosas, ya que transforma las células cancerosas en lugar de destruirlas. No elimina las células enfermas. Por tanto, su toxicidad -propia de los productos actuales- es nula.» Estamos, pues, ante un avance posiblemente serio en la metodología contra el cáncer. ¿Por qué luchar contra la enfermedad, destruyendo lo destructivo? ¿Por qué no reparar, sencillamente?; es decir, ¿por qué no devolver a una célula enferma cancerosa su primera identidad? Esta parece ser la línea de investigación del científico español. «Todos los oncólogos del mundo», me explica, «están detrás de las drogas de diferenciación, drogas que actúen sobre diversos mecanismos a nivel de membrana celular, a nivel de ribosoma, a nivel de la AMP cíclica.»

Abandonó decepcionado la investigación sobre el núcleo de las células cancerosas y se orientó hacia el estudio de lo que sucede en las membranas de las células tumorales.

Mario Gosálvez, antiguo profesor de Bioquímica, adjunto de Tamarit, terror de sus alumnos por la seria exigencia de conocimientos sobre Física. sobresaliente cum laude y premio extraordinario por su tesis doctoral en Bioquímica, se dio cuenta entonces de que «las membranas tienen un sistema de microfilamentos contráctiles que dirigen la diferenciación celular».

En efecto, ante la insistencia que reclama ayuda, él remite una y otra vez a clínicas de la Seguridad Social y a los tratamientos habituales anticancerosos, que, en palabras de un oncólogo soviético recientemente publicadas en estas páginas, ofrecen «una curación de cada tres casos de cáncer».

La insistencia del teléfono me remite al tremendo papel de la ilusión o la desesperación en la cuestión del cáncer. «¿Considera usted válidas», le pregunto, «ciertas investigaciones psicoanalíticas que ponen en estrecha relación cáncer y depresión? ¿Es cierto que personas hundidas, jubiladas o que han perdido a un ser querido... el sentido de la vida, están más propensas a morir de cáncer?»

«Yo creo», contesta a mi pregunta, «que el psiquismo juega un papel muy importante en enfermedades funcionales... pero el cáncer es una enfermedad claramente orgánica.»

Para Francisco Chavarría Crespo, director gerente de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer, «las fuentes de este nuevo descubrimiento en la lucha contra la enfermedad son de absoluta fiabilidad».

Para el prestigioso oncólogo español consultado, «los ingleses muestran una gran atención y un poco de escepticismo ante el descubrimiento... Pero el descubrimiento siempre es Importante, puesto que, según las ideas expuestas, abre una nueva vía, inédita en las investigaciones realizadas hasta la fecha. Con el método iniciado se intenta hacer reversible el proceso canceroso. El verdadero interés de la cuestión está ahí.

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