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Crítica:TEATRO/ " PANORAMA DESDE EL PUENTE"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El amor que no cesa

La historia de Eddie Carbone vaga por el mundo desde los tiempos del mito grecorromano hasta nuestros días: es la historia del hombre maduro con la adolescente en casa: nada más que medio hija -sobrina, ahijada- para que el incesto sea sólo una sombra trágica, sin perforar el tabú. Es, sin buscar ejemplos más lejos, la historia de La malquerida, de Benavente. La escribió Arthur Miller en Panorama desde el puente, en 1955, y la situó en un medio de inmigrantes italianos: en parte porque allí se produjo la historia real -también La malquerida arranca de un suceso auténtico, lo que prueba que el caso es tan frecuente en la vida real como en la ficción-; en parte también porque parece suponerse que este tipo de tragedias y de amores con sangre suceden con más facilidad entre los mediterráneos que entre los sajones. A Miller le pareció, y lo dijo entonces, que estos mediterráneos son portadores de viejas tragedias y mitologías-, metió las necesarias alusiones al destino y la fuerza de lo inevitable, a manera defiatum, y construyó una pequeña obra maestra. Se dio en España poco después de su estreno en Nueva York; se reproduce ahora en una nueva versión de José Luis Alonso.El mito está intacto, tiene vigencia. La construcción dramática, sin perder su calidad, está más anticuada. El teatro ha ensayado desde entonces nuevos caminos; no ha prosperado claramente por ninguno, pero ha perjudicado a las antiguas formas. Esto, desde un punto de vista intelectual. Veremos -y este experimento tiene interés en ese sentido- si el público lo recibe de otra manera, como muy bien podría ser. Las carteleras del mundo están repitiendo ahora títulos de los años cincuenta, como si se quisiera volver a un punto de partida para volver a empezar. Tienen éxito. No hay razón ninguna para que en Madrid no suceda lo mismo. Algo tenía aquel gran teatro americano del cine: el relato en escenas sueltas, el narrador. Un cierto distanciamiento conseguido a base de que lo que pasa en escena no está pasando realmente, sino que se rehace en una memoria, después de haber sucedido todo, como si el desenlace estuviera escrito -otra forma de aludir al destino- desde antes del principio. José Luis Alonso lo ha entendido así, ha mezclado una escenografía onírica, expresionista -la escena abrazada por los pilares del puente de Brooklyn, la transparencia o la opacidad, según las luces, de unas telas metálicas; bien ideado todo por Vicente Vela-, con un realismo minucioso -se ve el humo de la sopa, los personajes comen de verdad y mascullan al mismo tiempo palabras y alimentos-, que se desarrollan en medio de lo que es una memoria, una evocación, un recuerdo. La interpretación, dentro de ese realismo minucioso, es buena.

Panorama desde el puente, de Arthur Miller; adaptación de José Luis Alonso

Intérpretes: José Bódalo, Marilina Ross, Montserrat Carulla, José Luis Pellicena, Javier Redondo, Miguel Criado, Francisco Hernández, Pedro Arbeo, Enrique Closas, Manuel Troncoso, José Soriano. Escengrafía de Vicente Vela. Dirección: Jose Luis Alonso. Estreno: Teatro Marquina, 11-1-1980.

Ocurre a veces que la presencia física de José Bódalo, la identificación que de él tienen los espectadores, va más allá de un gran talento de actor que en este caso desarrolla plenamente, y que se pierda la densidad de la tragedia, se suavice demasiado, se haga más cotidiana: algunas risas emitidas en momentos dramáticos lo demostraban. Esto sucede en comparación con otra manera más espectacularmente seca de interpretar el personaje -López Lagar, Raf Vallone-, pero es, considerada en si misma, una gran interpretación. Dentro de un cuarteto excelente, el que forman con él Marilina Ross, que da toda su fuerza a un personaje difícil al que sabe comunicar humanidad; Montserrat Carulla, en la mejor escuela del naturalismo, y José Luis Pellicena, que desafía todas las trampas del personaje: el narrador, el distanciador, el hombre que lo sabe todo y no puede evitarlo: uno de los enlaces con la tragedia antigua, representando el dios menor que no consigue evitar lo que los mayores han «escrito» previamente.

Podría figurar en ese grupo estelar Francisco Hernández, lleno de verismo. Pedro Arbeo cumple su cometido, y los papeles menores, el suyo. En el estreno se aplaudieron varias escenas, especialmente a Bódalo y a Marilina Ross, y se ovacionó el final. El ambiente era de éxito

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