Los niños ocuparon simbólicamente el Ayuntamiento de Baracaldo
Lorena Fernández, de quince años, estudiante, ocupó ayer el sillón de la alcaldía de Baracaldo (Vizcaya), en un pleno municipal extraordinario dedicado a la población infantil. Veintisiete compañeros más del segundo ciclo de EGB de los centros de la localidad constituyeron, durante veinticuatro horas, una corporación municipal sin precedentes en la industrial villa vizcaína. En vísperas de Reyes, abandonaron sus diversiones de niños y jugaron a mayores en un pleno en el que actuaron con seriedad y hasta con responsabilidad.
Los ediles «de circunstancias» no se habían tomado el asunto como unjuego precisamente. Días antes, la iniciativa del pleno infantil que surgió de un miembro de la comisión de cultura del Ayuntamiento de Baracaldo, Ceferino del Olmo, había sido estudiada con detenimiento por los chavales de EGB de la localidad. Se formaron, en un abrir y cerrar de ojos, varios partidos: el PPC (Partido de la Primera Comunión), el PS (Partido Socorrista), el PV (el Partido de la V), el PB (el Partido de la B) y el PU (el Partido de la U), que eligieron de una forma democrática y paritaria sus representantes en la corporación municipal. Luego crearon las correspondientes comisiones de urbanismo, ecología, sanidad, medio ambiente, educación y recreo, y elaboraron un orden del día riguroso para tratar todas las cuestiones que afectan a la población infantil yjuvenil de Baracaldo.Tras ceder Josu Sagastagoitia, alcalde de la localidad, los «trastos de mandar» a la alcaldesa por un día, Lorena Fernández, se inició un pleno con lleno de un público, mezcla de infantes y veteranos, «que quería aprender». Uno por uno, los ediles, que llevaban bien aprendida la tarea, fueron planteando los problemas de la población infantil: el mantenimiento de los colegios y escuelas, los problemas del euskera y su profesorado, la educación física en los centros y, en general, la situación de las instalaciones. Se solicitaron la puesta al día y reactivación de los laboratorios escolares -hoy en desuso por la falta de tutores-, la creación de instalaciones deportivas en los barrios de la villa y la ,creación de un grupo de teatro infantil.
El tema de la contaminación no faltó en el pleno de un pueblo que soporta al año más de la mitad de sus días con porcentajes de polución superiores a los tolerables. Un joven concejal, que ya apunta maneras, pidió a la corporación mayor un control estricto y medidas contra la contaminación. Otro destacado orador -que no es precisamente un empollón en los estudios- sugirió la necesidad de medidas de seguridad en la salida de los colegios. Sin solución de continuidad, una Voz denunció el gasto inútil de alumbrado público del Ayuntamiento («que queda encendido y no funciona de noche», dijo) otra pidió bibliotecas a disposición de la población juvenil y, haciendo de nexo de unión con la tercera edad otra hizo notar la preocupación del pleno «de reciente creación» por la necesidad de viviendas adecuadas para jubilados, pensionistas y baracaldeses sin medios económicos.
Las concejalas, mayoría de veintidós en una corporación de veintisiete miembros, plantearon el tema de la seguridad pública nocturna en las calles de Baracaldo. Denunciaron el exceso de gamberrismo y exigieron una más estricta vigilancia. «Se trata de evitar», afirmaron, «que las chicas tengamos miedo a andar de noche por el pueblo ».
Cuando el pleno daba a su fin, en medio de una gran sorpresa y expectación, los Reyes irrumpieron en el salón. Melchor, Gaspar y Baltasar sancionaron los acuerdos y felicitaron a la corporación por su labor «en pro de la infancia, de la juventud y del pueblo de Baracaldo en general».
Luego, Reyes y corporativos marcharon en comitiva hasta el auditorium de la plaza del pueblo, donde la alcaldesa leyó a los presentes los acuerdos del pleno infantil. Instalaciones, laboratorios, bibliotecas, seguridad, profesorado, vigilancia y viviendas para los necesitados era todo lo que los niños de Baracaldo, a través de sus «representantes legales pedían a su Ayuntamiento en la víspera de Epifanía. Por la noche, más en su papel de chavales, olvidando las obligaciones del cargo, los jóvenes ediles lustraron sus zapatos y los pusieron en el balcón para que sus «reyes de andar por casaxi les dejen hoy regalos que no exijan papeleo ni burocracia, «que son cosas de mayores».
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