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GENTE

Salvar

Las joyas de los bárbaros pudo ser el móvil del espectacular saqueo de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo uno entre los robos de arte sacro que podrían muy bien haber sido llevados a cabo por una banda internacional en cuya cúspide podría estar un millonario maniático y coleccionista. Esa es, al menos, la tesis que el profesor José María Casielles Aguade mantiene en su reciente novela Ladrones en la catedral, en la que relaciona el robo en su tierra asturiana con los perpetrados también en Murcia y Burgos, y atando cabos, como buen investigador, se fija en que «las joyas de Centroeuropa no se han tocado» y que sólo fueron sustraídas aquellas que se encontraban en «países bárbaros»... Una misión romántica, tal vez mágica, habría movido estos hilos: reunir las joyas del Sacro, Imperio Romano Gernámico, aunque vuelvan, aparentemente recuperadas, copias minuciosas como los trozos de la Cruz de la Victoria.

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