La Iglesia y los teólogos

Desde estas líneas quisiera decir a todos la consternación que como católica y como estudiante de teología me han producido la censura a Hans Küng y el proceso a Schihebeeckx. Sin duda, el caso Küngnos ha conmocionado más a todos, pero yo quisiera saber si la exquisita delicadeza y humildad de Schillebeeckx va a tener un desenlace más afortunado o si, por el contrario, el final va a ser similar. Y, desde el punto de vista de los espíritus débiles a quienes lajerarquía dice defender, creo que no hay razón para obrar distinto con uno y con otro.

Sin embargo, hay algo mucho más importante que estas supuestas herejías, y es el hecho de que Küng ha llegado al gran público. Esto es demasiado. No puede dejar de venirme el recuerdo de Loisy, el exégeta antipático y suspicaz, pero de cuya honradez es imposible dudar. Tenía, no obstante, un defecto imperdonable: al mismo tiempo que era un investigador, se permitía el lujo de ser claro. Este fue su gran pecado, no sólo le leyeron los eruditos, sino que llegó al laico culto y, por consiguiente, estaba interfiriendo en el campo pastoral, estaba abriendo los ojos al rebaño...

Hoy que se está rehabilitando a los que condenamos ayer, haría una llamada a la conciencia histórica para que no tengamos que rehabilitar mañana a los que condenemos hoy.

Madrid