Argelia recupera el "tesoro" del FLN, tras dieciséis años debatalla legal
Después de dieciséis años de intrincadas peripecias jurídicas y políticas, mezcladas -con el asesinato en las calles de Madrid de un antiguo dirigente argelino, Argelia ha logrado recuperar el control del establecimiento bancario árabe, instalado en Ginebra, donde se encontraba el llamado «tesoro del Frente de Liberación Nacional» (FLN), depositado por Mohamed Jider. El acuerdo, firmado por las autoridades argelinas, ha sellado su reconciliación oficial con el Gobierno suizo.
Para lograr sus propósitos, el Gobierno argelino no sólo tuvo que apelar a las autoridades y tribunales helvéticos, sino que solicitó, y obtuvo, la ayuda de la propia viuda de Jider, la cual parece haber jugado un papel importante en la restitución del «tesoro», al haber expresado que Argelia es la única y legítima heredera del mismo.El «tesoro» se hallaba constituido por dos partes: la primera, procedía de las contribuciones hechas por algunos países árabes al FLN, durante la guerra de independencia argelina, y la segunda estaba constituida por las cotizaciones de los emigrantes argelinos en Francia, las cuales fueron evaluadas en cerca de 100 millones de francos (unos 1.700 millones de pesetas).
Tras la independencia argelina, el tesorero del FLN, Mohamed Jider, se enemistó con Ben Bella, y acusó a éste de haber creado una formación política «que nada tenía que ver con la original», por lo que decidió depositar los fondos en un establecimiento bancario, el Banco Comercial Arabe, instalado en Ginebra gracias a los buenos oficios de dos de sus amigos, el suizo François Genoud y el banquero de nacionalidad siria Zuheir Mardam.
La intención de Jider, según su propio testimonio, era conservar el «tesoro» en calidad de depositario legal y entregarlo a las autoridades argelinas, cuando hubiera tenido lugar un «cambio político» en el país. Ben Bella le acusó de robo y el Gobierno argelino obtuvo, en julio de 1964, que los tribunales helvéticos dictaran una orden de secuestro de los fondos depositados en el banco, lo que originó una serie de protestas de la Confederación Bancaria Suiza.
Asesinato de Jider en Madrid
Tras la caída de Ben Bella, en junio de 1965, el nuevo régimen argelino dirigido por Huari Bumedian estableció algunos contactos discretos con Jider, para obtener la recuperación del «tesoro», pero estas gestiones resultaron infructuosas. El 3 de enero de 1967, Jider es asesinado en Madrid por personas desconocidas.La posibilidad de que el antiguo tesorero del FLN fuese «ajusticiado» por un comando llegado de Argel fue evocada por los medios informativos, sin que pudiese ser demostrada en ningún momento. Oficiosamente, los responsables argelinos de esa época afirmaron que «no tenían nada que ganar con la desaparición física de Jider». Meses más tarde pudo descubrirse que el asesinado desconfiaba de la «honestidad» de Mardam, el banquero sirio, quien, al parecer, se negaba a rendir cuentas de las actividades del banco.
Un detalle curioso fue la confirmación, a través de una nota escrita hallada en la cartera de Jider, de que éste había aceptado la sugerencia hecha por Mardam de celebrar un encuentro en Madrid, el 10 de enero, para dirimir las diferencias.
Maniobra fraudulenta
Por encima de su importancia cuantitativa, el origen «sagrado» de los fondos representaba para el Gobierno argelino un «imperioso deber» para proseguir su recuperación, a través de todos los posibles vericuetos jurídicos. Tras la desaparición de Jider, el régimen argelíno intentó hacer valer sus derechos y logró que dos tribunales dictaminaran en su favor, sin que el litigio se viera solucionado ante una serie de «maniobras» de Mardam que, de forma fraudulenta, hablan llegado a reducir espectacularmente el valor nominal de las acciones que le correspondían a Jider.Utilizando estas últimas, gracias a las cuales disponía de la mayoría absoluta del capital del banco, Mardam convocó dos asambleas generales, en abril de 1967 y marzo de 1968, en el curso de las cuales, y bajo el pretexto de tomar una serie de medidas de «limpieza técnica», convirtió 10.000 acciones de Jider en «bonos de referencia» y redujo el valor nominal de las otras 10.000, de 500 a un franco suizo. Tras esta operación, el ban quero sirio habría propuesto al Gobierno argelino la «restitución» del capital, convertido entonces en la irrisoria suma de 20.000 francos
El Gobierno helvético, al que recurrieron entonces los argelinos, alegó que no podía intervenir en ese asunto en virtud del principio de la separación de poderes, y en 1974 el Tribunal Supremo Federal invalidó, incluso, las decisiones de las dos instancias jurídicas anterio res, favorables a Argelia, declando al Banco Comercial Arabe, y por consiguiente a Mardam, «herederos legales de Jider». Argelia decidió entonces retirar su embajador en Berna y congelar, prácticamente, sus relaciones con Suiza.
El affaire entró entonces en una fase delicada, en la que lo más destacado son las declaraciones de la viuda de Jider, en las que reiteró que no reivindicaba nada para ella y sus hijós, debido a que el «tesoro» es. propiedad legítima del pueblo argelino. La señora Jider apeló a los tribunales suizos, mientras el Gobierno argelino lo hizo ante la Comisión Federal Bancaria Helvética, y ante Berna, pero en ambos casos no se obtuvo respuesta alguna por parte suiza.
Argelia no perdonó entonces a las autoridades suizas su pasividad y la prensa oficial argelina desató una violenta campaña contra lo que calificó de «duplicidad» de ciertos dirigentes helvéticos, relacionada con «el crecimiento tentacular de ese imperio bancario, verdadera nodriza de la prosperidad suiza».
Amenazas de represalias
La violencia de la reacción. argelina, y sobre todo la voluntad declarada de adoptar medidas de retorsión contra el Gobierno de Berna, tuvieron resultado ya que el gabinete suizo prometió, en 1977, «encontrar una solución elegante para compensar a Argelia del daño sufrido».Al parecer, desde principios de 1978, el Departamento Federal Político Suizo (cuyas atribuciones son similares a la de un ministerio de asuntos exteriores) procedió a preparar un minucioso estudio de las posibilidades idóneas, técnicas y políticas, que den solución al complicádo asunto jurídico-bancario.
El Gobierno suizo envió a varios emisarios a Argel con la misión de convencer a sus interlocutores de su disposición a facilitar un acuerdo entre el Banco Comercial Arabe y las autoridades argelinas, que pudiera recibir el visto bueno de la Comisión Federal Bancaria.
En abril de este año, la citada comisión abre, finalmente, el camino a una solución del conflicto, al declarar que Argelia está habilitada a adquirir el control del banco. La decisión sucedió a una serie de conversaciones que mantuvo en Berna una delegación argelina dirigida por el secretario general del Gobierno, Smail Hamdani. Los argelinos declararon, entonces, estar dispuestos a enviar un nuevo embajador a Berna, con el fin de normalizar las relaciones diplomáticas, tras cinco años de «guerra fría».
La llegada de un embajador, en agosto, y la firma del acuerdo por el cual Argelia adquiere el control del Banco Comercial Arabe de Ginebra, el 26 de noviembre pasado, pusieron fin a un conflicto en el que los argelinos destacan más el carácter «sentimental» del mismo que la importancia del capital recuperado, superior en estos momentos a los 50 millones de francos suizos (cerca de 2.100 millones de pesetas).
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