El "cartel" de los exportadores de crudo, una historia de veinte años
Los cinco países fundadores de la OPEP (Arabia Saudí, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela), cuando constituyeron la organización el 14 de septiembre de 1960, estaban muy lejos de pensar que el cartel del petróleo llegaría a ser eje de la economía mundial. El móvil inmediato era la defensa de los precios del petróleo, que habían sido rebajados arbitrariamente por las compañías.
En la labor de constitución destacó el papel desempeñado por el venezolano Juan Pablo Pérez Alfonso, ministro del Petróleo de su país, fallecido el pasado mes de septiembre. Posteriormente, se adhirieron Qatar, Libia, Indonesia, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, Nigeria, Ecuador y Gabón, hasta completar los trece países miembros actuales de la OPEP.La labor defensiva para el mantenimiento de los precios del crudo y la estabilización del mercado petrolífero, controlado completamente por las grandes compañías, ocupó toda la década de los sesenta, en una etapa de consolidación y definición de objetivos. Con el reconocimiento de la dependencia de sus economías de los ingresos del petróleo, los países miembros planteaban la necesidad de coordinar y unificar sus políticas. El proyecto final era el control efectivo e íntegro de la industria del petróleo por medio de la participación y la nacionalización.
A pesar de que este planteamiento significaba una transformación total de la realidad existente, los primeros años de la organización transcurrieron entre la indiferencia del resto de las naciones y la ley que dictaban las compañías que monopolizaban la producción y el mercado del petróleo. En los años sesenta, la sobreoferta de petróleo y el alto coste relativo de la extracción petrolífera en Oriente Próximo (el precio de venta era de menos de un dólar por barril), hacían difícil incluso el objetivo primero de mantener los precios a los niveles anteriores a 1959. No obstante, se impusieron nuevas tasas a la producción y los contratos de nuevas concesiones se establecieron sobre la base de garantizar mayores beneficios para los Estados productores.
A partir de 1969, con la subida al poder del coronel Gadafi en Libia, se inicia una evolución espectacular en las acciones de la OPEP. Respaldado en parte por la excelente calidad del crudo, Gadafi se impuso a las compañías al exigirles aumentos en los precios cotizados y en los niveles de impuestos aplicables a sus ganancias. Los países árabes formaron un frente de solidaridad en su lucha por aumentar el precio del petróleo y la organización comenzó a tomar conciencia de su poder colectivo. En aquella época, el petróleo de los países de la OPEP había pasado a ser imprescindible para la industria occidental y los países miembros empezaron a considerar la conveniencia de racionalizar la producción. Con el acuerdo de Teherán, de 1971, se establecieron nuevos precios que suponían una revalorización de más de un 30%, mientras que, siguiendo el ejemplo de Venezuela, las tasas de impuestos de las compañías extranjeras eran fijadas en un 55% como mínimo. Pero, de hecho, los precios se fijaban en Londres, en una reunión de los responsables de las grandes compañías, las siete hermanas, que posteriormente comunicaban a los productores su decisión.
La devaluación del dólar provocó una nueva subida de precios
El "cartel" de los exportadores de crudo, una historia de veinte años
de un 8,49%, acordada entre la OPEP y las compañías en enero de 1972. Este acuerdo establecía una fórmula de compensación automática, en previsión de futuras fluctuaciones del dólar.Protagonismo de los Estados productores
Con el Acuerdo General de Participación, concluido a finales de 1972, se inició un proceso de nacionalización gradual y parcial. Por este acuerdo, Arabia Saudí, Kuwait, Qatar y Abu Dhabi adquirieron el 25% de los activos y de la producción de las empresas que operaban en sus países y se incluían incrementos del 5% anual en la participación de los Estados, hasta llegar al 51 % en 1982. Aunque las compañías fueron compensadas, estos acuerdos se hicieron sobre concesiones que se extendían hasta finales de este siglo o más allá del año 2000. Además, los Estados recibirían parte de la producción con la posibilidad de vender en el mercado.
Si bien la nacionalización no ha llegado a ser total en la mayoría de los países miembros y las compañías extranjeras continúan explotando el crudo, la participación de los Estados y el volumen de petróleo del que disponen directamente han pasado a ser mayoritarios.
A partir de 1973, la situación inflacionaria mundial y la guerra árabe-israelí dieron lugar a una nueva e tapa en la escalada de decisiones de la OPEP. En septiembre se produce por primera vez un aumento de precios decidido unilateralmente por los Gobiernos. La cuadruplicación de los precios, fijando el barril en 10,14 dólares, determinó una situación de crisis generalizada que continúa, agudizada, en la actualidad. El petróleo comenzó a ser utilizado como arma política. El embargo de petróleo a los países «no amigos» de los árabes, aunque fue más aparatoso que real, provocó el nerviosismo de los países compradores, disparándose los precios en el mercado libre. Países como Israel y Suráfrica, desde entonces, han tenido que acudir asiduamente al spot market para proveerse de crudo a precios superiores a los fijados oficialmente por los exportadores.
La estabilidad de 1976 y 1977
La posterior estabilización de los precios, con revalorizaciones equivalentes o inferiores a los niveles de inflación, y el estancamiento de precios durante dos años hasta diciembre de 1978, suscitaron fuertes disensiones en el seno de la OPEP. Por un lado, los países llamados «duros» (Libia, Irak, Argelia), partidarios de reducir la producción y aumentar los precios, pasaron a enfrentarse a las tesis contrarias de los «moderados» (Arabia Saudí, Irán, Kuwait). En medio, en actitud mediadora, se situaron Venezuela e Indonesia. El sha de Irán pasó, de decidido defensor de las subidas de precios hasta 1973, a adoptar posturas moderadas desde entonces. La nueva situación de Irán ha colocado al país a la cabeza del grupo radical.
Las últimas subidas de precios por encima de los límites fijados han llevado a plantear la posibilidad de una escisión definitiva en la OPEP, sobre la base de que la organización se muestra incapaz de mantener sus propias decisiones. Sin embargo, las continuas subidas de precio no hacen sino favorecer a los países productores, que cada vez tienen una presencia más importante en el mercado. El conflicto árabe-israelí y las actuales condiciones geopolíticas que afectan directamente a Oriente Próximo, objeto de consideración sobre el alcance de las diferencias entre los países que componen la organización, pueden ser también factores de acercamiento.
La polémica de fondo, además de sus dos componentes políticos, se plantea entre los países que defienden que el petróleo es un bien escaso fundamental para su desarrollo y supervivencia, y que ello tiene que traducirse en precios tan altos como las fuentes alternativas, y los países que no se plantean los ingresos del petróleo como fundamentales a largo plazo para su desarrollo o que tienen tal nivel de reservas que la explotación del crudo no les produce graves problemas.
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