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Diodoro Canorea busca "oxigeno" en el mar Menor

El "rey de los bingos de Murcia", nuevo socio de Taurina Hispalense

Diodoro Canorea ha viajado al mar Menor en busca de oxígeno; es decir, que ha ido a por dinero, pues buena falta le hace para afrontar los compromisos económicos como empresario de Las Ventas, de cara a la nueva temporada. Algunos miembros de Taurina Hispalense, la sociedad que le respalda económicamente, se han retirado del negocio o están a punto de hacerlo, y hay que poner en juego cien millones de pesetas, por lo menos, para «empezar a hablar» de abrir Las Ventas en 1980, lo que se podrá hacer previo pago de más de ochenta millones de pesetas (el 50% del canon de arrendamiento), compra de ganado, gastos empresariales y otros flecos.

La cuestión está resuelta, si bien continúa el grave problema del aval bancario por importe del total del canon (cerca de 162 millones) que, hasta el momento, aún no ha conseguido la sociedad. Y es el problema más grave porque la Diputación provincial, propietaria del coso madrileño, que ha venido dando toda clase de facilidades a Canorea, no está dispuesta a que se rebase ni en un minuto el plazo que le ha dado: si el día 15 (es decir, pasado mañana) no hay aval, el contrato de arrendamiento quedará rescindido inexorablemente. En su viaje al mar Menor, Canorea llevaba un objetivo primordial: entrevistarse con Juan García Roldán, que es el rey de los casinos y de los bingos de la provincia. Se trata de un personaje muy conocido en los citados mundillos, de fisonomía que cuadra a la de Canorea: aunque más bajo que él, allá que se van en perímetro abdominal y en el semblante satisfecho y epicúreo. El señor García Roldán dirigió el bingo del Casino de Madrid, del que salió por algún problema administrativo, controla los más importantes bingos murcianos, y se ha comprometido a sacar a flote el casino del mar Menor, al que ya ha reforzado en las mesas de baccarrá y blackjack.

Sus disponibilidades económicas son claras y fuertes, y en este sentido tiene amplio crédito dentro de toda la región y, en general, en los ambientes de juego. No se trata de un hombre absolutamente al margen del mundillo taurino, pues protege, o podría decirse que apodera, al torero murciano Pepito Soler, y está decidido a hacer de él una figura.

Canorea se hospedó en una suite del hotel Doble Mar, invitado por García Roldán, ambos presenciaron juntos, desde una barrera, el festival recientemente celebrado en Torre Cotillos -en el que, por supuesto, actuó Pepito Soler-, jugaron en él casino y, finalmente, establecieron el acuerdo definitivo: García Roldán invierte veinticinco millones de pesetas en Taurina Hispalense, de la que pasa a ser socio Canorea, aparte de los derechos y obligaciones que a aquél correspondan como miembro de la sociedad, se compromete a hacer de Pepito Soler un hombre, taurina mente hablando; es decir, que lo contratará a buen dinero para sus plazas, entre ellas las de Sevilla y Madrid, y por tanto será incluido en las dos ferias de máximo prestigio: la de abril y la de San Isidro.

El acuerdo está en línea con la habitual estrategia de Canorea quien logró el milagro de reclutar capitalistas para la aventura de Las Ventas mediante distintos pactos, entre los cuales figuraba dar preferencia o, por lo menos, paso a toreros protegidos de dichos capitalistas. La entrada en la feria de San Isidro de la pequeña legión de toreros albaceteños o asimilados -algunos de ellos muy veteranos, y casi todos ya en el olvido- fue cumplimiento de lo acordado por el empresario con sus socios albaceteños, señores Cantos, Sánchez Flor, Candell, etcétera, y, sobre todo, el ganadero Samuel Flores, de quien se dice tiene la mayor parte de las acciones de Taurina Hispalense, si bien puestas a nombre del propio Canorea y algún otro testaferro.

Ahora entra en la cuadra de los protegidos Pepito Soler, con inmejorables perspectivas artísticas y también económicas, pues el empresario de Las Ventas paga opíparamente a los toreros «de la casa». Parece ser que a los albaceteños, a pesar de que su inclusión en los carteles de San Isidro fue fuertemente contestada por la afición, les abonó del orden de 800.000 pesetas por corrida, excepto Manolo Amador, que alcanzó el millón. Naturalmente, honorarios de tal cuantía tuvieron que influir de alguna manera en las pérdidas que ofrece el balance de la sociedad (alrededor de noventa millones), una vez concluida la temporada.

Las gestiones de Diodoro Canorea y restantes socios se dirigen estos días a conseguir el aval bancario, que no está muy claro vaya a conceder de nuevo el Banco Internacional de Comercio, que fue el avalista del canon para 1979, ya que, de un lado, este aval ha sido ejecutado por la Diputación, sin que aún haya sido repuesto, y de otro, el Banco de España tiene recomendado a todas las entidades bancarias que endurezcan sus criterios respecto a avales y créditos, en el sentido de evitar una excesiva concentración del riesgo. De cualquier forma, Canorea es el hombre de los milagros y sus asombrosas movilidad y capacidad de persuasión pueden perfectamente producir que el Banco Internacional de Comercio, entidad de la que es vicepresidente Licinio de la Fuente, vuelva a conceder el aval.

En el caso de que haya rescisión del contrato Canorea-Diputación, el arrendamiento de Las Ventas será sacado a concurso, en unas condiciones menos gravosas para el arrendatario.

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