Los vendimiadores españoles en Francia reclaman mejores condiciones laborales
«Nada cambia de un año para otro. De todas nuestras reivindicaciones planteadas antes de la partida, ninguna se nos ha concedido, y las pocas promesas que se nos hicieron de mejorar el transporte y la asistencia sanitaria han quedado en papel mojado.» En estos términos se expresa un grupo de temporeros valencianos que trabajan cada año en la vendimia francesa, a la que el País Valenciano aporta una tercera parte del total de población laboral española desplazada.
Los sindicatos españoles y franceses ven en la emigración un campo de difícil rentabilidad militante, pensando que al volver a sus tierras los temporeros olvidan sus reivindicaciones. Para salir de esta situación se ha buscado el apoyo de algunos sindicatos constituidos en coordinadora del País Valenciano, en la que se encuentran la Unió de Llauradors i Ramaders (Unión de Agricultores y Ganaderos) y USO, para llevar adelante una plataforma de mejoras sociales y económicas.Los aspectos laborales de esta plataforma hacen referencia al cumplimiento por el patrón del abono de las horas extraordinarias, canjeadas a menudo sin consultar por productos del campo; control del trabajo de los niños por el contrato y sueldo de los mayores, y reconocimiento de los accidentes laborales para que el vendimiador perciba compensación económica. La picaresca patronal en este terreno, según aseguran los temporeros valencianos, hace que en algunas propiedades se exija trabajar más del horario convenido para pagar la comida o aumentar el número de vendimiadores los últimos días, a fin de no abonar los días de vacaciones estipulados por la ley.
Los intentos de negociación salarial han sido infructuosos y, por tanto, se sigue cobrando el salario mínimo, del que se deducen el impuesto sobre el rendimiento del trabajo personal y una tasa destinada a sufragar el desempleo del país vecino. «No tiene ningún sentido en nuestro caso pagarlo siendo trabajadores temporeros contratados por Francia para unos días, y cuando ya no hay trabajo se nos devuelve de nuevo a la frontera», explican estos temporeros.
La creciente mecanización en el campo francés es contemplada por estos trabajadores como uno de los mayores peligros.
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