Argelia se alía "verbalmente" con Irán en el frente duro de la OPEP

Argelia ha desatado ayer lo que parece ser una durísima campaña contra el dólar norteamericano y lo que califica de «feudalismo monetario» de Estados Unidos. El régimen argelino es, así, el primero en alinearse con las posturas de la revolución islámica iraní y apoyar, en consecuencia, la idea de que la OPEP abandone la moneda estadounidense como medio de pago.La campaña ha sido iniciada por la agencia oficial de prensa argelina y secundada por, la prensa gubernamental. El carácter oficial de la agencia significa que los puntos de vista defendidos por ésta son, estrictamente, los del régimen y los que la delegación argelina defenderá en la próxima conferencia ministerial de la OPEP en Caracas.

La agencia argelina estima que el papel actual del dólar ha permitido a las autoridades norteamericanas «manipular impunemente» en el mercado occidental para minimizar las consecuencias de las reiteradas alzas del precio del crudo OPEP.

Los términos que emplea AIgerie Presse Service son durísimos, prácticamente de «guerra fría», y no hay duda de que ello obedece al propio «enfriamiento» de las relaciones políticas entre Argel y Washington. Sin embargo, aquí los observadores estiman que toda esa fraseología no tiene otro contenido sino el de una advertencia política, en tanto que, en lo que se refiere a su aspecto pragmático, el sector tecnócrata estatal argelino no vería con buenos ojos el desbarajuste que motivaría la puesta en práctica de una decisión de la naturaleza como la que reclama Teherán y sostiene, por vía de prensa, Argelia.

La utilización del dólar como «arma política» por parte de EEUU pondría nuevamente en primer plano la reforma del actual sistema monetario internacional, a la luz de los requerimientos que realizan desde hace años los países del llamado «grupo de los 77». En este sentido, la agencia argelina no dice cuál debiera ser la moneda o el grupo de monedas que pudieran sustituir al dólar, y esta omisión voluntaria parece ser la resultante, no tanto de las dificultades para hallar una divisa «políticamente sana» como del convencimiento que aquí se tiene de las dificultades que entrañaría la puesta en marcha de ese proceso.

Los medios argelinos insisten también en que los países árabes necesitan adoptar una «nueva estrategia de ataque» contra lo que califican de «presiones políticas occidentales», y para ello son partidarios de que la OPEP emplee el «arma» del petróleo, como esa «nueva forma de lucha», a lo que habría que añadir la retirada de todos los activos árabes en los bancos norteamericanos.

Todas estas alternativas, traducidas en un esquema de comportamiento político, se reducen a concretar «el paso de la etapa de la resistencia a la de la respuesta...». Pero si los argelinos han sido los primeros en apoyar, por vía de comentarios, las decisiones del régimen iraní, es difícil suponer que en Caracas esas posiciones sean compartidas por los demás miembros de la OPEP. Como referencia podrían citarse las declaraciones del ministro venezolano de Energía, Humberto Calderón Berti, quien recientemente declaró a EL PAIS en Argel que, por solidarios que fueran los miembros de la OPEP con Teherán, esta última capital también tendría que aceptar disciplinadamente los compromisos de la organización.