Trece rehenes, liberados en Teherán
Son ya trece los rehenes de la embajada estadounidense en Teherán que gozan de libertad. A los dos marines y a la secretaria liberados el domingo, hay que añadir diez personas más: un marine, dos militares de las fuerzas aéreas, tres empleados civiles (todos ellos negros) y cuatro secretarias.Casi medio centenar de personas están aún en manos de los « estudiantes islámicos seguidores del imán». El encargado de negocios de Estados Unidos, Bruce Laigen, sigue, entre tanto, refugiado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en el que goza, según fuentes diplomáticas, de tratamiento de «huésped de honor».
Cuando se han cumplido ya quince días de la ocupación de la embajada, continúan sin verse salidas al conflicto. El domingo pasado, el ayatollah Jomeini declaró, en una tumultuosa rueda de prensa convocada dentro del recinto de la embajada, que «los rehenes sospechosos de espionaje serán presentados a los tribunales para ser juzgados según las leyes islámicas».
Horas después, el imán Jomeini declaraba a las tres principales cadenas de televisión de Estados Unidos que apoyaba el que se tomara corno rehenes a «embajadores, diplomáticos y otras personas que actúen como espías». Estas palabras han consternado más aún a los medios diplomáticos occidentales.
«No sé cuando volverernos a nuestras casas. Quizá mañana por la mañana, o puede ser que esta misma noche », declaraba ayer uno de los diez rehenes que fueron presentados a la prensa antes de ser puestos en libertad.
A las ocho menos diez de anoche (cinco y veinte de la tarde en Madrid), los últimos seis negros liberados hasta el momento tomaban contacto con los periodistas. Minutos después, cuatro secretarias se unirían al grupo. Unas y otros se abrazaban y reían con grititos nerviosos. Un joven estudiante islámico barbudo interrumpiría tanta efusión para dar comienzo a una rueda de prensa en la que poco más se pudo saber sobre las reales condiciones de internamiento de los rehenes.
Pasa a página 3
No hubo malos tratos a los detenidos
(Viene de primera página)
Los estudiantes presentes empezaron a cantar antes de comenzar el turno de preguntas, mientras los rehenes atendía, con la circunspección con que habitualmente se escuchan los himnos convencionales.
El aspecto de los trece rehenes liberados no hace pensar en que hayan existido malos tratos. Se ha podido saber que todos ellos se encuentran aislados, en grupos de dos o de tres personas, en diferentes habitaciones de la embajada.
«Sólo sé que si el presidente Carter hace lo posible por liberar a los otros rehenes, éstos serán liberados», dijo uno de los jóvenes de color, que fue aplaudido por las cuatro secretarias.
Menos confiados, los observadores piensan que el problema no tiene fácil solución. La posible vuelta del sha a su casa de Cuernavaca (México) podría enervar aún más las cosas. «Si la presa se aleja, los ánimos pueden caldearse más aún», dice un diplomático occidental.
Con el resto de la ciudad de Teherán completamente en calma, los alrededores de la embajada de Estados Unidos tienen, por horas, mayor aspecto de feria. Los vendedores callejeros acuden cada vez en mayor cantidad y el ruido de los altavoces de los vendedores de cassettes grabadas con canciones revolucionarias y discursos de Jomeini apaga, a veces, las arengas lanzadas por los estudiantes islámicos desde los muros del recinto diplomático.
Lo que empezó siendo una respuesta de la línea dura a la entrevista de Argel entre Bazargan, Yazdi y Brzezinski, es ya, incontestablemente, una verbena triste que puede tener un final trágico.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.