Schmidt adopta una línea intermedia entre el rearme y la limitación de armamento nuclear
Alemania Federal no desea figurar en el club atómico, ha dicho el canciller Helmut Schmidt. «No debemos tolerar que surja la impresión de que pretendemos, o de que debemos, sentarnos en la mesa de negociaciones que ocupan las potencias nucleares», dijo el miércoles el jefe del Gobierno de la RFA ante la fracción parlamentaria socialdemócrata.La prolongada intervención del canciller ante los diputados no se ha conocido en detalle hasta el mediodía de ayer. Schmidt, no obstante expresar esta negativa a figurar entre los países con armamento atómico, ha anticipado que «la Alianza Atlántica determinará en diciembre, en decisión conjunta, primero, el modo de alcanzar el equilibrio (entre los dos bloques) en el sector de las armas de alcance medio y, segundo, sobre el camino que ha de seguirse para que este equilibrio pueda restablecerse mediante negociaciones de control y limitación».
La postura alemana no deja lugar a dudas; Schmidt ha dicho ante la fracción que tanto él como su Gobierno apoyan dos pasos: rearme y restablecimiento del equilibrio Este-Oeste mediante una limitación aceptada por ambas partes en el sector del armamento nuclear estratégico.
La próxima semana, confía el canciller, se sabrá si el Kremlinpresenta una contraoferta al plan de reducción de tropas elaborado por el Gobierno de Bonn y, sobre todo, si acepta como base de negociación el compromiso sonda de la OTAN, puesto en circulación por británicos y alemanes, sobre neutralización de mil cabezas nucleares en el Este y en el Oeste de Europa.
Exigencia enérgica a Carter
Según el canciller, él mismo «exigió enérgicamente al presidente Carter», en una larga conversación telefónica hace quince días, que aceptase esta base de acuerdo. La visita del ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, a la RFA, el próximo miércoles, dará la medida de las esperanzas que puedan existir en unas nuevas conversaciones para el desarme (SALT III), pero el jefe del Gobierno de Bonn ha insistido, por lo pronto, en que la oferta de Brejnev, el 6 de octubre, en Berlín oriental -repliegue de 20.000 soldados y mil carros de combate- no deja de ser pobre en cuanto a su alcance.En la opción 3 de la conferencia de Viena, los occidentales se declaran dispuestos a retirar efectivos nucleares sólo en el caso de que los soviéticos retirasen 68.000 soldados y 1.700 tanques.
La habilidad dialéctica del canciller de Bonn, en relación con este problema, ha llegado a un nivel sorprendente, al decir ante su fracción que «al equilibrio pertenece también que el Este y el Oeste respeten y reconozcan mutuamente los respectivos intereses legítimos de seguridad de la otra parte, el Oeste respecto de la Unión Soviética y ésta respecto del Occidente», y que ello significaría un respaldo mutuo, del Kremlin y de la Casa Blanca, en la operación de equilibrar el arsenal nuclear de las dos partes.
Amenazas para el continente
La argumentación ambivalente del canciller Helmut Schmidt no concuerda con los estudios de dos acreditados expertos nada sospechosos de prosovietismo. Según el físico nuclear, filósofo y nonato candidato social-liberal a la presidencia de la RFA, en las últimas elecciones, Karl Friedrich von Weizsaecker, los planes de la OTAN sobre modernización y ampliación de sus efectivos nucleares en Europa son una amenaza para los habitantes del continente. En ningún caso debería anteponerse el rearme a las negociaciones, y en el caso de que éstas fracasasen, podría darse paso a un rearme parcial, instalando algunos misiles del tipo Pershing II en unidades navales norteamericanas, británicas o francesas. Ello permitiría convencer a la URSS de que, de tomar Moscú la iniciativa de un ataque, la respuesta occidental no conllevaría pérdida de vidas humanas.El Instituto para el Estudio de la Paz y de la Política de Seguridad, de Hamburgo, ha presentado un informe en el que se concluye taxativamente que no sólo no existe una preponderancia del Pacto de Varsovia sobre la OTAN en el sector de armamento nuclear, sino que, en determinados capítulos, los occidentales cuadruplican sus efectivos respecto de su oponente socialista.
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