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Grave distorsión en el mercado mundial de crudo, por el corte de compras norteamericanas en Irán

La decisión del presidente Carter de suspender las importaciones norteamericanas de crudo iraní va a introducir un grave elemento distorsionador en el mercado mundial de petróleo, que tendrá a su vez serias repercusiones sobre los planes de aprovisionamiento de crudo de todos los países europeos, incluida España. Aparte de los precios más elevados que se esperan, el principal impacto de la crisis iraní se dejará sentir en el mercado libré o spot de crudo, donde Norteamérica se verá obligada a acudir para compensar el déficit.

El Gobierno norteamericano ha comenzado a informar a sus países aliados sobre la decisión de suspender sus compras de crudo iraní y de sus planes alternativos para compensar los 717.000 barriles diarios de déficit que directamente le producirá su actitud. Aunque, en principio, piensa incrementar su importaciones directas de otro países productores, no cabe duda que, a corto plazo, Washington no tendrá más remedio que comprar mayores cantidades de crudo y productos refinados en los mercados libres, bien en Rotterdam o, en mayor grado, en el spot de las Bahamas.En ambos casos, la decisión norteamericana repercutirá directa mente sobre otros países consumidores, como los europeos. Por un lado, la búsqueda de crudo por parte de Washington en otros países productores (Arabia Saudí México, Canadá, por citar algunos casos) repercutirá negativamente sobre aquellos países que esperaban encontrar en estos suministradores la solución para sus graves problemas inmediatos de aprovisionamiento. Por el otro, las mayores compras de crudo y productos refinados por parte de Estados Unidos en el mercado libre, provocarán un relanzamiento de los precios en estos centros, ya disparados desde que explotó la primera crisis iraní.

Indirectamente, sin embargo, la negativa de Estados Unidos a comprar crudo en Irán podría tener un impacto favorable para terceros países, especialmente para aquellos que tienen relaciones favorables con Irán. En este sentido, hay que resaltar que Irán no tendrá ninguna dificultad para colocar su crudo en el mercado y que, de hecho, muchos países europeos han acudido ya a Teherán a negociar el petróleo que ahora se niega a comprar Estados Unidos.

Washington importa diariamente de Irán, por canales directos, unos 700.000 barriles, pese a que, por medio de entregas de compañías y compras en los mercados libres, el petróleo iraní que llega al mercado norteamericano ronda los dos millones de barriles. En este sentido, las repercusiones del embargo acordado serán, para Washington, mínimas, aunque evidentemente no lo serán a nivel económico, ya que el precio que se paga en puerto por una entrega directa (alrededor de veintisiete dólares, en estos momentos) no será el mismo que en el mercado libre, donde el barril se podría situar a cuarenta-45 dólares.

En cualquier caso, el mercado de petróleo no va a ser el mismo en los próximos meses, ni siquiera se parecerá a las previsiones más optimistas de los Gobiernos. A tan sólo un mes de la próxima reunión (Caracas, 17 de diciembre) ordinaria de los países miembros de la OPEP, las circunstancias en que este encuentro se va a celebrar tendrán un impacto decisivo sobre las decisiones que adopten los trece miembros del cartel.

Por de pronto, y después de la reunión del comité de estrategia de la OPEP, que se ha celebrado estos días en Bahrain, las posiciones de los trece países parecen ya encontradas sobre el nivel de incrementos a decidir en los precios. Hay que recordar que seis países de la OPEP (Argelia, Nigeria, Libia, Kuwait, Iraq e Irán) no respetan el precio máximo (23,50 dólares /barril), acordado en Ginebra tan sólo hace cinco meses, mientras al tiempo limitan su producción a unas cantidades acordes a sus necesidades financieras.

Moderación saudí y venezolana

Por otro lado, Arabia Saudí y Venezuela, dos países miembro de la OPEP caracterizados por sus posiciones moderadas, han abogado este fin de semana pasado por la vuelta a una estructura de precios uniformes dentro de la. Organización y por la cohesión política de la misma. Para ello, Arabia Saudí ha prometido mantener alta la producción de crudo, mientras Venezuela se ha mostrado partidaria de controlar el mercado spot o de entrega inmediata.

Según declaró el príncipe Abdullah Ibn Abdulaziz a un periódico jordano, Arabia Saudí está dispuesta a seguir produciendo más petróleo del que necesita para su propio desarrollo, a fin de que la economía mundial no se paralice.

El príncipe saudí, tercer hombre fuerte en el Gobierno saudí, añadió que la política de Arabia Saudí se basa en tres principios: mantener el ritmo de la economía mundial, impedir la inflación y evitar la desintegración de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

«Para mantener el ritmo de la economía mundial, Arabia Saudí está dispuesta a producir más petróleo, ya que el mundo en esta época de tecnología no se puede permitir una crisis económica» opinó el príncipe.

En el mismo sentido se expresó en Argel el mini9tro de Petróleo de Venezuela, Humberto Calderón Bertí, que manifestó, según informa nuestro corresponsal en la capital argelina, que la OPEP debe preservar su cohesión por encima de sus rivalidades políticas.

Las líneas de fondo de la posición venezolana, según lo expuesto por el ministro, son: rechazo a la tesis de que el incremento del crudo exportado por la OPEP es el causante principal del elevado índice de inflación mundial y aceptación, al propio tiempo, de que «debe existir un respeto colectivo» en el seno de la Organización

«Venezuela», agregó, «es partidaria de un control del mercado spot, ya que la OPEP no debe pensar en obtener algunos dólares más de ingresos, sino en beneficios in tangibles que repercutan en favor de los países en vías de desarrollo.»

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