Carter suspende las importaciones de petróleo iraní
El presidente Jimmy Carter ordenó ayer la suspensión inmediata de todas las importaciones de petróleo procedentes de Irán, en respuesta a la «grave situación» creada por la captura de más de sesenta rehenes en la embajada de Estados Unidos en Teherán, hace nueve días, y la exigencia de «demandas inaceptables» para Norteamérica.En una breve declaración, televisada en directo a todo el país, Carter pidió a los norteamericanos que continúen conservando la calma, a la vez que les instó a conservar energía y reducir el consumo de productos derivados del petróleo, para hacer frente a este «desafío real» y dar pruebas de «nuestra determinación».
«Es vital para Estados Unidos y para toda otra nación», dijo Carter, «que las vidas del personal diplomático y otros ciudadanos en el exterior sean protegidas y nos negamos a permitir el empleo del terrorismo, la ocupación y la toma de rehenes para imponer peticiones políticas».
«Nadie debe subestimar la resolución del Gobierno y del pueblo americano en ese asunto», añadió el presidente, «Y es necesario eliminar toda sugerencia de que presiones económicas puedan debilitar nuestra postura en cuestiones básicas de principio».
Carter anunció su decisión de prohibir las compras de crudo iraní después de haber mantenido, el domingo y el lunes, dos largas reuniones con sus asesores en política exterior y con el secretario de Energía, Charles Duncan. Estados Unidos importa de Irán cerca de un 8% de sus compras de petróleo en el extranjero.
Pero sólo un 5% (entre 300.000 y 400.000 barriles diarios) puede considerarse plenamente como petróleo procedente de Irán, ya que otra cantidad análoga llega a Estados Unidos refinado en diversos lugares, como las islas Vírgenes, y es muy difícil saber el país de origen. La orden presidencial afectará pues de forma inmediata a las importaciones directas de Irán.
Jimmy Carter estuvo muy cauteloso en sus palabras y repitió que lo principal ahora es garantizar la seguridad de los 65 rehenes capturados en Teherán por estudiantes islámicos. Pero al referirse a «demandas inaceptables», el presidente norteamericano dejó bien claro que no tiene intención de devolver al sha, que continúa internado en un hospital de Nueva York.
México decidió ayer cerrar su embajada en Irán, lo que hace pensar a los observadores que el derrocado sha podría volver pronto a su residencia en el exilio de Cuernavaca, facilitando así la solución de la crisis.
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El presidente norteamericano pide serenidad a su pueblo
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El presidente norteamericano instó a sus ciudadanos a que sigan conservando la serenidad, «pese a vuestras emociones», y aseguró que sigue negociando por todos los canales posibles la puesta en libertad, de los rehenes. Carter enfatizó en dos ocasiones su calificativo de «grave» a la situación actual.
La indignación contra Irán continúa extendiéndose por toda Norteamérica. Un columnista comentaba ayer que nunca, desde la guerra de Vietnam, los campus universitarios se habían movilizado de este modo. Grupos de estudiantes, con pancartas antiiraníes, se concentraron frente a la embajada en Washington de la República Islámica, así como frente a consulados iraníes en otras ciudades.
En Denver (Colorado), un estudiante iraní fue detenido y acusado de haber efectuado disparos que causaron la muerte a un estudiante norteamericano de dieciséis años de edad, durante una refriega en una residencia estudiantil. Al parecer, los norteamericanos arrojaron piedras contra la ventana del piso donde vivía Afshin Shariarti, de veintiún años, quien disparó con una escopeta de caza.
Unas maniobras que se celebraron en Fort Hood (Texas) atrajeron la atención de los medios informativos, pero funcionarios del Pentágono negaron que este ejercicio militar esté relacionado con la crisis de Irán. Casi 3.000 soldados, pertenecientes a unidades aerotransportadas y cuerpos de élite, fueron trasladados inesperadamente a Texas para participar en este ejercicio de «reflejos rápidos», que se realizará, según los portavoces oficiales, exclusivamente en territorio norteamericano.
Las constantes llamadas a la serenidad, y la petición a los candidatos electorales de que no hagan política con la crisis, porque podrían correr peligro las vidas de los rehenes no parecen haber sido oídas por el antiguo secretario de Estado Henry Kissinger, quien dijo ayer que Estados Unidos no debe «elevar la impotencia a la categoría de principio político».
Kissinger, que abandonó el Gobierno a finales de 1976, dijo en un discurso pronunciado en Los Angeles que Norteamérica no puede dejarse chantajear. Para el antiguo artífice de la política exterior estadounidense y amigo personal del depuesto sha de Irán, «no debemos trasformar un reconocimiento de nuestras limitaciones en una doctrina de la abdicación».
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