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Kennedy lanzó oficialmente su candidatura a la Casa Blanca, "obligado por las circunstancias"

Con un llamamiento al país, para que trabaje en defensa del «viejo sueño» norteamericano, y declarándose «obligado por las circunstancias» a tomar esta decisión, el senador Edward Kennedy, 47 años, anunció ayer formalmente su aspiración a la nominación demócrata para la presidencia de Estados Unidos para las elecciones de noviembre de 1980. En un breve discurso, dedicado esencialmente a temas de política interior, el senador por Massachuset1s dijo que el país está falto de dirección y que sólo desde la presidencia puede darse esa guía. «Este país no está dispuesto a batirse en retirada, sino a avanzar y a mantenerse firme, y yo también estoy dispuesto a ello», dijo Edward Kennedy, entre los aplausos de millares de personas.

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Asegurando que Norteamérica está «ansiosa de emprender la marcha de nuevo» y que la tarea de un presidente es «liberar la energía del pueblo», Kennedy se refirió a los problemas cotidianos, a la inflación, al desempleo, al coste de la educación y de la vivienda, para señalar que «los norteamericanos son pesimistas porque son realistas, y piden algo mejor».Sin citar ni una sola vez a Carter por su nombre, el senador Kennedy centró sus palabras en la cuestión del liderazgo y en los pro lemas económicos, mostrándose dispuesto a «restaurar la fe de los ciudadanos en un sistema político que funciona», y levantó nuevos aplausos al enfatizar que «el fracaso no es un hábito de los norteamericanos».

A diferencia de sus hermanos John y Robert, que anunciaron sus candidaturas a la presidencia en la .célebre sala del caucus del Senado, en Washington, Ted Kennedy lo hizo en Boston, la ciudad patria del poder político de su familia y la capital de Massachusetts, que viene representando en el Senado desde hace diecisiete años.

La cuna de la libertad

El lugar elegido por Kennedy no pudo ser más simbólico. Faneuil Hall, también conocido por «la cuna de la libertad », es un edificio de tres plantas, de ladrillo rojo, que fue regalado a la ciudad de Boston, en 1742, por el comerciante Peter Faneull, para albergar un mercado en su parte inferior y una sala de reuniones en la planta alta.

En este edificio pronunciaron sus proclamas independentistas varios «padres de la patria», entre ellos Samuel Adanis (1722-1803), a quien Kennedy citó en su discurso y cuya estatua, con la leyenda que le describe como «un estadista incorruptible y sin miedo», aparecía ayer rodeada por los millares de personas- que, con pancartas pro Kennedy, escuchaban las palabras del senador desde la calle a través de un sistema de megafonía.

Entre gritos de «queremos a Teddy», y aplausos y vítores, los miembros de la dinastía política más poderosa de Estados Unidos, pertenecientes a tres generaciones, fueron entrando al histórico edificio.

Jackeline Kennedy fue recibida con fuertes aplausos, sólo superados por los que se dedicaron a la matriarca del clan, Rose Kennedy, todavía convaleciente de una operación quirúrgica, que ocupó un asiento en primera fila para escuchar al tercero de sus hijos que anuncia su candidatura a la Casa Blanca.

La esposa de Kennedy, Joan, ocupó un lugar en la tarima desde la que habló su marido, junto a los tres hijos del matrimonio: Kara, de diecinueve años; Edward, de dieciocho, y Patrick, de doce.

Cáncer en la piel

Poco antes de anunciar su candidatura se hicieron públicos los resultados de un reconocimiento médico que declara excelente la salud de Kennedy, aunque reconoce que fue operado de un cáncer de piel el pasado verano, pero añade que no se ha reproducido, que se trataba de un cáncer de las células basales, relativamente común y debido a la exposición a los rayos del sol, y que no reviste gravedad.

La inflación y la economía serán los temas principales a los que, si fuera elegido presidente, dedicaría Kennedy todas sus energías, según respondió a una pregunta hecha durante una breve conferencia de prensa celebrada en Faneull Hall. Más de quinientos periodistas de todo el mundo se habían concentrado ayer en Boston para cubrir la entrada de Kennedy en la batalla electoral, pero su única alusión a política exterior fue su afirmación de que, bajo su presidencia, los amigos de Norteamérica tendrían confianza y la defensa de Estados Unidos sería siempre lo suficientemente fuerte como para defender al país y a sus aliados.

El tema energético fue tratado por Kennedy en un par de ocasiones, con críticas a la OPEP, como cuando dijo que Estados Unidos está dispuesta a ser «un socio comercial, pero nunca una víctima». Kennedy defendió la búsqueda de nuevas fuentes energéticas que permitan el «no jugar más con las reglas de la OPEP», y dijo que no debe haber un futuro nuclearhasta que no estemos seguros de que la energía atómica no supone una amenaza para el futuro mismo.

Por último, Kennedy dijo estar convencido de que su entrada en la batalla electoral no supondrá la derrota de su partido en las elecciones de 1980, sino que aportará nueva energía y nuevos miembros a las filas demócratas, para terminar asegurando que el candidato demócrata, sea quien fuere, vencerá a su oponente republicano.

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