_
_
_
_
_
Reportaje:La situación actual de la crisis del petróleo / y 3

La economía española, una de las más vulnerables a la crisis energética

La escalada de los precios del petróleo es un hecho evidente que continuará en los próximos meses hasta límites poco previsibles en estos momentos. La razón es la falta de oferta para cubrir la demanda mundial de los consumidores. Todo esto incide directamente sobre la capacidad de desarrollo y crecimiento en todas las economías dependientes del petróleo.Para evaluar el posible impacto de estos hechos sobre nuestro país, no podemos olvidar que nuestra economía no sólo es más vulnerable, sino mucho más vulnerable que la media del mundo industrializado, a la crisis energética. Las razones que apoyan esta afirmación son. básicamente las siguientes:

- En primer lugar, con un grado de dependencia en hidrocarburos similar al del conjunto de países europeos de la OCDE (68%), producimos sólo el 1,8% de las necesidades de estos vitales recursos, frente al 28,4% que produce el conjunto de países citados (cuadro 1). Esta comparación se agrava aún más si tenemos en cuenta que muchas de estas naciones poseen compañías multinacionales (CFP y Elf, en Francia; ENI, en Italia; Shell, en Holanda; BP, en Gran Bretaña, etcétera), que les garantizan un control importante sobre recursos ajenos, de los que carece casi totalmente nuestro país.

- En segundo lugar, consumimos más energía por unidad de producto que la media; nuestras elasticidades renta han sido en los últimos años de 1.4, frente a 0.9 para la media de la OCDE.

- En tercer lugar, el tamaño de nuestros recursos económicos no es el más adecuado para resistir las graves pruebas a que se nos está sometiendo. A título de ejemplos, nuestro ratio importaciones de petróleo-exportaciones de mercancías es la más favorable del mundo industrializado (cuadro 2), o también que en 1980. nuestras importaciones de petróleo nos costarán entre 10.000 y 11.000 millones de dólares, lo que representa el 80% de nuestras reservas actuales de oro y divisas.

Ante esta situación, no hace falta hacer muchos cálculos para deducir que continuar apoyando en el petróleo nuestra demanda incremental de energía es un camino impracticable para nuestro país, lo cual nos lleva a la ineludible necesidad de adaptar nuestros consumos energéticos a los recursos reales del país, lo que pasa necesariamente por un plan masivo de ahorro de energía- y por el incremento en la utilización de recursos energéticos propios. Pensar que vamos a poder continuar incrementando nuestro consumo de petróleo es una quimera.

Ahorro industrial

Respecto al ahorro de energía, el grueso del mismo tiene que provenir necesariamente del sector industrial, ya que consume alrededor del 50% de la energía total del país. La experiencia reciente en otras naciones demuestra claramente que, si se facilita la financiación adecuada (en plazo y en coste), el sector industrial puede ahorrar entre el 10% y el 15% de energía a producto constante en un período de cinco a seis años. En el sector doméstico y comercial (17% del consumo) es perfectamente posible ahorrar un 30% de energía en iluminación, calefacción y/o refrigeración, sin experimentar molestias apreciables, y hasta un 50% con molestias tolerables. Las experiencias realizadas por CAMPSA a raíz de las últimas subidas de precios el pasado mes de julio son concluyentes en estos aspectos.

Finalmente, en el sector transportes (29% del consumo) se hace necesario un cambio de los hábitos del mismo, con un trasvase del tráfico aéreo y de carretera a favor del ferrocarril, que es mucho más energético-eficiente. Este camino no puede realizarse más que vía precios, ya que no es razonable que el sistema actual de tarifas permita que los aviones vayan llenos y los trenes vacíos, o que el gasóleo de carretera cueste entre un 40% y un 50% menos de la media del resto de Europa (cuadro 3), cuando un viajero en avión consume doce veces más energía que uno en tren, y una tonelada transportada en camión, dos veces más que en ferrocarril. Estos son lujos que tal vez pueda permitirse algún otro país, pero desde luego no el nuestro.

Respecto al incremento en la utilización de recursos energéticos propios, las únicas posibilidades reales están en una utilización mayor de los carbones nacionales, en un incremento importante de la energía nuclear, donde nuestros recursos potenciales son bastante elevados, y en una exploración mucho más intensiva del petróleo y gas. Desde luego, la energía nuclear es una energía con problemas aún no completamente resueltos, pero en nuestras circunstancias no tenemos ninguna otra alternativa de donde echar mano. Otros países tienen carbón abundante, esquistos bituminosos, o incluso hidrocarburos, pero nosotros no tenemos nada de eso, y, sin embargo, tenemos uranio, y unas características geológicas de nuestro subsuelo que nos harán autosuficientes en cuanto sea explorado sístemáticamente. En el ámbito de los hidrocarburos, tenemos 500.000 kilómetros cuadrados de superficie sedimentaria (es decir, con posibilidades de almacenar estos recursos), entre cuencas terrestres y marinas, y aunque los resultados hasta ahora no han sido muy alentadores, el esfuerzo unitario de exploración ha sido mínimo, por lo que nadie puede excluir descubrimientos de una cierta entidad, sobre todo después de los alentadores resultados en el ámbito del gas natural (Jaca y Cádiz), si los esfuerzos en este sentido se intensifican y se multiplican.

La opción nuclear

En estas circunstancias, la solución de la crisis energética en nuestro país, en tanto en cuanto no teníamos la suerte o la capacidad de descubrir nuevos recursos, pasa necesariamente por una utilización importante de la energía nuclear, y ello, nos guste o no nos guste. Lo único que cabe discutir es la forma de realizar este amplío plan nuclear, las garantías de seguridad que a raíz del accidente de Harrisburg es obvio que deben ser revisadas e incrementadas, y las compensaciones económicas a las poblaciones vecinas, pero nadie que sepa lo que dice puede discutir la necesidad ineludible de la misma. En concreto, y a medio plazo, si se pretende obtener la energía necesaria para lograr un nivel razonable de empleo, resulta absolutamente imprescindible emprender la construcción de entre cuatro y seis nuevas unidades de gran potencia (mil MW), sobre las dos recientemente autorizadas, y ello no dentro de seis meses ni dentro de un año, sino de forma inmediata. Resulta frecuente últimamente el ver grupos o instituciones que se pronuncian contra la energía nuclear, pero ninguno de ellos ha planteado ningún esquema que se tenga en pie, que nos indique cómo se va a conseguir la energía que necesitamos para nuestro desarrollo y para un razonable mantenimiento del empleo.

Como conclusión, hay que prever una dificultad creciente, tanto en términos físicos como en términos de costo, para obtener los abastecimientos energéticos que el país necesita, tanto que podremos darnos por muy satisfechos si a partir de ahora conseguimos obtener y pagar un volumen anual de petróleo similar al actual. Esto habrá de repercutir necesariamente en un encarecimiento continuo de los precios al consumidor, y en dificultades cada vez mayores para el mantenimiento de los equilibrios, tanto interno como externo, de nuestro sistema económico. En este contexto, en un próximo futuro, la adopción de medidas que pueden ser impopulares puede hacerse inevitable. Bueno es que todos vayamos tomando conciencia de ello.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_