La economía británica se hunde en la recesión, según un informe de la patronal
Gran Bretaña camina decididamente hacia la peor recesión de los últimos cinco años, pero, a pesar de esta perspectiva pesimista, el Gobierno no debe variar su política económica actual.Este es el resumen del informe económico trimestral publicado por la patronal británica, la Confederation of British Industry (CBI), tras realizar una encuesta entre 1.800 industrias afiliadas entre el 28 de septiembre y el 18 de octubre pasados.
La confederación se muestra preocupada por las perspectivas a corto y medio plazo, especialmente en lo que se refiere a productividad y rentabilidad. El informe refleja un pesimismo general de la industria británica en su totalidad.
La encuesta se llevó a cabo durante la celebración de la huelga de obreros siderometalúrgicos, que costó a la industria unos 4.000 millones de libras esterlinas en períodos perdidos, y parte del pesimismo que refleja hay que acusarlo al timing. Sin embargo, el informe destaca que la inversión ha decrecido considerablemente, así como la liquidez de las empresas, que empieza a ser preocupante. Las perspectivas exportadoras han sufrido igualmente por la alta cotización de la libra en los mercados internacionales. A este respecto, hay que señalar que la libra ha descendido considerablemente desde la realización de la encuesta. Su cotización de ayer fue de 2,08, con relación al dólar, prácticamente la misma cotización que cuando se confeccionó el presupuesto conservador. La libra ha llegado a cotizarse a 2,32 con el dólar.
Para la CBI, la situación para el proximo año se deteriorará con relación a los niveles de 1979, especialmente en lo que respecta a la cartera de pedidos, a la inversión y a la liquidez. Sin embargo, se predice una recuperación a un plazo no inferior a dieciocho meses.
Los hombres de negocios no desean que el Gobierno cambie el rumbo de esa política económica, y piden que los ministros tengan «el nervio suficiente» para no plegarse a las exigencias de la oposición, que pide un cambio de 180 grados, especialmente en lo que respecta a los salarios.
Precisamente, la libre negociación colectiva de los convenios entre patronos y obreros, sin intervención estatal, constituye uno de los pilares de la política económica del actual Gobierno conservador, en contraposición a la política laborista de introducir limitaciones salariales para combatir la inflación. Fue esa insistencia en mantener unos límites salariales por parte de James Callaghan lo que le llevó a un enfrentamiento con los sindicatos, que produjo un invierno de huelgas generalizadas.
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